LA QUIACA (Corresponsal). Las calurosas jornadas hicieron que centenares de vecinos y turistas puedan disfrutar al aire libre de coplas, bandas de música y grupos de cumbia en vivo. Por supuesto que no podía faltar el talco, serpentina, mixtura y nieve artificial. Fue un anticipo de los grandes corsos carnestolendos que tendrán lugar durante los días 15, 16 y 17 del corriente en avenida Sarmiento. También dieron inicio las actividades con motivo del mes fundacional de la ciudad fronteriza, que este año celebrará 108 años de vida. Por otra parte las diferentes agrupaciones se encargaron de ofertar exquisitos platos regionales.
inicia sesión o regístrate.
LA QUIACA (Corresponsal). Las calurosas jornadas hicieron que centenares de vecinos y turistas puedan disfrutar al aire libre de coplas, bandas de música y grupos de cumbia en vivo. Por supuesto que no podía faltar el talco, serpentina, mixtura y nieve artificial. Fue un anticipo de los grandes corsos carnestolendos que tendrán lugar durante los días 15, 16 y 17 del corriente en avenida Sarmiento. También dieron inicio las actividades con motivo del mes fundacional de la ciudad fronteriza, que este año celebrará 108 años de vida. Por otra parte las diferentes agrupaciones se encargaron de ofertar exquisitos platos regionales.
Arlene Carretero, titular del área de Cultura municipal, dijo: “fue todo un espectáculo que tuvo gran convocatoria, agradezco la participación de todas las comparsas que se acercaron a participar, es un beneficio para ellas y promocionamos nuestro carnaval”, sostuvo. En cierta oportunidad el poeta y escritor abrapampeño Domingo Zerpa describió a La Quiaca como “Capital de la Cultura Puneña”. Sin embargo hoy puede afirmarse que esta ciudad es la “Capital del Carnaval Puneño”, la participación desinteresada, sin tener reparos en aspectos económicos, donde las personas se divierten dándole vida a los carnavales, es lo que caracteriza al regocijo quiaqueño. Es una de las manifestaciones culturales más significativas, vivencias heredadas tan sana y noblemente por los primeros lugareños, que se llevan selladas en nuestro ser.