Hace pocos días, sin tiempo para darnos cuenta de la enorme ausencia, o para armar una nota de despedida, Francisco "Pollo" Martínez, se cansó de vivir y partió. Su guitarra llena de magia, de creatividad y fantasía, subió con él a los cielos y en sus manos llenas de música, cumplió el último objetivo: se convirtió en una estrella.
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Hace pocos días, sin tiempo para darnos cuenta de la enorme ausencia, o para armar una nota de despedida, Francisco "Pollo" Martínez, se cansó de vivir y partió. Su guitarra llena de magia, de creatividad y fantasía, subió con él a los cielos y en sus manos llenas de música, cumplió el último objetivo: se convirtió en una estrella.
Acompañó con su guitarra a los niños que cantaban en festivales escolares y a la monumental Mercedes Sosa. A todos con la misma pasión y compromiso.
Desde ahora podrá iluminar a los cantantes, autores y compositores, a los intérpretes y poetas que siguen en su huella abierta a fuerza del corazón y el profesionalismo con que revistió su amor a Jujuy, a sus paisajes, a su gente y a su folklore.
El "Pollo", (muy pocos sabían que se llamaba Francisco), había nacido en San Salvador de Jujuy, un 15 de Agosto de 1941, con el destino definido de antemano: iba a ser un hombre de bien, de carácter afable y generoso, y ejercería su oficio de superdotado musical con obstinación y alegría: sería guitarrista. Cuando la única radioemisora de Jujuy -la original LW8 Radio Jujuy, filial de Radio Splendid, de la red Azul y Blanca de emisoras Argentinas- le abrió sus puertas en los viejos y queridos estudios de calle Ramírez de Velazco, el Pollo selló su amor para toda la vida con aquella primera guitarra dura y difícil de afinar. Debutó nervioso, pero decidido y feliz. Sus primeros acordes acompañaron a las voces magníficas de Leandro Ocampo y Pedro del Cerro. El camino a seguir estaba trazado.
Varias formaciones
Todo después fue un vértigo musical. Creó e integró los conjuntos folklóricos Los Cumbreños, Los Airampeños, Voces de Tierra Linda, Voces del Huasamayo, Los Changos del Huancar, Los Pastores del Yaco y Los Arrieros de Yavi. Sus acordes, sus trémolos, los bordoneos, las punteadas increíbles, las zapadas de trasnochadas, los arreglos clásicos y los disonantes imposibles, fluían desde su corazón y por sus manos a la guitarra, esa novia eterna y obediente que cobraba vida con el abrazo del Pollo. Los nombres de queridos amigos del folklore de Jujuy se mezclaban con su carrera artística: Pinocho Sona, Juan Carlos Aramayo, Yiki Arnedo, César Noro, el Negro Altamirano, Francisco Barnichea, Roque González, Enrique Romero, Rolando Burgos, Antonio Puentes, Froilán Cabezas, entre tantos otros cuyos homenajes están aún pendientes, se mezclaron en la bohemia musical del Pollo y engalanaron al Jujuy de las serenatas. Juntos, hicieron magníficas las noches jujeñas y ejercieron la tradición provincial a más alto nivel. Los logros del Pollo fueron innumerables. Desde los premios en el Festival de Cosquín en 1961, el Festival de Folklore regional en Salta, el Primer Festival Latinoamericano de Folklore también en Salta. Y la segunda etapa de su carrera ya la compartió con Nicolás "El Burro" Lamadrid, José Artaza, Fredes Zarza, Carlos Herrero Torrens. Los últimos años de su vida artística, fue la guitarra que permitió lucirse a los solistas Graciela Yazlle, Mónica Pacheco, María Paz, Pelusa Cortez, Mirta Vilca, Ester Yolanda, Cuchi Aramayo. Trabajos notables compartió con Jorge Hugo Chagra, célebre cantautor, en cuyo disco más emblemático "A Jujuy siempre se vuelve", el Pollo realizo los arreglos y el doblaje de varias guitarras, técnica que recién comenzaba a hacer común. También con Beatriz Lizárraga, con quien deslumbraron en temporadas artísticas en escenarios de Argentina y Brasil, con los integrantes de "Jujuy en Cuatro", Gerardo Padilla, HÚctor Garnier, Jorge Jamarlli y Eduardo Galli, y una vez desarmado este grupo, integró como músico y arreglador -y sumando también su voz en varios temas- la nueva formación "Jujuy en Tres" que integraron Maussy Padilla, Grillo Garnier, y yo, experimentando con el lado histriónico que lo llevó a actuar en café concerts, recitales guionados y espectáculos teatrales que dirigió Luis Alberto Vallejo. Después con Gustavo Bacha Bohuid, como primer guitarrista y arreglador, grabaron 5 cds de temas folklóricos. En 2008, cansado, y agobiado por crueles enfermedades que combatió con tenacidad y un ánimo indoblegable, el Pollo se retiró de los escenarios. Pero jamás dejó la música. Sus discos, sus recuerdos, sus guitarras, siempre acompañaron su vida.
El Pollo, como ocurre con los elegidos, hizo el bien mientras vivió. Repartió arte, emociones, alegría, y detrás de su presencia aparentemente adusta y formal, sorprendía con el humor ocurrente y vivaz.
Sencillez
Fue sencillo al extremo, como todos los grandes, y acompañó con su guitarra a los niños que cantaban en festivales escolares y a la monumental Mercedes Sosa, con igual calidad y dedicación. Su obra cúlmine fue -en compañía con Antonio Molina y Walter Paredes- la Misa Jujeña. Obra Maravillosa que se estrenó en nuestra Catedral y luego se interpretó en el Vaticano. A los 76 años, Francisco Pollo Martínez y su guitarra quedaron ocultos detrás del telón que se cerró definitivamente. Falleció el 25 de noviembre pasado. Por delante, la platea de toda la jujeñidad seguirá aplaudiendo los ecos eternos su música y extrañando al maestro y al amigo. Y recordándolo junto a Elsa, su inseparable compañera de ruta, a Mariana, Paula y Gabriel, sus orgullosos hijos, dueños de una herencia musical y un ejemplo de vida.