El compañerismo, la amistad y el trabajo conjunto se adueñó del canchón de la Escuela de Minas. Allí se siente un aire de juventud, sobran relatos y graciosas anécdotas.
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El compañerismo, la amistad y el trabajo conjunto se adueñó del canchón de la Escuela de Minas. Allí se siente un aire de juventud, sobran relatos y graciosas anécdotas.
Mostraron a El Tribuno de Jujuy cómo es una jornada estudiantil de carroceros y los detalles de cada paso a seguir para poder construir su carroza.
Cada día los estudiantes se reúnen desde temprano para poder coordinar las tareas de flores, armado de chasis y recolección de materiales. El jefe de carroceros Nicolás Gallardo, comentó que por estos días están probando los movimientos dentro y a la vez pelean contra el tiempo, ya que falta poco para la desfiles.
Nacho Villalba, quien cumple la función de herrero contó que "la jornada de un carrocero es bastante extensa. Salimos de clase, comemos y estamos todo el tiempo metidos en el canchón".
Si bien la Escuela de Minas no tiene las mismas especialidades técnicas que otros colegios, los alumnos trabajan sin cesar en cada detalle y cuentan con el apoyo de todos los profesores, padres y otros compañeros. "Ya no nos queda nada, pero vamos a llegar bien", expresaron los estudiantes.
El proyecto de la carroza está pensado desde el año pasado y es por ello que se pudo conocer sólo una pista de su diseño. Dijeron que cuando los jóvenes la vean se divertirán y los mayores rememorarán su pasado.
Los chicos renuevan su carroza todos los años y piden colaboración de materiales reciclables como bolsas de papa, corchos, cajas de zapatos, ovillos de lana, bolsas de flores, latas rojas, CD, sorbetes, latas de cerveza, cartillas de Avon y Amodil. Las donaciones serán recibidas por los alumnos del colegio, en horario corrido.
Como en todo canchón, nunca pasan desapercibidas anécdotas vividas durante la víspera de la Fiesta.
Nicolás recordó los desfiles de años atrás y nos contó que "en el 2015, cuando el paso de las carrozas era en la avenida Córdoba, usamos un karting para hacer carreras a otros colegios durante la noche". Con total entusiasmo expresó además que "nuestro carrito era el más lindo, tenía luces de colores y resaltaba entre los otros kartings".
Al siguiente año, en la Ciudad Cultural tuvieron más conexión con los colegios, compartimos momentos de alegría y locuras, aunque a la hora de lucir la carroza por la pista el tiempo fue muy corto. "Esperábamos lucirnos más tiempo", dijo Nicolás. Comparten sueños, alegrías, bromas y hasta falta de tiempo "pero vale la pena ser estudiante".