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La Garganta del Diablo se abre con su caída de agua en sus abismos

Un lugar poético escondido en el corazón de la Quebrada de Humahuaca. Un paseo imperdible para los turistas.

Domingo, 29 de octubre de 2017 00:00

 

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LA GARGANTA DEL DIABLO. UBICADO A POCO DE SUBIR POR UNO DE LOS MUROS CERROS QUE ENCIERRAN, HACIA EL ORIENTE, EL VALLE TILCAREÑO.

A poco de subir por uno de los muros cerros que encierran, hacia el oriente, el valle tilcareño, la Garganta del Diablo se abre con su inmensa caída de agua, en sus abismos.

A comienzos de la década del sesenta, cuando Ernesto Sábato quiere describir, en las primeras páginas de Sobre Héroes y Tumbas, lo que son la angustia y el miedo, habla de la sensación que tuvo al borde de la Garganta del Diablo.

CASCADA. SE ABRE CON UNA INMENSA CAÍDA DE AGUA, EN SUS ABISMOS.

Alguna vez Alfredo Yacussi, el escultor que, entre tantas otras obras, tallara el Cristo de Punta Corral, se sacó una fotografía similar: el hombre al borde del abismo como a punto de volar que, para Sábato, fue también el riesgo de la caída.

Hacia 1983 Atahualpa Yupanqui graba, para su disco Guitarra y Canto, una canción en la que un pastor le reza al viento y dice: "escucha los ruegos del pobre pastor, viento de los valles dame tu frescor", para luego agregar que "el indio marcha pensando así entre la quebrada, el Huasamayo suspira ay desde sus entrañas", en una alusión al rumor de esas aguas que bajan en cascada por el mismo sitio.

Lo imponente del paisaje ha hecho que el novelista lo tomara como modelo para describir sentimientos tan profundos, que el artista plástico representara allí, acaso, su Cantor del Viento, y que el poeta recurriera a sus sonidos para reemplazar la voz de Dios por la fuerza de la naturaleza.

No es de extrañarnos, tampoco, que esas construcciones magníficas del paisaje sean adjudicadas, en el decir popular que las nombra, a la mano del diablo.

LUGAR POÉTICO. ESCONDIDO EN EL CORAZÓN DE LA QUEBRADA DE HUMAHUACA.

Baruj Spinoza, en el siglo XVII, deduce que muchas de las referencias a lo divino, en el Antiguo Testamento, nombran a lo extraordinario, donde los árboles de Dios son los grandes árboles, o las montañas de Dios son las grandes montañas, cuando todos los árboles y las montañas, en sentido propio, debieran ser tenidos por propiedad de lo divino.

Del mismo modo, aunque llamativamente invertido, se llama Puente del Diablo (Tres Cruces) al que une dos barrancos sin intervención de la ingeniería humana, Puerta del Diablo (Tupiza) a una entrada gigantesca a un valle forjada en un muro de laja, o Garganta del Diablo, allá en el ascenso a los Valles Calchaquíes, acá en un punto del camino que traía alimentos desde las antiguas sementeras de las terrazas de Alfarcito hasta el poblado del Pucará, a sendas imponentes fauces de los cerros.

Acaso, dirán, porque fueran sitio de alguna deidad precolombina que, como todas ellas, fueron tildadas de "diablo" por los primeros evangelizadores; tal vez de la mano de algún cuento lugareño para que los niños se cuidaran de andar por esos trechos, que se pudieron tener por malos; pero probablemente, como quería el filósofo holandés, por su mera grandiosidad.

NATURALEZA. EL VALLE TILCAREÑO ESTÁ RODEADO DE ESPACIOS INCREIBLES.

CANAL. ESPACIO POR DONDE CIRCULA EL AGUA DE LA CASCADA

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