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El monje budista momificado que no murió

Viernes, 06 de febrero de 2015 00:00
El hallazgo de la momia de un monje budista en posición de meditación, muy bien preservada y que podría tener 200 años, ha revolucionado Ulan Bator, capital de Mongolia, y el centro forense que la acoge ya se ha convertido en un lugar de peregrinación.

Con las piernas cruzadas en la posición del loto y cubierta entre pieles de cordero, la momia fue descubierta la semana pasada en una parcela vallada de la capital de Mongolia. Quien la tenía la había robado y tenía intención de venderla en el mercado negro.

Se desconoce por el momento la identidad de la momia, aunque no han tardado en reclamar su parentesco supuestos descendientes y, según informó hoy la agencia mongol Montsame, se cree que el monje vivió en el siglo XIX.

La fecha de su muerte ya es otra historia, porque hay quienes dicen que aún no ha llegado.

Algunos expertos monjes budistas defienden que la momia en realidad no ha fallecido, sino que se encuentra en un estado de meditación profunda llamado "tukdam", una especie trance entre la vida y la muerte.

"Parecía que estuviera vivo", aseguró uno de los hombres que vio la momia en declaraciones al diario mongol "The UB Times".

El profesor del Instituto de Arte Budista de la Universidad Budista de Ulán Bator Ganhugiyn Purevbata señaló al diario "The Siberian Times" que la momia fue encontrada sentada con las piernas en la posición del loto, con la mano izquierda abierta y la derecha haciendo el símbolo de la plegaria "sutra".

"Esto es un signo de que no está muerto, sino que está en una meditación muy profunda, de acuerdo con la antigua tradición de los lamas budistas", añadió el experto.

Dada la antigüedad que se atribuye a la momia, los forenses que la han examinado están sorprendidos por un estado de conservación que consideran extraordinariamente bueno.

En las imágenes difundidas por Montsame se observa un cuerpo delgado hasta el extremo, con una piel de color gris verdoso con toques marrones y que, pese a haber perdido aparentemente una parte de la nariz, mantiene unos dedos y orejas bien definidos e incluso presenta pelo y bigote.
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El hallazgo de la momia de un monje budista en posición de meditación, muy bien preservada y que podría tener 200 años, ha revolucionado Ulan Bator, capital de Mongolia, y el centro forense que la acoge ya se ha convertido en un lugar de peregrinación.

Con las piernas cruzadas en la posición del loto y cubierta entre pieles de cordero, la momia fue descubierta la semana pasada en una parcela vallada de la capital de Mongolia. Quien la tenía la había robado y tenía intención de venderla en el mercado negro.

Se desconoce por el momento la identidad de la momia, aunque no han tardado en reclamar su parentesco supuestos descendientes y, según informó hoy la agencia mongol Montsame, se cree que el monje vivió en el siglo XIX.

La fecha de su muerte ya es otra historia, porque hay quienes dicen que aún no ha llegado.

Algunos expertos monjes budistas defienden que la momia en realidad no ha fallecido, sino que se encuentra en un estado de meditación profunda llamado "tukdam", una especie trance entre la vida y la muerte.

"Parecía que estuviera vivo", aseguró uno de los hombres que vio la momia en declaraciones al diario mongol "The UB Times".

El profesor del Instituto de Arte Budista de la Universidad Budista de Ulán Bator Ganhugiyn Purevbata señaló al diario "The Siberian Times" que la momia fue encontrada sentada con las piernas en la posición del loto, con la mano izquierda abierta y la derecha haciendo el símbolo de la plegaria "sutra".

"Esto es un signo de que no está muerto, sino que está en una meditación muy profunda, de acuerdo con la antigua tradición de los lamas budistas", añadió el experto.

Dada la antigüedad que se atribuye a la momia, los forenses que la han examinado están sorprendidos por un estado de conservación que consideran extraordinariamente bueno.

En las imágenes difundidas por Montsame se observa un cuerpo delgado hasta el extremo, con una piel de color gris verdoso con toques marrones y que, pese a haber perdido aparentemente una parte de la nariz, mantiene unos dedos y orejas bien definidos e incluso presenta pelo y bigote.