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El regreso del maestro de la quena

Sabado, 28 de febrero de 2015 00:00
<p>UÑA RAMOS EN SU JUVENTUD</p>

La memoria familiar de Uña Ramos nace con aquella migración que llegó durante la guerra del Chaco Paraguayo, cuando un fuerte movimiento humano se asentó en nuestra Quebrada trayendo consigo una riqueza invaluable en expresiones culturales de las que hoy somos herederos. Mariano Uña Ramos nació en 1933, un año después de comenzada esa guerra y su hermana, doña Rosa, nos cuenta que su partida de nacimiento dice que vio la luz en el barrio humahuaqueño de Santa Rosa.

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La memoria familiar de Uña Ramos nace con aquella migración que llegó durante la guerra del Chaco Paraguayo, cuando un fuerte movimiento humano se asentó en nuestra Quebrada trayendo consigo una riqueza invaluable en expresiones culturales de las que hoy somos herederos. Mariano Uña Ramos nació en 1933, un año después de comenzada esa guerra y su hermana, doña Rosa, nos cuenta que su partida de nacimiento dice que vio la luz en el barrio humahuaqueño de Santa Rosa.

Del padre de esos diez hermanos, doña Candelaria Cari recuerda que "en la Anata Chica tocaba el papá del gran charanguista y quenero don Uña Ramos. No se cansaba de tocar la anata. Parecía que ya estaba durmiendo la gente sentada y él se paraba en la puerta y les tocaba a todo lo que da, levantaba a la gente y la hacía dar una vuelta por la plaza, por la estación, y las volvía a llevar al salón." La Anata Chica era una de aquellas agrupaciones carnavaleras de primera mitad del siglo XX.

Juana Rosa Uña Ramos recuerda que su papá nunca quiso perder su nacionalidad, y que su hermano, antes de fallecer en Francia el año pasado, pidió que sus cenizas fueran traídas a Argentina, a la Humahuaca que lo vio nacer. Por eso mañana, su hijo Jonathan llega con la urna para cumplir el deseo paterno.

Doña Rosa nos dice que "soy una hermana un poquito menor que Mariano. Él volvió hace unos cinco años", nos cuenta y recordamos esa visita de la que ya se decía que era su despedida. Uña Ramos volvió a tocar en su Humahuaca y se volvió a marchar, esa vez definitivamente.

Rosa nos dice de "lo que ha luchado esa pobre criatura que lo está trayendo. Jonathan no conoce nada aquí, tiene que haber llegado el viernes a Buenos Aires. Parece que en Francia no es como en este pueblo cuando uno se muere, le han hecho cumplir muchos requisitos desde el día que murió, el pasado 23 de mayo, y mi sobrinito tuvo que estar meta llevar papeles, y siempre faltaba algo."

Recuerda que las últimas palabras de su hermano fueron: "Quiero volver a mi patria, quiero volver al pueblo de donde yo salí. Ese era su deseo, y lo cumplimos. Por eso estoy contenta aunque duele. Mariano ha sido mi compañero desde chiquita. Vea", me dice doña Rosa: "mi padre era extranjero y decía que nunca iba a pisar su bandera, por eso nosotros llevamos en el corazón ese orgullo de no mendigar y de sentir la patria en que nacimos. Son las enseñanzas que nos dieron nuestro padres."

Rosa sabe que las cenizas de su hermano ya están en Argentina, estarán el domingo en la misa de la iglesia humahuaqeña y se esparcirán desde la Peña Blanca a mediodía. Vuelve entonces a decir que "hemos sido bien compañeros los dos, a veces me llamaba por teléfono desde Francia y conversábamos. Siempre estuve orgullosa de mi hermano, y más orgullosa de que él vuelva a su patria."

A los catorce años, quien fuera conocido solamente como Uña Ramos, partió para estudiar en Santiago del Estero, donde obtuvo el título de profesor de música en la academia de Peralta Luna. "Acá en Humahuaca estudió sus primeras letras", recuerda Rosa. "Allí le dieron trabajo en el correo porque era telegrafista, y era pata i perro también y se fue a Buenos Aires, y vio que la música lo dominaba."

Desde entonces su destino de escenarios, de orquestas y de grabaciones que, desde los años 70, lo tuvo en Francia. "El destino es el destino y ha sido feliz, nadie le cortó las alas y voló hasta donde pudo y a lo mejor ahora está revoloteando como un pajarito, diciendo: ay, hermana, dejate de hablar", dice ya riendo y nos quedamos con la memoria de ese músico que en todo lo ancho del mundo es tenido por sinónimo de la quena.

Entonces volvemos a la raíz, y recordamos que doña Rosa nos dijo que "mi papá ha enseñado música a varios chicos de Humahuaca pero nunca les cobró, fue por amor a la música." Un camino que se cierra, este domingo, con el retorno de las cenizas de Uña Ramos, un camino que se abre para el recuerdo inconmensurable de su obra musical.