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Entierros orgánicos convierten a fallecidos en árboles

Martes, 03 de marzo de 2015 14:57
Mucha gente cuestiona que la muerte sea el final del viaje, y nadie ha regresado para contar qué es lo que pasa. Pero, más allá del punto de vista espiritual o místico, hay un punto de vista material: todo se transforma. El proyecto Capsula Mundi, realizado por los diseñadores italianos Anna Citelli y Raoul Bretzel, se basa en el desarrollo de vainas de entierro orgánico, que son a la vez biodegradables. Estas cápsulas convierten el cuerpo del fallecido en nutrientes de los cuales se alimentará un árbol que crecerá donde la vaina sea plantada. Es decir que, más allá de la fe que uno profesa, lo que fue vida vuelve a generar vida.

El fallecido, después de ser encapsulado en posición fetal, es enterrado. El procedimiento viene a reemplazar así al ataúd, que no tiene más finalidad que el ceremonial. Dentro de la cápsula también se plantan o bien un árbol o semillas de árboles, y hay una gran variedad de árboles para elegir para nuestro ser querido.
El siguiente paso es que la legislación italiana avale tales entierros, pero la idea es tan revolucionaria y su diseño ha tenido tal éxito que quizás las cosas cambien. El objetivo del proyecto es la creación de parques conmemorativos llenos de árboles en lugar de lápidas. Y, en vez de destruir y enterrar madera en forma de ataúdes, al final de nuestras vidas proporcionaremos sustento a nuevos árboles. La idea de que nuestros seres queridos y descendientes puedan visitar al árbol y cuidar de él, o incluso descansar a su sombra, parece más poética y reconfortante que la visita a un frío ataúd.
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Mucha gente cuestiona que la muerte sea el final del viaje, y nadie ha regresado para contar qué es lo que pasa. Pero, más allá del punto de vista espiritual o místico, hay un punto de vista material: todo se transforma. El proyecto Capsula Mundi, realizado por los diseñadores italianos Anna Citelli y Raoul Bretzel, se basa en el desarrollo de vainas de entierro orgánico, que son a la vez biodegradables. Estas cápsulas convierten el cuerpo del fallecido en nutrientes de los cuales se alimentará un árbol que crecerá donde la vaina sea plantada. Es decir que, más allá de la fe que uno profesa, lo que fue vida vuelve a generar vida.

El fallecido, después de ser encapsulado en posición fetal, es enterrado. El procedimiento viene a reemplazar así al ataúd, que no tiene más finalidad que el ceremonial. Dentro de la cápsula también se plantan o bien un árbol o semillas de árboles, y hay una gran variedad de árboles para elegir para nuestro ser querido.
El siguiente paso es que la legislación italiana avale tales entierros, pero la idea es tan revolucionaria y su diseño ha tenido tal éxito que quizás las cosas cambien. El objetivo del proyecto es la creación de parques conmemorativos llenos de árboles en lugar de lápidas. Y, en vez de destruir y enterrar madera en forma de ataúdes, al final de nuestras vidas proporcionaremos sustento a nuevos árboles. La idea de que nuestros seres queridos y descendientes puedan visitar al árbol y cuidar de él, o incluso descansar a su sombra, parece más poética y reconfortante que la visita a un frío ataúd.