El presidente de Bolivia, Evo Morales, expresó ayer su indignación por el juicio político al que posiblemente se enfrentará su colega brasileña Dilma Rousseff, después de que el domingo la Cámara de Diputados aprobó su apertura, mientras que un senador de la principal oposición boliviana sostuvo que la mandataria "está pagando el precio de la corrupción generalizada del Gobierno del PT (Partido de los Trabajadores)".
"¡Fuerza @dilmabr! Sentimos indignación por el juicio político. Esta batalla la ganará el pueblo. La verdad se impondrá siempre", escribió en Twitter el presidente Morales.
Morales se declaró en público seguidor de la obra iniciada por Luiz Inácio Lula da Silva hace 12 años en Brasil y que fue continuada por su sucesora Rousseff.
En cambio, el senador opositor Oscar Ortíz, de Unidad Demócrata (UD), sostuvo que el juicio a Rousseff es resultado de la corrupción que existe en Brasil. "Presidenta Dilma está pagando el precio de la corrupción generalizada del Gobierno del PT. Es una pena que Brasil llegue a esta situación", afirmó Ortíz en un tuit, a pesar de que es sabido que Rousseff no fue acusada ni por la Justicia ni por los diputados de ningún acto de corrupción, sino por una irregularidad en el manejo presupuestario.
Los miembros del gobernante Movimiento Al Socialismo (MAS) expresaron su solidaridad con la mandataria brasileña y criticaron la aprobación del inicio de "impeachment" por parte de la Cámara de Diputados del país vecino.
"Perpleja, así me encuentro. La Cámara de Diputados de Brasil nos duele. Tememos por el futuro de Brasil, la farsa golpea a la democracia", escribió en un tuit la presidente de la Cámara de Diputados, Gabriela Montaño. La ministra de Salud, Ariana Campero, expresó también su apoyó a Rousseff: "Estamos contigo presidenta Dilma, porque un golpe en Brasil, es un golpe en Latinoamérica", agregó. El alcalde de La Paz, Luis Revilla, de la opositora agrupación política Sol.bo, fue crítico al señalar que el juicio en Brasil es resultado que algo no funciona bien en la conducción política en países sudamericanos.
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El presidente de Bolivia, Evo Morales, expresó ayer su indignación por el juicio político al que posiblemente se enfrentará su colega brasileña Dilma Rousseff, después de que el domingo la Cámara de Diputados aprobó su apertura, mientras que un senador de la principal oposición boliviana sostuvo que la mandataria "está pagando el precio de la corrupción generalizada del Gobierno del PT (Partido de los Trabajadores)".
"¡Fuerza @dilmabr! Sentimos indignación por el juicio político. Esta batalla la ganará el pueblo. La verdad se impondrá siempre", escribió en Twitter el presidente Morales.
Morales se declaró en público seguidor de la obra iniciada por Luiz Inácio Lula da Silva hace 12 años en Brasil y que fue continuada por su sucesora Rousseff.
En cambio, el senador opositor Oscar Ortíz, de Unidad Demócrata (UD), sostuvo que el juicio a Rousseff es resultado de la corrupción que existe en Brasil. "Presidenta Dilma está pagando el precio de la corrupción generalizada del Gobierno del PT. Es una pena que Brasil llegue a esta situación", afirmó Ortíz en un tuit, a pesar de que es sabido que Rousseff no fue acusada ni por la Justicia ni por los diputados de ningún acto de corrupción, sino por una irregularidad en el manejo presupuestario.
Los miembros del gobernante Movimiento Al Socialismo (MAS) expresaron su solidaridad con la mandataria brasileña y criticaron la aprobación del inicio de "impeachment" por parte de la Cámara de Diputados del país vecino.
"Perpleja, así me encuentro. La Cámara de Diputados de Brasil nos duele. Tememos por el futuro de Brasil, la farsa golpea a la democracia", escribió en un tuit la presidente de la Cámara de Diputados, Gabriela Montaño. La ministra de Salud, Ariana Campero, expresó también su apoyó a Rousseff: "Estamos contigo presidenta Dilma, porque un golpe en Brasil, es un golpe en Latinoamérica", agregó. El alcalde de La Paz, Luis Revilla, de la opositora agrupación política Sol.bo, fue crítico al señalar que el juicio en Brasil es resultado que algo no funciona bien en la conducción política en países sudamericanos.