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El mundo alcanzó un acuerdo contra el cambio climático

Domingo, 13 de diciembre de 2015 01:30
COP21 / APROBARON AYER EL HISTÓRICO ACUERDO CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO EN LA CUMBRE DE PARÍS.
Un histórico acuerdo mundial contra el cambio climático, que une por primera vez en esa lucha a países ricos y en desarrollo, fue aprobado ayer por 195 países en una conferencia cargada de emoción en París.
Seis años después de la fallida conferencia del clima de Copenhague, la comunidad internacional demostró que tomó conciencia de un problema que amenaza la vida en el planeta.
"Miro a la sala", dijo rápidamente el canciller francés Laurent Fabius. "Veo que la reacción es positiva, no oigo objeciones: el Acuerdo de París sobre el clima queda aprobado" añadió con nerviosismo, antes de pegar un martillazo, como manda la tradición. Los asistentes irrumpieron en vítores y aplausos, y muchos rostros reflejaron los años de esfuerzo diplomático.
El Acuerdo de París reemplazará a partir de 2020 al actual Protocolo de Kioto y sienta las bases para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y, más importante aún, para empezar a soñar con un mundo sin combustibles fósiles.
Además, las naciones industrializadas deberán ayudar financieramente a los países en desarrollo más afectados.
Dos semanas de negociaciones, conducidas con maestría por la diplomacia francesa, llevaron a un resultado que plantea enormes retos para el sector energético, pero al mismo tiempo grandes oportunidades para los que apuesten por las energías limpias.
De esta manera, el texto, de 31 páginas en inglés (40 en castellano), vincula la suerte de las grandes potencias emisoras de gases de efecto invernadero, como Estados Unidos y China, a la de las pequeñas islas del Pacífico amenazadas por la subida del nivel de los océanos.
Los países industrializados, responsables históricos del problema, deberán ayudar financieramente a los países en desarrollo.
Pero las potencias emergentes que lo deseen, como de hecho ya ha empezado a hacer China, podrán hacerlo también, de forma voluntaria.
Todos los países se comprometen a controlar mutuamente sus planes de reducción de emisiones, bajo un nuevo mecanismo en el sistema de la ONU, con plazos quinquenales a partir de 2023.
El objetivo es que esas emisiones, principales responsables del calentamiento del planeta hasta niveles récord, dejen de aumentar "lo antes posible" y luego se reduzcan "rápidamente", aunque sin fijar porcentajes, como querían los países más ambiciosos.
En la segunda mitad del siglo debería llegarse a un equilibrio entre las emisiones provocadas por las actividades humanas y las que pueden ser capturadas por medios naturales o tecnológicos.
El texto fue aprobado por consenso, no sin forcejeos diplomáticos de última hora, mientras la sala en pleno esperaba su solución.
Un grupo decisivo de una veintena de países, denominado de Pensamiento Afín, con India, China, Arabia Saudita, Venezuela y Cuba, considerado el más duro a la hora de negociar, dio su beneplácito como así también el G77.

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Un histórico acuerdo mundial contra el cambio climático, que une por primera vez en esa lucha a países ricos y en desarrollo, fue aprobado ayer por 195 países en una conferencia cargada de emoción en París.
Seis años después de la fallida conferencia del clima de Copenhague, la comunidad internacional demostró que tomó conciencia de un problema que amenaza la vida en el planeta.
"Miro a la sala", dijo rápidamente el canciller francés Laurent Fabius. "Veo que la reacción es positiva, no oigo objeciones: el Acuerdo de París sobre el clima queda aprobado" añadió con nerviosismo, antes de pegar un martillazo, como manda la tradición. Los asistentes irrumpieron en vítores y aplausos, y muchos rostros reflejaron los años de esfuerzo diplomático.
El Acuerdo de París reemplazará a partir de 2020 al actual Protocolo de Kioto y sienta las bases para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y, más importante aún, para empezar a soñar con un mundo sin combustibles fósiles.
Además, las naciones industrializadas deberán ayudar financieramente a los países en desarrollo más afectados.
Dos semanas de negociaciones, conducidas con maestría por la diplomacia francesa, llevaron a un resultado que plantea enormes retos para el sector energético, pero al mismo tiempo grandes oportunidades para los que apuesten por las energías limpias.
De esta manera, el texto, de 31 páginas en inglés (40 en castellano), vincula la suerte de las grandes potencias emisoras de gases de efecto invernadero, como Estados Unidos y China, a la de las pequeñas islas del Pacífico amenazadas por la subida del nivel de los océanos.
Los países industrializados, responsables históricos del problema, deberán ayudar financieramente a los países en desarrollo.
Pero las potencias emergentes que lo deseen, como de hecho ya ha empezado a hacer China, podrán hacerlo también, de forma voluntaria.
Todos los países se comprometen a controlar mutuamente sus planes de reducción de emisiones, bajo un nuevo mecanismo en el sistema de la ONU, con plazos quinquenales a partir de 2023.
El objetivo es que esas emisiones, principales responsables del calentamiento del planeta hasta niveles récord, dejen de aumentar "lo antes posible" y luego se reduzcan "rápidamente", aunque sin fijar porcentajes, como querían los países más ambiciosos.
En la segunda mitad del siglo debería llegarse a un equilibrio entre las emisiones provocadas por las actividades humanas y las que pueden ser capturadas por medios naturales o tecnológicos.
El texto fue aprobado por consenso, no sin forcejeos diplomáticos de última hora, mientras la sala en pleno esperaba su solución.
Un grupo decisivo de una veintena de países, denominado de Pensamiento Afín, con India, China, Arabia Saudita, Venezuela y Cuba, considerado el más duro a la hora de negociar, dio su beneplácito como así también el G77.