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Francisco: Sean forjadores de caminos, de nuevos senderos

Lunes, 28 de septiembre de 2015 01:30
<div>CURRAN-FROMHOLD / EL PAPA VISITÓ A PRESOS Y SALUDÓ A CADA UNO DE ELLOS.</div><div>
El papa Francisco mantuvo ayer un encuentro con un grupo de presos de un instituto correccional en Filadelfia, en el que se lamentó por los sistemas penitenciarios "que no buscan curar las llagas, sanar las heridas" y convocó a los reclusos a ser los "forjadores de oportunidades, de camino, de nuevos senderos". "He venido como pastor, pero sobre todo como hermano a compartir su situación y hacerla también mía", comenzó diciendo Francisco al visitar Curran-Fromhold, la cárcel más grande de Filadelfia.
En su discurso, el pontífice hizo alusión al pasaje del Evangelio en el que Jesús lava los pies a sus discípulos en la Última Cena para asegurar a los presentes que "vivir supone "ensuciar nuestros pies" por los caminos polvorientos de la vida, de la historia". "Vivir es caminar, vivir es andar por distintos caminos, distintos senderos que dejan su marca en nuestra vida", agregó luego en la anteúltima actividad de su gira por Estados Unidos. El pontífice hizo referencia a su vez a lo "penoso" que resulta "constatar sistemas penitenciarios que no buscan curar las llagas, sanar las heridas, ni generar nuevas oportunidades". "Es doloroso constatar cuando se cree que solo algunos tienen necesidad de ser lavados, purificados no asumiendo que su cansancio y su dolor, sus heridas, son también el cansancio y el dolor, las heridas, de una sociedad", dijo.
Mirando de frente a los reclusos que vestían uniformes celestes, el pontífice les pidió que sean ellos los "forjadores de oportunidades, de camino, de nuevos senderos".
"Todos tenemos algo de lo que ser limpiados, purificados. Que esa conciencia nos despierte a la solidaridad, a apoyarnos y buscar lo mejor para los demás", agregó.
Una vez concluida su intervención, Francisco se acercó a los cerca de 100 prisioneros que permanecían sentados en largas hileras y extendió su mano a cada uno de ellos.
Algunos presos incluso se pusieron de pie y abrazaron, al sumo pontífice que les respondió el abrazo y ofreció sonrisas e incluso Francisco intercambió algunas palabras con varios de ellos.
De esta manera, el sumo pontífice cumplió así con una insistente demanda de las asociaciones de víctimas para que asumiese este escándalo que hundió a la Iglesia católica en los últimos años.

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El papa Francisco mantuvo ayer un encuentro con un grupo de presos de un instituto correccional en Filadelfia, en el que se lamentó por los sistemas penitenciarios "que no buscan curar las llagas, sanar las heridas" y convocó a los reclusos a ser los "forjadores de oportunidades, de camino, de nuevos senderos". "He venido como pastor, pero sobre todo como hermano a compartir su situación y hacerla también mía", comenzó diciendo Francisco al visitar Curran-Fromhold, la cárcel más grande de Filadelfia.
En su discurso, el pontífice hizo alusión al pasaje del Evangelio en el que Jesús lava los pies a sus discípulos en la Última Cena para asegurar a los presentes que "vivir supone "ensuciar nuestros pies" por los caminos polvorientos de la vida, de la historia". "Vivir es caminar, vivir es andar por distintos caminos, distintos senderos que dejan su marca en nuestra vida", agregó luego en la anteúltima actividad de su gira por Estados Unidos. El pontífice hizo referencia a su vez a lo "penoso" que resulta "constatar sistemas penitenciarios que no buscan curar las llagas, sanar las heridas, ni generar nuevas oportunidades". "Es doloroso constatar cuando se cree que solo algunos tienen necesidad de ser lavados, purificados no asumiendo que su cansancio y su dolor, sus heridas, son también el cansancio y el dolor, las heridas, de una sociedad", dijo.
Mirando de frente a los reclusos que vestían uniformes celestes, el pontífice les pidió que sean ellos los "forjadores de oportunidades, de camino, de nuevos senderos".
"Todos tenemos algo de lo que ser limpiados, purificados. Que esa conciencia nos despierte a la solidaridad, a apoyarnos y buscar lo mejor para los demás", agregó.
Una vez concluida su intervención, Francisco se acercó a los cerca de 100 prisioneros que permanecían sentados en largas hileras y extendió su mano a cada uno de ellos.
Algunos presos incluso se pusieron de pie y abrazaron, al sumo pontífice que les respondió el abrazo y ofreció sonrisas e incluso Francisco intercambió algunas palabras con varios de ellos.
De esta manera, el sumo pontífice cumplió así con una insistente demanda de las asociaciones de víctimas para que asumiese este escándalo que hundió a la Iglesia católica en los últimos años.