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Sobre población carcelaria y algunos intereses económicos

Martes, 18 de octubre de 2016 01:30
El Ministerio de Justicia informó en 2015 que Brasil es el país con la cuarta mayor población carcelaria del mundo.
La sobrepoblación del sistema, y las malas condiciones en las que viven los presos, son causantes de enfrentamientos entre los grupos que se forman en el encierro.
Muchas veces, las organizaciones criminales toman el control de las cárceles, que "son auténticas escuelas del crimen", dijo en su momento José Eduardo Cardozo, ministro de Justicia en esa época.
Los motines y los enfrentamientos son muy frecuentes dentro de los hacinados presidios en Brasil.
La prisión de Monte Cristo, por ejemplo, tiene una capacidad para 700 detenidos pero alberga al doble.
Organizaciones de defensa de los derechos humanos alertan regularmente a las autoridades de las condiciones de detención deplorables que a menudo prevalecen en los centros brasileños.
El escenario es complejo y tiene también intereses económicos fuertes, como por ejemplo el control de la frontera entre Brasil y Paraguay para el contrabando, una actividad que según la policía mantenían en sociedad tanto el Comando Vermelho con el PCC.
El Comando Vermelho nació en 1969 en el presidio de Ilha Grande, en una acción conjunta de detenidos políticos y criminales durante la dictadura militar, mientras que el PCC tiene su origen en los años noventa en San Pablo bajo el mote "sindicato de los presos", nacido al calor de la masacre de la cárcel de Carandirú, con 111 reclusos asesinados por la policía.
El Primer Comando de la Capital (PCC), además, domina varias comunidades y barrios pobres de San Pablo y en los últimos años desarrolló sistemas de acción social, como garantizar seguridad en las favelas y entregar a las madres embarazas una canastas básicas de alimentos.
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El Ministerio de Justicia informó en 2015 que Brasil es el país con la cuarta mayor población carcelaria del mundo.
La sobrepoblación del sistema, y las malas condiciones en las que viven los presos, son causantes de enfrentamientos entre los grupos que se forman en el encierro.
Muchas veces, las organizaciones criminales toman el control de las cárceles, que "son auténticas escuelas del crimen", dijo en su momento José Eduardo Cardozo, ministro de Justicia en esa época.
Los motines y los enfrentamientos son muy frecuentes dentro de los hacinados presidios en Brasil.
La prisión de Monte Cristo, por ejemplo, tiene una capacidad para 700 detenidos pero alberga al doble.
Organizaciones de defensa de los derechos humanos alertan regularmente a las autoridades de las condiciones de detención deplorables que a menudo prevalecen en los centros brasileños.
El escenario es complejo y tiene también intereses económicos fuertes, como por ejemplo el control de la frontera entre Brasil y Paraguay para el contrabando, una actividad que según la policía mantenían en sociedad tanto el Comando Vermelho con el PCC.
El Comando Vermelho nació en 1969 en el presidio de Ilha Grande, en una acción conjunta de detenidos políticos y criminales durante la dictadura militar, mientras que el PCC tiene su origen en los años noventa en San Pablo bajo el mote "sindicato de los presos", nacido al calor de la masacre de la cárcel de Carandirú, con 111 reclusos asesinados por la policía.
El Primer Comando de la Capital (PCC), además, domina varias comunidades y barrios pobres de San Pablo y en los últimos años desarrolló sistemas de acción social, como garantizar seguridad en las favelas y entregar a las madres embarazas una canastas básicas de alimentos.

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