El expolicía bonaerense Julio Diego Torales fue condenado ayer a diez años de prisión por torturar al joven Luciano Arruga en una comisaría el 22 de septiembre de 2008, supuestamente porque se habría negado a robar para ellos.
El fallo unánime lo adoptó el Tribunal Oral criminal Nº 3 de La Matanza, y condenó al policía por el hecho que tuvo lugar previo a que el joven desapareciera por varios años, hasta que en 2014 se supo que el último día que había sido visto con vida tuvo un accidente de tránsito y fue enterrado como NN en el Cementerio de la Chacarita.
Luciano Arruga tenía 16 años cuando fue detenido el 22 de septiembre de 2008 en el destacamento de Lomas del Mirador, por supuesta averiguación de antecedentes, y a raíz de que estaban intentando averiguar el autor del robo de un celular.
Los policías dijeron haberle encontrado el celular en cuestión, cosa que el CELS, querellante en el caso, lo puso en duda, y lo llevaron al destacamento pese a que pesaba la prohibición de tener menores detenidos en comisarías.
Según su madre declarara en el juicio que comenzó días atrás, a su hijo lo querían obligar a robar.
Cuando la mamá lo fue a retirar del destacamento, Arruga señaló al policía Torales como quien le había propinado una golpiza.
En el juicio, la fiscalía a cargo de José Luis Longobardi y la querella representada por el Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels) habían pedido la pena de 16 años de prisión.
Cuatro meses después del hecho por el cual se dictó condena, Arruga desapareció en circunstancias que están siendo investigadas por la justicia federal de Morón y apareció enterrado como NN en el cementerio de Chacarita el año pasado.
Su familia siempre denunció que el joven fue víctima de la violencia policial, pero la investigación reciente constató que murió atropellado en la avenida General Paz en la noche del 31 de enero de 2009, el último día en que fue visto con vida.
No obstante, ahora se investiga en qué circunstancias fue atropellado Arruga, entre ellas si estaba escapando de la Policía por algún motivo que se desconoce.
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El expolicía bonaerense Julio Diego Torales fue condenado ayer a diez años de prisión por torturar al joven Luciano Arruga en una comisaría el 22 de septiembre de 2008, supuestamente porque se habría negado a robar para ellos.
El fallo unánime lo adoptó el Tribunal Oral criminal Nº 3 de La Matanza, y condenó al policía por el hecho que tuvo lugar previo a que el joven desapareciera por varios años, hasta que en 2014 se supo que el último día que había sido visto con vida tuvo un accidente de tránsito y fue enterrado como NN en el Cementerio de la Chacarita.
Luciano Arruga tenía 16 años cuando fue detenido el 22 de septiembre de 2008 en el destacamento de Lomas del Mirador, por supuesta averiguación de antecedentes, y a raíz de que estaban intentando averiguar el autor del robo de un celular.
Los policías dijeron haberle encontrado el celular en cuestión, cosa que el CELS, querellante en el caso, lo puso en duda, y lo llevaron al destacamento pese a que pesaba la prohibición de tener menores detenidos en comisarías.
Según su madre declarara en el juicio que comenzó días atrás, a su hijo lo querían obligar a robar.
Cuando la mamá lo fue a retirar del destacamento, Arruga señaló al policía Torales como quien le había propinado una golpiza.
En el juicio, la fiscalía a cargo de José Luis Longobardi y la querella representada por el Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels) habían pedido la pena de 16 años de prisión.
Cuatro meses después del hecho por el cual se dictó condena, Arruga desapareció en circunstancias que están siendo investigadas por la justicia federal de Morón y apareció enterrado como NN en el cementerio de Chacarita el año pasado.
Su familia siempre denunció que el joven fue víctima de la violencia policial, pero la investigación reciente constató que murió atropellado en la avenida General Paz en la noche del 31 de enero de 2009, el último día en que fue visto con vida.
No obstante, ahora se investiga en qué circunstancias fue atropellado Arruga, entre ellas si estaba escapando de la Policía por algún motivo que se desconoce.