La mañana del domingo hace que los vecinos salgan a la calle, con la tranquilidad de ir hasta el mercado a comerse una empanada o a comprar algo necesario, pero, al pasar por la calle, uno se detiene porque escucha una chacarera. Al azar casi, capaz que imaginando un escenario, Hugo Valenzuela y Huesito Pérez buscan y se ríen de un acierto y de un recuerdo entre el rasgueo y la voz. Cada uno sabe por qué dejó de lado la música para transitar otros caminos. A Huesito, que vende sus inciensos después de transmitir desde la radio, se lo ve de vez en cuando despuntar el vicio de una zamba. A Hugo capaz que haga más tiempo que no lo escuché tantear un arreglo tanto como para pasar el rato, y uno recuerda más de una noche en que uno y otro nos hicieron disfrutar con sus respectivas formas de folclorear.
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La mañana del domingo hace que los vecinos salgan a la calle, con la tranquilidad de ir hasta el mercado a comerse una empanada o a comprar algo necesario, pero, al pasar por la calle, uno se detiene porque escucha una chacarera. Al azar casi, capaz que imaginando un escenario, Hugo Valenzuela y Huesito Pérez buscan y se ríen de un acierto y de un recuerdo entre el rasgueo y la voz. Cada uno sabe por qué dejó de lado la música para transitar otros caminos. A Huesito, que vende sus inciensos después de transmitir desde la radio, se lo ve de vez en cuando despuntar el vicio de una zamba. A Hugo capaz que haga más tiempo que no lo escuché tantear un arreglo tanto como para pasar el rato, y uno recuerda más de una noche en que uno y otro nos hicieron disfrutar con sus respectivas formas de folclorear.
Alguien, en broma, les deja un billete de dos pesos en las rodillas. Un chiste, un comentario, una canción y sacó la foto para el recuerdo. Huesito me pregunta si se la puedo mandar por mail. Yo le digo que tal vez sea para el diario, quién sabe si no estaré anunciando algo de la música popular que esté por suceder.