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Ante 500.000 personas, el Papa pidió perdón por los abusos sexuales cometidos por la Iglesia

Fue en la misa de cierre el Phoenix Park. Francisco realizó el mea culpa en forma de oración.

Domingo, 26 de agosto de 2018 16:45

En el segundo y último día de su visita a Irlanda el Papa Francisco rezó por la “curación” de las víctimas de abuso cometidos por miembros del clero en el país, a quienes, dijo, se les dejó “una cicatriz de recuerdos dolorosos”. Pero luego de que el sábado había admitido que la Iglesia irlandesa “fracasó” en las últimas décadas para detener la catarata de casos, este domingo la elogió por “la honestidad y la integridad” con la  que está afrontando actualmente la prevención y la atención de las secuelas de este flagelo. Al punto que consideró que ella “puede ofrecer a toda la sociedad un ejemplo y una llamada”.

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En el segundo y último día de su visita a Irlanda el Papa Francisco rezó por la “curación” de las víctimas de abuso cometidos por miembros del clero en el país, a quienes, dijo, se les dejó “una cicatriz de recuerdos dolorosos”. Pero luego de que el sábado había admitido que la Iglesia irlandesa “fracasó” en las últimas décadas para detener la catarata de casos, este domingo la elogió por “la honestidad y la integridad” con la  que está afrontando actualmente la prevención y la atención de las secuelas de este flagelo. Al punto que consideró que ella “puede ofrecer a toda la sociedad un ejemplo y una llamada”.

Francisco vino a Irlanda para presidir una nueva edición del Encuentro Mundial de las Familias, un mega evento que la Iglesia realiza cada tres años en una ciudad distintas con el fin de promover una institución que considera clave. Pero su paso por estas tierras (de apenas 34 horas)  estuvo signado por los casos de abuso sexual, ya que Irlanda fue uno de los países más afectados y porque un espeluznante informe reciente de la Justicia de Estados Unidos reactualizó el tema. Además de que potenció reclamos como que la Iglesia no sólo expulse a los curas abusadores, sino también a los obispos encubridores.

De hecho, el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, le pidió el sábado que “las palabras vayan seguidas de acciones”, al presentarlo ante representantes de la sociedad civil. En ese sentido, le solicitó que utilice su “posición e influencia” para que las víctimas “obtengan verdad, justicia y curación, aquí y en el mundo”. A su turno, Francisco admitió el “fracaso” de los obispos y superiores por no haber “afrontado adecuadamente” estos casos. Y, saliendo de su texto, afirmó que está empeñado en librar a la Iglesia de ese flagelo, sin importar el costo moral o la magnitud del sacrificio que provoque.

En medio de una fuerte lluvia que se abatió por la mañana sobre Dublin, Francisco había empezado el día domingo con una visita al santuario de Knock, distante 200 km de la capital del país, epicentro de la fe mariana irlandesa, que también había visitado Juan Pablo II durante su visita de 1979. Miles de personas (aunque menos de las previstas) lo esperaban con vítores bajo un cielo encapotado y llovizna esporádica. Tras su arribó en medio de cánticos y el agitar de banderas irlandesas y papales, el Papa entró al santuario y se arrodilló delante de la imagen de la Virgen para rezar y meditar en silencio unos instantes.

Luego, pronunció un mensaje en uno de cuyos tramos aludía a la cuestión de los abusos: “Rezando delante de su imagen le he encomendado de modo particular a todas las víctimas de abusos por parte de miembros de la Iglesia en Irlanda. Ninguno de nosotros puede dejar de conmoverse por las historias de los menores que han sufrido abusos, a quienes se les ha robado la inocencia y se les ha dejado una cicatriz de recuerdos dolorosos”.

“Esta herida abierta –agregó- nos desafía a que estemos firmes y decididos en la búsqueda de la verdad y de la justicia. Imploro el perdón del Señor por estos pecados, por el escándalo y la traición sentida por tantos en la familia de Dios. Pido a nuestra Madre Santísima que interceda por la curación de todos los sobrevivientes de abuso de cualquier tipo y que confirme a cada miembro de la familia cristiana con el propósito decidido de no permitir nunca más que estas situaciones vuelvan a repetirse”.

Como el santuario está cerca de Irlanda del Norte, fuente hasta no hace muchos años de un dilatado conflicto entre católicos y protestantes (que fue el gran telón de fondo de la visita de Juan Pablo II al país hace 39 años), Francisco le pidió a la Virgen “que sostenga a todos los miembros de la familia irlandesa para que perseveren, como hermanos y hermanas, en la tarea de la reconciliación”.

