SAN PEDRO (Corresponsal) Hay acciones que llenan el alma y son tan necesarias para estos tiempos en los que pareciera que los valores como la solidaridad, el afecto y el acompañamiento hacia los más necesitados están ausentes. Y cuando estos gestos se ponen de manifiesto pareciera que la realidad cambia y en ese breve pero tan intenso momento, quienes tienen la oportunidad de compartirlo, sienten que todavía hay esperanza, porque hay mucho de bueno en el corazón de las personas. Y esta maravillosa experiencia se vivió en el Hogar San José, ya que en el marco de la Semana de la Policía, la jefatura de la Unidad Regional 2 junto al personal, decidió celebrar la fecha, llegando a los más necesitados, a aquellos que sienten necesidad no sólo del pan material sino del afecto, de la palabra y del abrazo.
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SAN PEDRO (Corresponsal) Hay acciones que llenan el alma y son tan necesarias para estos tiempos en los que pareciera que los valores como la solidaridad, el afecto y el acompañamiento hacia los más necesitados están ausentes. Y cuando estos gestos se ponen de manifiesto pareciera que la realidad cambia y en ese breve pero tan intenso momento, quienes tienen la oportunidad de compartirlo, sienten que todavía hay esperanza, porque hay mucho de bueno en el corazón de las personas. Y esta maravillosa experiencia se vivió en el Hogar San José, ya que en el marco de la Semana de la Policía, la jefatura de la Unidad Regional 2 junto al personal, decidió celebrar la fecha, llegando a los más necesitados, a aquellos que sienten necesidad no sólo del pan material sino del afecto, de la palabra y del abrazo.
Y así llegó la singular visita de los efectivos policiales al Hogar de Adultos Mayores San José, que alberga a abuelos de la zona. Como en toda celebración la Banda de Música Juvenil, marcó presencia en la noche, ofreciendo un recital para los abuelos, para el personal y para los responsables del hogar. La noche serena se sumó a la velada con una agradable temperatura, que posibilitó que los abuelos pudieran estar al aire libre en el jardín de ingreso al edificio.
Luego de disfrutar de la serenata, los abuelos ingresaron al salón donde se les sirvió una cena y recibieron los regalos que llevaron los efectivos policiales. El rostro marcado por la expresión de felicidad, las sonrisas y las palabras de agradecimiento, fueron el común denominador de la noche. Todos los protagonistas, tanto los abuelos como el personal policial, pudieron sentir el valor que tienen estos momentos, porque fueron una caricia para el alma. Ambos se donaron por completo, largas y amenas charlas, historias de vida relatadas por los ancianos, y hasta el regalo de la música de un abuelo no vidente fue el broche de oro junto con la torta que fue compartida en un marco de gran emotividad.