Falleció el lunes en esta ciudad, el abogado, poeta y escritor, Godofredo Garay. Profundamente jujeño y comprometido con las grandes causas provinciales, heredó de su padre, el Gaucho Miguel Vicente Garay, la vocación por la literatura, la actividad política siempre desinteresada, y la personalidad dispuesta a hacer el bien y a servir al prójimo. Godofredo publicó "Río Maldito", "Código Jesucristo", "La llave del cielo", "Entre el Bien y el mal", "El grito de la sandre" y "El Milagro de Molulo".
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Falleció el lunes en esta ciudad, el abogado, poeta y escritor, Godofredo Garay. Profundamente jujeño y comprometido con las grandes causas provinciales, heredó de su padre, el Gaucho Miguel Vicente Garay, la vocación por la literatura, la actividad política siempre desinteresada, y la personalidad dispuesta a hacer el bien y a servir al prójimo. Godofredo publicó "Río Maldito", "Código Jesucristo", "La llave del cielo", "Entre el Bien y el mal", "El grito de la sandre" y "El Milagro de Molulo".
En el primero de los libros, relató con destreza literaria la tragedia vivida en una excursión de pesca de nueve amigos jujeños en el Río Paraná. En ese hecho, ocurrido en 1986, mientras los pescadores se encontraban a bordo de una lancha en el caudaloso río, se desató una repentina y violenta tormenta con fuertes vientos.
El resultado fue el vuelco de la embarcación y la consecuencia que de los nueve sólo cuatro lograron llegar a las costas. El relato es cruel, pero apasionado y poético, y le costó al autor un largo tiempo de silencio, al cabo del cual, "ya exorcizado" decía, volvió a escribir y "a perdonar al Paraná", porque "éramos nosotros los que no conocíamos las características de ese río".
En el libro titulado "Entre el bien y el mal" Godofredo bucea en la intimidad del corazón del hombre y lo expone frente a la posibilidad de conocer las reacciones del alma, frente a la hipotética llegada de Cristo hoy. Y "El Milagro de Molulo" es el relato de la odisea de niños de la escuela de Molulo, ubicada en el corazón de los valles Altos de Tilcara, que se extraviaron en medio de una feroz tormenta de lluvia y nieva, librados a su suerte y a la buena de Dios. Su prosa simple y profunda, emociona, interpela y atrapa.
Godofredo Garay, fue además, un lúcido miembro del foro local, se desempeñó como funcionario público, fue Presidente de la filial jujeña de la Sade, miembro del grupo JA (Jujeños Autores) e incursionó en la actividad política y en el periodismo "con romántico y quijotesco empeño" como se autodefiniría ante este periodista durante un breve reportaje. Vivió con sencillez y humildad y lo caracterizaron su profunda fe cristiana y un inquebrantable amor por Jujuy.
Seguramente en sus cajones estarán guardadas muchas obras que esperan ver la luz en letras de molde, tarea para quienes siguen en la huella que "Godo" abrió y marcó con generosidad y precisión.