Maya Plitsétskaya fue una bailarina consagrada y brillante en los grandes clásicos del ballet como el "Lago de los cisnes" o "Don Quijote", Maya soñaba con Balanchine y Béjart, "inaccesibles" por su hostilidad a la tradición del "realismo socialista".
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Maya Plitsétskaya fue una bailarina consagrada y brillante en los grandes clásicos del ballet como el "Lago de los cisnes" o "Don Quijote", Maya soñaba con Balanchine y Béjart, "inaccesibles" por su hostilidad a la tradición del "realismo socialista".
La bailarina empezó a realizar su sueño en 1967 gracias a un encuentro en Moscú con el coreógrafo cubano Alberto Alonso, autorizado a crear para ella Carmen-suite porque venía de un país comunista.
Su gitana, que exuda seducción por cada poro de su piel, fue un escándalo. El poder tiene miedo. "Fue la guerra: me acusaron de haber traicionado la danza clásica. El ministro de Cultura dijo que Carmen moriría. Yo sabía que la que moriría sería yo y que Carmen sobreviviría", solía repetir Plisétskaya.
Svetlana Zajarova, la estrella ultra-técnica del Bolshoi y la "divina" Uliana Lopatkina del Mariinski de San Petersburgo intentaron recuperar el rol estos últimos años, pero sólo pudieron confirmar que Plisétskaya no tenía igual en la danza rusa, según los críticos y amantes de la danza.
Después de Carmen, que la pudibunda sociedad soviética tuvo problemas para digerir, vendrían otras provocaciones de Maya, coreografías eróticas de Béjart o de Roland Petit y ballets que su marido había creado basándose en obras de clásicos rusas.
Estos últimos ballets le valieron también a "la reina del aire" furibundas críticas de los entornos conservadores para quienes los personajes de Anna Karenina de Tolstoi y la Dama del perrito de Chejov no fueron escritas para ser bailados.