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Pinturas del Salón Provincial exhiben su selección en Tilcara | Secretaría de Cultura de la provincia, Salón Provincial de Artes Visuales, museos Terry, Museo “Soto Avendaño”, Hugo Irureta, Tilcara

Jueves, 11 de junio de 2015 00:00
<p>PINTURA/ DEL CONSAGRADÍSIMO PLÁSTICO ALEJANDRO TEVES, FORMANDO PARTE DE LA MUESTRA.</p>

La creación del Salón Provincial de Artes Visuales, por parte de la Secretaría de Cultura de la Provincia, tiene por objeto el de "dinamizar y estimular la actividad de nuestros creadores", y así desembarca en Tilcara la muestra correspondiente a la primera etapa, en la que pinturas, grabados y fotografías se exponen en las salas de los museos Terry, Soto Avendaño e Irureta.

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La creación del Salón Provincial de Artes Visuales, por parte de la Secretaría de Cultura de la Provincia, tiene por objeto el de "dinamizar y estimular la actividad de nuestros creadores", y así desembarca en Tilcara la muestra correspondiente a la primera etapa, en la que pinturas, grabados y fotografías se exponen en las salas de los museos Terry, Soto Avendaño e Irureta.

Mientras se llama a concurso para la segunda etapa, en la que se convoca a artistas que trabajan en dibujo, escultura, instalaciones y medios alternativos, nos dimos un paseo por la que se cuelga en las paredes del museo dirigido por don Francisco Tinte donde se anunciaba, además de los seleccionados, las obras ganadoras con las firmas de Héctor Alemán, Ariel Cortéz y Siro Goyechea.

Una muestra de estas características, además del mero goce visual, promete ser también un corte de aquello que se hace en torno a las artes plásticas provinciales, pero también de aquellas tendencias valoradas a la hora en que el jurado se decide a premiar. Estas dos perspectivas, que no siempre son simétricas, hablan a la vez de cómo se ejerce y de cómo se quiere el arte provincial.

En cuanto a lo que se hace, aunque no se pueda hablar acá más que de aquello que se ha presentado, tenemos que entre la casi treintena de obras seleccionadas, entre las que figuran las tres premiadas y las menciones de Froilán Colque y Alejandro López, hay cierta unidad que no deja de sorprender.

Que una colectiva surgida de un llamado a concurso, no del trabajo de un colectivo, sea homogénea a primera vista es algo que uno no espera a la hora de entrar a la sala. Las distintas ramas de las ciencias humanísticas podrán aportar a entender el significado de la predominancia de colores y motivos en un momento histórico, cosa que se nos escapa cuando no lo hace cierta utilización del color en una misma provincia para una misma época.

Hay gamas del rojo y del azul, cuya fuerza no retrocede ante ninguna tristeza del paisaje sin por ello exaltarse en alegría sino más bien parecer proponerse como grito, como voz fuerte, como presencia que quiere imponerse y que llama la atención antes de que el espectador se pasee ante cada uno de los cuadros.

Hay una relación del artista con la realidad de su entorno que también llama la atención: sin evitar el buen dibujo, que lo hay en muchas de las obras, ninguna se resigna al naturalismo sino que inserta motivos de la naturaleza humana y regional, o de nuestras manifestaciones culturales, en contextos compositivos abiertamente surreales.

Hay citas delibradas de Dalí, escenas indudablemente oníricas, presencias que brotan de un colorido de manchas, cierto cubismo posado en máscaras desaforadas y pretendidamente primitivas, imágenes que se posan en la nada que las contiene, influencia de algún comic de violencia explícita, gente sin suelo, realidades inacabadas, mujeres calvas que fuman con una sensualidad caída y primeros planos que superan el cuadro cubriendo el paisaje.

Tienta a la interpretación como un torero tienta a la bestia, pero sucede algo más, porque en su deseo de sorprender se me hace que no sorprende del todo, que el espectador se siente afín en el sentido de que lo extraño no produce extrañeza, que de alguna manera el conjunto remite, aunque no a la naturaleza, a una cierta visión consensuada del mundo.

Una visión que, aunque con fuerte contenido regional, rechaza su pertenencia al regionalismo de las generaciones anteriores, y aún de muchos colegas. No quiere negarse como aquel que se olvida de su reflejo al vestirse, pero apuesta a reinventarse. Si es ese un resumen del arte visual jujeño, puede sonar prometedor.