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Cómo ser libre de la gente | opinion

Jueves, 02 de febrero de 2017 01:30

Cómo ser libre de la gente

La mayoría de los problemas que solemos tener no son con nuestras mascotas, sino interpersonales. Es decir, que hay personas involucradas. Tanto lo bueno como lo malo vienen de la gente. Si te detenés un momento a pensar en tu día más feliz, seguramente verás que hubo personas valiosas junto a vos. Pero también si pensás en tu día más triste, encontrarás que allí hubo gente tóxica. Nos guste o no, hay gente cuyo único fin es arruinarles la vida a los demás.

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Cómo ser libre de la gente

La mayoría de los problemas que solemos tener no son con nuestras mascotas, sino interpersonales. Es decir, que hay personas involucradas. Tanto lo bueno como lo malo vienen de la gente. Si te detenés un momento a pensar en tu día más feliz, seguramente verás que hubo personas valiosas junto a vos. Pero también si pensás en tu día más triste, encontrarás que allí hubo gente tóxica. Nos guste o no, hay gente cuyo único fin es arruinarles la vida a los demás.

Las experiencias negativas suelen quedar grabadas a fuego en el alma de quien las vivió, impidiéndole avanzar y triunfar en la vida. Por ello es que necesitamos contar con herramientas que nos resulten útiles para enfrentar a los que vienen a complicarnos la existencia y para sanar las heridas que nos causan.

Estas son algunas de las acciones más comunes que utiliza un tóxico para lastimar a otros:

Menosprecio. Aquel que descalifica a otro no solo lo está humillando, sino que además lo está desvalorizando. Se puede descalificar la manera de hablar o vestir, la familia, la educación (o la falta de ella), el trabajo, la creencia religiosa y cualquier otra cosa relacionada con la vida personal.

Difamación. Aquel que inventa un chisme, una calumnia o un rumor, y se encarga de diseminarlos, solo busca destruir al otro.

Vergüenza. Alguien puede avergonzar a otra persona o sentir vergüenza de ella. En ambos casos, está humillando al otro. Hay padres que se avergüenzan de sus hijos e hijos que se avergüenzan de sus padres. Ya sea por su aspecto, por su condición económica o por su nivel de educación. Aquí tenemos que diferenciar culpa de vergüenza. La culpa nos hace sentir que hicimos algo malo; mientras que la vergüenza nos hace sentir que somos malos. El adulto que fue avergonzado de niño se sentirá malo.

Control. El controlador buscará saber dónde va, con quién está o habla, a qué hora regresa y cualquier otro detalle de la vida del otro. En un nivel más profundo intentará controlar la vida económica o amorosa del otro. Aquel que permite que lo controlen, sin poner límites, terminará por sentirse inútil y, en algún punto, comenzará a desvalorizarse y a creer que no es capaz de hacer nada por sí mismo.

Para ser libre de la gente, debemos comenzar por revisar nuestra autoestima, pues el tóxico siempre encontrará una debilidad en nosotros a través de la cual pueda infligirnos una herida. Todos tenemos un "talón de Aquiles" pero también la capacidad de reconocerlo y superarlo.

Y en segundo lugar, debemos evitar hacerles a otros aquello que no nos gustaría que nos hagan a nosotros. Estos son algunos ejemplos de esto:

-El que mira los errores de los demás tendrá que soportar que otros miren sus errores. Todo lo que sembramos, tarde o temprano, lo cosechamos; sea positivo o negativo. Cuando te creés con derecho a evaluar y juzgar los defectos de los demás, alguien se creerá con el mismo derecho sobre tu vida. Concentrarte en los errores de otros te liga a esas personas y abre la puerta para que otros invadan tu vida.

-El que critica a los demás será criticado y enjuiciado por otros. Aquel a quien hoy elegís criticar mañana podría convertirse en tu jefe, tu compañero o cualquier otra persona de quien puedas necesitar algo. Mirar y juzgar los defectos de los demás muchas veces revela que eso mismo está en nosotros, pero no nos atrevemos a reconocerlo. Acusación puede ser sinónimo de autoconfesión.

-Todo lo que no se tolera en uno mismo es lo que se ve en los otros. Todos los seres humanos tenemos defectos. Nadie es perfecto (¡aunque algunos así lo crean!). Ser conscientes de esta verdad nos libera de estar pendientes de los demás y su lado negativo. En realidad, lo que no te gusta de alguien y juzgás es lo que no tolerás en vos. ¿Lo sabías?

La mejor forma de alejarnos de la gente que nos daña y no suma en nuestra vida es sanándonos a nosotros mismos y cambiando todo lo que necesitamos cambiar, al punto de convertirnos en una imán que atraiga solo lo bueno a nuestras vidas.

Si tenés alguna inquietud, podés escribirme a[email protected]