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Regreso de la Mamita del Cerro

Fieles de distintas partes de la provincia llegaron hasta Tumbaya para acompañar a la virgen de regreso a su santuario.

Sabado, 13 de mayo de 2017 15:25

La tradicional tranquilidad del pintoresco pueblo de Tumbaya se vio interrumpida antes de las cinco de la mañana de ayer cuando las bandas de sikuris comenzaron a llegar para acompañar y celebrar la partida de la Virgen de Copacabana de Punta Corral de regreso a su Santuario.

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La tradicional tranquilidad del pintoresco pueblo de Tumbaya se vio interrumpida antes de las cinco de la mañana de ayer cuando las bandas de sikuris comenzaron a llegar para acompañar y celebrar la partida de la Virgen de Copacabana de Punta Corral de regreso a su Santuario.

El son de sikus, redoblantes, bombos y matracas le daban la bienvenida a cientos de peregrinos que con profunda fe y devoción llegaban hasta la Iglesia para acompañar a la Mamita del Cerro hasta su casa.

Api con buñuelos, café con tortillas o mate cocido servían para afrontar el frio y el hambre matinal, mientras en el atrio de la Capilla se preparaba el altar para oficiar la misa de agradecimiento a la Santa Madre, que convoca a los jujeños devotos y creyentes.

Mientras la luna llena regalaba su luz de plata, las voces del coro entonaban canciones que creaban un clima de unción y recogimiento.

Concluido el oficio religioso con bendiciones a todos los presentes, especialmente a la familia y orando por una peregrinación plena de felicidad y de amor a la siete de la mañana las campana y los blancos pañuelos agitados con profunda emoción le brindaban una sentida despedida.

Mujeres, hombres de todas las edades y cientos de niños que de la mano de sus padres, observaban las distintas manera que  los mayores expresaban su amor. Algunos en silencio, otros con lágrimas en sus ojos y hasta con sentidos “Viva la Virgen”, la pequeña imagen en su camarín y portada por sus hijos iniciaba la marcha.

Desde aquel domingo de Ramos en que como cada año llegó triunfante hasta este sábado 13 trascurrieron algo más de 30 días, tiempo suficiente para recibir a miles de esperanzados peregrinos que junto a las comunidades de diferentes Iglesias y Capillas de toda la provincia llegaron hasta la tranquila Tumbaya, que los recibió con profundo amor cristiano.

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