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Laberintos humanos. Hoy es distinto

Viernes, 07 de abril de 2017 21:52

Los que objetaban el matrimonio de la curandera con el doctor Tosario Peñaloza no eran, como dijo Armando, los académicos sino el ambiente brujeril. Que se consiga una médica, le decían pero era cierto que por esos años no había tantas. Hoy ya es distinto, dijo Edmundo meneando la cabeza como si lo preocupara.

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Los que objetaban el matrimonio de la curandera con el doctor Tosario Peñaloza no eran, como dijo Armando, los académicos sino el ambiente brujeril. Que se consiga una médica, le decían pero era cierto que por esos años no había tantas. Hoy ya es distinto, dijo Edmundo meneando la cabeza como si lo preocupara.

¿En qué pensás que es diferente?, quiso saber Agua con esa forma tan poco recatada que tienen las mujeres para hacer preguntas, pero quien respondió no fue Edmundo sino Matías, que agregó con buen criterio que el cuento era entonces y no ahora, así que esta parte de la charla lo tenía muy sin cuidado.

Eso te pasa por poco curioso, lo acusó Agua sin definir si era un elogio o una chanza, pero en algún punto tenés razón, le dijo y volvió la vista hacia doña Aurelia, que siguió contando que el doctor era bastante bonito, más aún con su terno de tela rayada, como se usaba entonces, y su bombín negro como el fondo de los ojos.

¿Era de ojos negros?, terció innecesariamente Matías y ella le dijo que sólo en el fondo, porque en derredor eran blancos como los tenemos todos. Y nomás que me conoció, como a las tres semanas de haberme visto por primera vez, y me tomó esta mano mía entre sus manos y me rogó que lo llamara Tosarito.

Agua suspiró, y Matías y Edmundo pensaban que exageraba mientras Armando me hacía señas como que nos vayamos, pero todos quisimos saber por qué no se casaron, y doña Aurelia nos dijo, como si fuera lo más natural del mundo, que jamás formaría una familia con alguien que tenga semejante apodo.

 

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