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Niños que lloran

Martes, 14 de marzo de 2017 21:10

¡Buenas tardes!

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¡Buenas tardes!

El tema de los niños víctimas de las peleas de sus padres aparece con frecuencia en las preocupaciones de Francisco. Por ejemplo, en la audiencia general del miércoles 24 de junio de 2015, el Papa habló sobre "las  heridas que se abren en el interior de la convivencia familiar".

"El vaciamiento del amor conyugal difunde resentimientos en las relaciones. Y a menudo la desunión "cae" encima de los hijos.
 

Los hijos. Quisiera detenerme un poco sobre este punto. No obstante nuestra sensibilidad aparentemente evolucionada, y todos nuestros análisis psicológicos, me pregunto si no nos hemos anestesiado también con respecto a las heridas del alma de los niños. Cuanto más se trata de compensar con regalos y dulces, más se pierde el sentido de las heridas -más dolorosas y profundas- del alma. Hablamos mucho de trastornos comportamentales, de salud psíquica, de bienestar del niño, de ansia de los padres y de los hijos. ¿Pero sabemos todavía qué es una herida del alma? ¿Sentimos el peso de la montaña que aplasta el alma del niño, en las familias en las cuales se tratan mal y se hacen mal, hasta romper el vínculo de fidelidad conyugal? ¿Qué peso tiene, en nuestras elecciones -elecciones equivocadas, por ejemplo- qué peso tiene el alma de los niños? Cuando los adultos pierden la cabeza, cuando cada uno piensa sólo en sí mismo, cuando papá y mamá se hacen mal, el alma de los niños sufre mucho, prueba una sensación de desesperación. Y son heridas que dejan una marca para toda la vida.
 

En la familia todo está relacionado junto: cuando su alma está herida en algún punto, la infección contagia a todos.
 

Y cuando un hombre y una mujer, que se han comprometido a ser `una sola carne´ y a formar una familia, piensan obsesivamente en las propias exigencias de libertad y de gratificación,  esta distorción carcome la vida de los hijos. ¡Tantas veces los niños se esconden para llorar solos!..."
 

El llanto de los niños. Hay que tomarse tiempo para saber interpretarlo. Hay que asomarse al mundo de sus sentimientos. Quizás podremos encontrarnos con sorpresas.

 

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