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Reliquias del padre Pío

Domingo, 22 de mayo de 2016 01:30
<p>PADRE PÍO DE PIETRELCINA</p>

Preparando el especial momento, ayer hubo una charla sobre el padre Pío de Pietrelcina y hoy se expondrán las reliquias a la feligresía jujeña desde la mañana, en horario corrido, en la iglesia San Francisco.

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Preparando el especial momento, ayer hubo una charla sobre el padre Pío de Pietrelcina y hoy se expondrán las reliquias a la feligresía jujeña desde la mañana, en horario corrido, en la iglesia San Francisco.

Además se informó que esta tarde, a las 16, se realizará una celebración de sanación en el templo de calle Belgrano esquina Lavalle.

Debe tenerse en cuenta que los dos estigmatizados más famosos fueron inicialmente incomprendidos por la Iglesia.

El primer estigmatizado con las llagas de Cristo que se registró fue San Francisco de Asís, de ellas se tuvo conocimiento por San Buenaventura.

Pero hay otro estigmatizado también famoso, un hijo espiritual del “poverello” (San Francisco) cuyas llagas se estudiaron extensamente: el padre Pío de Pietrelcina (Italia).

Sus estigmas

El padre Pío recibió la orden de dar media docena de “declaraciones” bajo juramento en 1921 incluso se le pidió que lo hiciera de rodillas, con la mano sobre la Biblia y en los testimonios se revelan notables detalles sobre sus estigmas.

La herida en la palma de la mano derecha, era de unos cinco centímetros de diámetro y cubierta de costras pequeñas de materia sangrienta. “Es obvio que no hay una lesión de la piel, ningún agujero, ya sea central o lateral”, escribió monseñor Raffaello Carlo Rossi. “A partir de esto, parece posible inferir que la sangre que es visible en la mano y que se coagula en estas costras sale de la propia piel a través de exudación”.

El santo dijo que el dolor era tal que su mano entera le dolía todo durante los estigmas, más aguda en el medio y cuando apretaba la mano. En la parte posterior de la mano, había un agujero de unos 1,4 cm. de diámetro, también sin lesión y directamente alineado con la palma de la mano herida en el otro lado. En los pies del padre Pío se vio algo que parecía una roseta de dos pulgadas de diámetro en la parte superior una herida y la piel delicada que en ese momento no estaba sangrando.


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