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Los toros de Casabindo

Miércoles, 17 de agosto de 2016 01:30
<div>PROTAGONISTAS/ TORO Y TORERO PRIMERO SE MIRAN A LOS OJOS Y DESPUÉS SE CRUZAN.</div><div>
Ya es mediodía en Casabindo y falta muy poco para que empiece el Toreo de la Vincha. La multitud, que está desde temprano llenando las tribunas y los muros laterales de la plaza, empieza a ponerse impaciente porque la espera bajo un sol hiriente es larga.
Muy pocos prestan atención al resto de la ceremonia religiosa que, pasado el mediodía, tiene a la procesión concluyendo el recorrido por las calles del pueblo.
Este 2016 ha sido duro por la sequía y los dueños de los animales tuvieron que poner mucho esfuerzo para mantenerlos.
Dentro del corral de piedra, del tamaño de una cancha de básquet, hay alrededor de cincuenta animales, en su mayoría toros, algunas vacas, y dos o tres terneros. Entre todos se destacan por su altura dos cebúes traídos desde Puesto del Marqués.
Entre los toros está Ramoncito, descendiente de aquel famoso tauro llamado Chapulín y que durante varios años dejó su huella como animal bravío e indomable, que supo mandar al hospital de Abra Pampa, en ambulancia, a varios toreros.
Ramoncito también es "colorado" con manchas blancas en la cabeza y la cola, tiene un porte especial y de lejos se nota que es de poca paciencia. Sin embargo, un joven torero casabindeño, Dante Morales, nos cuenta que los toros, cuando están en la manada, son mansos; que cuando llega el momento de entrar a la plaza se ponen bravos y muestran espontáneamente su fiereza. No se los prepara para la fiesta religiosa, simplemente los traen de las haciendas, ardua tarea que puede llevar tres o cuatro días. También hay animales que pertenecen a la Virgen de la Asunción porque los donaron.
Dante dice que los toros lideran grupos de hasta cincuenta vacas y que cuesta "convencerlos" para que bajen al pueblo para la festividad.
En unos kilómetros a la redonda de Casabindo hay ciénegos, pasturas y ojitos de agua donde los animales beben y se alimentan de esporal y chillagua, arbustos de la zona. Esto ocurre desde la colonia, cuando llegaron los primeros españoles, porque era un lugar de paso obligado desde y hacia el Alto Perú.
Por eso cuenta la historia que fueron los españoles los que llevaron a un cacique de la zona a enfrentarse con un toro bravo hace centenares de años. Ese día el cacique murió pero antes depositó ante la Virgen la vincha con monedas de plata.
Mientras tanto Ramoncito también está impaciente, escarba con sus patas delanteras la tierra arenosa, levantando polvareda porque ya empezó a soplar fuerte el viento y va a ser su turno.
Dante dice: "nosotros no toreamos para demostrar que tenemos coraje o que somos valientes, no, lo hacemos por fe". Y así como hay toros muy recordados también los hay toreros destacados, como el caso de Daniel Cussi y Sergio Vazquez.
Ya todo está listo, la multitud ha terminado de acomodarse y no queda espacio para nadie. Los que llegaron tarde suben apurados al cerro de la cruz para mirar algo desde lejos.
El locutor anuncia al toro y al torero, una bomba de estruendo estalla sobre la plaza y las campanas de la iglesia repican anunciando que comienza un toreo.
Ramoncito resopla, varios hombres lo empujan por el pasillo que lo lleva a la plaza y finalmente sale.
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Ya es mediodía en Casabindo y falta muy poco para que empiece el Toreo de la Vincha. La multitud, que está desde temprano llenando las tribunas y los muros laterales de la plaza, empieza a ponerse impaciente porque la espera bajo un sol hiriente es larga.
Muy pocos prestan atención al resto de la ceremonia religiosa que, pasado el mediodía, tiene a la procesión concluyendo el recorrido por las calles del pueblo.
Este 2016 ha sido duro por la sequía y los dueños de los animales tuvieron que poner mucho esfuerzo para mantenerlos.
Dentro del corral de piedra, del tamaño de una cancha de básquet, hay alrededor de cincuenta animales, en su mayoría toros, algunas vacas, y dos o tres terneros. Entre todos se destacan por su altura dos cebúes traídos desde Puesto del Marqués.
Entre los toros está Ramoncito, descendiente de aquel famoso tauro llamado Chapulín y que durante varios años dejó su huella como animal bravío e indomable, que supo mandar al hospital de Abra Pampa, en ambulancia, a varios toreros.
Ramoncito también es "colorado" con manchas blancas en la cabeza y la cola, tiene un porte especial y de lejos se nota que es de poca paciencia. Sin embargo, un joven torero casabindeño, Dante Morales, nos cuenta que los toros, cuando están en la manada, son mansos; que cuando llega el momento de entrar a la plaza se ponen bravos y muestran espontáneamente su fiereza. No se los prepara para la fiesta religiosa, simplemente los traen de las haciendas, ardua tarea que puede llevar tres o cuatro días. También hay animales que pertenecen a la Virgen de la Asunción porque los donaron.
Dante dice que los toros lideran grupos de hasta cincuenta vacas y que cuesta "convencerlos" para que bajen al pueblo para la festividad.
En unos kilómetros a la redonda de Casabindo hay ciénegos, pasturas y ojitos de agua donde los animales beben y se alimentan de esporal y chillagua, arbustos de la zona. Esto ocurre desde la colonia, cuando llegaron los primeros españoles, porque era un lugar de paso obligado desde y hacia el Alto Perú.
Por eso cuenta la historia que fueron los españoles los que llevaron a un cacique de la zona a enfrentarse con un toro bravo hace centenares de años. Ese día el cacique murió pero antes depositó ante la Virgen la vincha con monedas de plata.
Mientras tanto Ramoncito también está impaciente, escarba con sus patas delanteras la tierra arenosa, levantando polvareda porque ya empezó a soplar fuerte el viento y va a ser su turno.
Dante dice: "nosotros no toreamos para demostrar que tenemos coraje o que somos valientes, no, lo hacemos por fe". Y así como hay toros muy recordados también los hay toreros destacados, como el caso de Daniel Cussi y Sergio Vazquez.
Ya todo está listo, la multitud ha terminado de acomodarse y no queda espacio para nadie. Los que llegaron tarde suben apurados al cerro de la cruz para mirar algo desde lejos.
El locutor anuncia al toro y al torero, una bomba de estruendo estalla sobre la plaza y las campanas de la iglesia repican anunciando que comienza un toreo.
Ramoncito resopla, varios hombres lo empujan por el pasillo que lo lleva a la plaza y finalmente sale.

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