Fiel al camino recorrido y sus vivencias, lo anticipó en la presentación de su disco "Semillas de barrio", una banda de sikuris, que encendió las tradiciones y predispuso al público a un encuentro con la profundidad.
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Fiel al camino recorrido y sus vivencias, lo anticipó en la presentación de su disco "Semillas de barrio", una banda de sikuris, que encendió las tradiciones y predispuso al público a un encuentro con la profundidad.
En la noche del viernes, con un poco de aire caliente todavía de la tardecita, el Centro Cultural "Héctor Tizón" le abría sus puertas a Eze López, para con la ternura de una voz clara y potente, hiciera reflexionar, recordar luchas, reivindicar derechos, y emocionar con sus palabras, con sus sonidos, con sus invitados. Reclama con fuerza pero con amor, y hace llegar esos mensajes que sacuden.
En esta etapa, el artista no abandona el folclore más tradicional de Jujuy, pero se desliza con gran maleabilidad entre estilos más urbanos, reggae, beatbox, rock, todo lo que le sea útil para cantarle al mundo, para "disculparse" con las mujeres y honrarlas con sus versos, a los amigos del barrio, a los laburantes, para decir lo que predica pero que también práctica. Si algo es sobresaliente en este artista es ser y existir como canta.
Es realista y es romántico, es dulce y certero, y así pasaron los primeros temas, "Imillita", "Injustificable", y un par más elegidas con gran puntería para llevar al público de una emoción a otra. Sin dudas "Canción con final", dedicada a su sobrina Lucía de 8 años, es una oda a un mundo que comenzó a vislumbrarse donde la mujer es realmente libre, sobre ante los ojos de su género, reconociendo la propia ignorancia humanitaria de años, la que se repite en cada ser humano.
Y habló con su vos y en este clima, del socavón. "Cuánto chico trabajador en Latinoamérica", dice.
Le dedicó un tema a su madre que estaba cumpliendo años, y entonces salió de sus ojos el agradecimiento de hijo cobijado de toda su vida. Le cantó "Zamba Jujuy", de este disco que veía la luz, aquí.
Y entonces llegó el desfile de invitados, cada uno con su impronta, logrando interpretaciones inolvidables junto al anfitrión, que merecieran quizás un registro. Subió el Gato García (discípulo musical y humorísticamente hablando de Víctor Hugo Barrojo, autor de "Camino hacia la Puna", tema que junto a Eze sonó muy bien.
Su hermano menor; Martín López, subió para acompañarlo con la entidad juvenil del estilo del beatbox.
Y seguidamente, Adrián Temer, con quienes compartieron la vivencia barrial, y a quien Eze presentó con un tono genuino de admiración. Y es que las letras y la profundidad de este cantautor le aportaron todavía más contenido a su velada. Con esa admiración, después de compartir un tema, se sentó a un costado del escenario para disfrutarlo a Temer solo con un par de temas en su escenario. Se toparon dos soñadores creativos que saben hacernos llegar sus sensaciones. Recordaron las coincidencias de sus infancias, y luego la de sus "años mozos" recorriendo bodegones, peñas y La Yuli con sus guitarras. Ambos son practicantes de lo que Adrián proclama en una de sus canciones más difundidas "el cantor no es más que un medio por el cual su pueblo canta". Sí, ellos son cantores populares que cantan y escriben con generosidad, pensando en mejorar el mundo que es de todos. No buscan el beneficio personal acotado.
Y su último invitado de lujo fue Sergio Saracho, más conocido como "Mula" de La Yugular Reggae. Exquisito momento compartido con otro estilo que se abrió paso en este momento de Eze López, el reggae. Con sonido e interpretaciones perfectas, los artistas lograron un clima mágico en el tablado del "Tizón".
Y promediando el encuentro, "Opacos" que describe las miradas sin alma, fruto del flagelo del paco en los barrios y las pérdidas de vidas jóvenes... "eres semilla de barrio, déjate crecer", les grita Eze López, desesperado a estos muchachos.
Un recital que quedará en la memoria de quienes tuvieron la suerte de estar presentes. Lo acompañaron musicalmente el sikuri Ulises Palacio y Marcos Castillo en guitarra. Y una bailarina endulzó algunos temas con movimientos de proyección.