De regreso a Dublin concelebró una multitudinaria misa en el Phoenix Park a la que asistió medio millón de personas, una concurrencia relevante, sobre todo tras la intensa lluvia que cayó por la mañana, pero mucho menor que el más de un millón que asistió a la que ofició en el mismo predio Juan Pablo II. Los casos de abusos, pero también los cambios culturales llevaron a muchos irlandeses a alejarse de la Iglesia en el país más católico de Europa.

Recibido con una multitud entusiasta, la misa constituyó el cierre del Encuentro Mundial de las Familias. La noche anterior, decenas de miles habían participado del llamado Festival de las Familias en el imponente estado Croke Park, donde (además de las canciones) Francisco escuchó vibrantes testimonios de matrimonios, entre ellos uno de Irak que estuvo tres años en un campo de refugiados.

Ante una multitud, en el inicio de la misa en las afueras de Dublin, el Papa Francisco formuló un solemne pedido de perdón por los abusos sexuales cometidos por miembros del clero, porque no se acompañó a las víctimas en la búsqueda de verdad y justicia y porque algunas autoridades eclesiásticas que no se hicieron cargo de estos hechos y guardaron silencio. El gesto (que no figuraba en el programa) se convirtió en la principal muestra del Pontífice para tender puentes con una sociedad indignada en un país como Irlanda donde el flagelo golpeó con gran magnitud.

Curiosamente no habló en italiano, el idoma que el Papa usa actualmente, sino en castellano, con traducción al inglés, Francisco realizó el mea culpa en forma de oración. Abarcó, además, los casos de madres solteras vulnerables alojadas en conventos que fueron alejadas de sus hijos por las monjas con el argumento de que habían caído en pecado mortal. Cada pedido de perdón era interrumpido por un sobrio aplauso de la multitud.

“Pedimos perdón por los abusos en irlanda, abusos de poder y de conciencia; abusos sexuales por parte de miembros cualificados de la Iglesia. De manera especial pedimos perdón por todos los abusos cometidos en diversos tipos de instituciones dirigidas por religiosos y religiosas y otros miembros de la Iglesia.

“El Señor mantenga y acreciente este estado de vergüenza y de compunción, y nos dé la fuerza para comprometernos en trabajar para que nunca más suceda y para que se haga justicia. Amén. Y continuó:  “Pedimos perdón por los chicos que fueron alejados de sus madres y por todas aquellas veces en las cuales se decía a muchas madres solteras que trataron de buscar a sus hijos a los que les habían alejado, o a los hijos que buscaban a sus madres, decirles que "era pecado mortal. ¡Esto no es pecado mortal, es cuarto mandamiento! Pedimos perdón".

Y continuó: “Pedimos perdón por algunos miembros de la jerarquía que no se hicieron cargo de estas situaciones dolorosas y guardaron silencio.Pedimos perdón por las veces que, como Iglesia, no hemos mirado a los sobrevivientes de cualquier tipo de abuso con ... búsqueda de justicia y verdad, y con acciones concretas, y pedimos perdón por los casos de explotación laboral a que fueron sometidos tantos menores".

En la homilía, el Papa hizo una modesta referencia al aborto, al hablar de la necesidad de que se protejan “los derechos de los más frágiles, de los que aún no han nacido o de los más ancianos, que parece que obstaculizan nuestro sentido de libertad”. En mayo un referéndum abrió las puertas en Irlanda a la legalización del aborto, uno de los países más restrictivos en la materia.

Finalmente, al caer la tarde, se reunió con los obispos irlandeses en un convento. Allí les dijo que “en los últimos años, como cuerpo episcopal, habéis procedido resueltamente, no solo a poner en marcha caminos de purificación y reconciliación con las víctimas de abusos, sino también, con la ayuda del National Board para la protección de los niños en la Iglesia en Irlanda, a establecer un conjunto detallado de reglas destinadas a garantizar la seguridad de los jóvenes”.

“En estos años –añadió- todos hemos tenido que abrir nuestros ojos ante la gravedad y el alcance de los abusos sexuales en diferentes contextos sociales. En Irlanda, como también en otros lugares, la honestidad y la integridad con que la Iglesia decide abordar este capítulo doloroso de su historia puede ofrecer a toda la sociedad un ejemplo y una llamada”.

Y subrayó: “La conmoción de los últimos años ha puesto a prueba la fe tradicionalmente fuerte de los irlandeses. No obstante, ha constituido también una oportunidad para una renovación interior de la Iglesia en este país y ha indicado modos nuevos de concebir su vida y su misión”.