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Periodista por lo que fue y lo que vendrá | Día del periodista, periodista, buen entrevistador

Domingo, 07 de junio de 2015 00:00

Cuando era chico recuerdo lo difícil que era para mí comunicarme, al punto que me costaba ir hasta la almacén de la esquina, mucho menos a la de la vuelta de casa, me incomodaba pedir el pan, la leche, o lo que fuera. Aún siento las mejillas rojas, timidez puede ser, pero que difícil era comunicarme. Mi madre solía decirme "habla hijo, no debes ser así, qué va a decir la gente, a este chico le cortaron la lengua". Miro atrás y eso parece que fue hace mucho, pero mucho tiempo atrás.

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Cuando era chico recuerdo lo difícil que era para mí comunicarme, al punto que me costaba ir hasta la almacén de la esquina, mucho menos a la de la vuelta de casa, me incomodaba pedir el pan, la leche, o lo que fuera. Aún siento las mejillas rojas, timidez puede ser, pero que difícil era comunicarme. Mi madre solía decirme "habla hijo, no debes ser así, qué va a decir la gente, a este chico le cortaron la lengua". Miro atrás y eso parece que fue hace mucho, pero mucho tiempo atrás.

Que curioso, pasaron los años y hoy me considero un buen entrevistador. Qué lejos quedó ese chiquitín de cachetes rojos, o no tanto; confieso que aun me persigue la timidez. La pregunta, que incluso supo hacerme mi hijo, el más pequeñín (tengo cuatro y los amo), papá porque sos periodista. Buscando respuestas me obligué a repasar un poco mi vida (porque creía que siempre lo fui ), del muchacho de dedos flacos que cambio la bici por la máquina ya lo conté, pero qué me hizo seguir, eso es quizás lo interesante.

Mis primeros meses fueron difíciles y podría haber desistido del intento, y es que en ese tiempo valían más las ganas y la vocación y la experiencia sumaba mucho.

La presión que sentía por armar el diagrama, escribir las notas comenzó a hacerme dudar pero no fue suficiente como para lograr que abandonara, aunque lo que vino después casi lo logra. Un exgobernador, era mi primera entrevista a ese nivel, se incomodó y mucho por una pregunta y mirándome fijamente me dijo (era mucho más alto que yo, al menos hace 25 años y pico atrás), "vos sabés quién soy verdad?, dónde trabajas, en el diario?, querés seguir trabajando?... entonces no preguntes boludeces". Me asusté, pero no desistí. Quizás lo que vino después.

"El reconocimiento siempre vino de afuera, será como suele decir la gente, que nadie es profeta en su tierra".

"El reconocimiento siempre vino de afuera, será como suele decir la gente, que nadie es profeta en su tierra".

Corrían tiempos convulsionados, de muchas corridas y verdaderas represiones, primero los gases lacrimógenos y después lo más duro, un gas vomitivo (lo supe después porque no fui el único afectado) , una vecina de la que no recuerdo el nombre, me levantó del suelo y me ayudó a reponerme, y otra vez las corridas y es que uno querría registrar todo. Pero eso tampoco pudo torcerme el brazo. Quizás lo que viví después. El compromiso era grande quería la mejor nota y esto me llevó al centro (literalmente, quedé en medio de uno y otro sector) de una represión donde curiosamente no había ni funcionarios ni referentes gremiales, solo recuerdo trabajadores municipales, mujeres y muchos policías, piedras, palos y gases. Mi espalda recibió un culatazo de un fusil, esos que tiran los gases, y de ahí una trompada. La noticia recorrió el mundo. Pero en vez de acobardarme me hizo más fuerte. Me levanté del piso, con el micrófono todo roto y lejos de ir al hospital para cortar el sangrado en mi boca, pudo más el periodista y seguí trabajando hasta que no pude respirar. Ahí sí pare en el hospital. La balanza fácilmente se inclinaba para el lado de cambiar de profesión, pero inmediatamente recordé lo bueno, conocer mi provincia, ayudar a más de una persona entre vecinos que buscaban soluciones a asuntos cotidianos como a carenciados de todo que lograban un techo o un minuto de atención. Mi primer viaje en avión, mis informes especiales, mis coberturas para medios de afuera, y cientos de momentos que nunca olvidaré pero que en 3 mil caracteres no puedo describir. El reconocimiento siempre vino de afuera, será que nadie es profeta en su tierra, quizás. La verdad es que hoy me siento periodista por todo eso que fue y todo lo que seguramente vendrá.

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