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Modelando música con los sonidos de su entorno

Las obras que presenta transformando pistas sonoras, son sencillas.
Miércoles, 02 de mayo de 2018 00:00

Fidel Flores es un músico para prestarle atención. Tras haber escuchado algunos adelantos de su grabación en el estudio Sonoart, donde está grabando y editando, me acerqué a la noche de Sirviñacu, donde el domingo los presentara en vivo. En el escenario: una guitarra, un bajo de seis cuerdas y la computadora que alberga sus travesuras. Fidel deja a su hija Oli en brazos de Laura Chaker, su compañera y con quien compuso varias de sus canciones, se sienta frente al público y empieza el show.

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Fidel Flores es un músico para prestarle atención. Tras haber escuchado algunos adelantos de su grabación en el estudio Sonoart, donde está grabando y editando, me acerqué a la noche de Sirviñacu, donde el domingo los presentara en vivo. En el escenario: una guitarra, un bajo de seis cuerdas y la computadora que alberga sus travesuras. Fidel deja a su hija Oli en brazos de Laura Chaker, su compañera y con quien compuso varias de sus canciones, se sienta frente al público y empieza el show.

Nada de esto es ajeno a las canciones, casi una extensión del cuadro que acabo de describir. Durante meses viene modelando sonidos que digitaliza y amalgama con paciencia obsesiva: la voz de Violeta Parra describiendo a esas mujeres sabias de campo para el recuerdo de las zambas de su abuela, la de Julio Cortázar leyendo Casa Tomada, que por momentos es como el punteo de una guitarra para cantar con ella, el viento de Tilcara y de la Boca, transformaciones del sonido de las cuerdas del bajo, ritmos armados con sonidos, sonidos que pudieron haber quedado en ruidos pero se armonizan. De todo eso, más su guitarra o su bajo y su voz, cosa que pudiera perderse en experimentos sonoros se proyecta, en cambio, en canciones. Aquello que flota en derredor, gracias a su oído y creatividad, ocupa el lugar que, en circunstancias más tradicionales de la música, debieran ejercer los músicos de una banda con sus instrumentos. Y en ese barro que él modela, surgen piezas sencillas.

Eso en cuando a la banda virtual en el marco en que las ejecuta, pero a la vez, sin por ello desdibujar una personalidad musical sólida, Fidel deja en su show citas de las distintas influencias que lo fueron seduciendo a lo largo de la vida: la música uruguaya y el folclore argentino, el funky jazzroquero, arreglos que señalan a King Krimson y resoluciones a lo Spinetta, enriqueciendo lo propio con fuentes que no desentonan.

Los poemas brindan otra profundidad: palabras que acaso fueron elegidas por su sonoridad, son a la vez una crónica del lugar desde el que mira el mundo, en la Tilcara que le enfrenta el ventanal al Cerro Negro, en un entorno familiar, ligado a la tierra, con un oído puesto en la cultura que lo rodea y otro en su experiencia de músico, abierto a una reflexión que mastica lo metafísico, y lo que yo llamo "modelar canciones", él lo nombra como alquimia.

 

 

 

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