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Homenaje a un cura que murió a manos de la mafia

Francisco estuvo en la capital de Sicilia para dar una misa gigante en honor a Giuseppe Puglisi asesinado hace 25 años.

Domingo, 16 de septiembre de 2018 01:03

El papa Francisco llegó este sábado a Palermo para rendir homenaje a un cura siciliano al que la mafia asesinó hace 25 años por intentar alejar del consumo de drogas a los jóvenes de un barrio pobre.

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El papa Francisco llegó este sábado a Palermo para rendir homenaje a un cura siciliano al que la mafia asesinó hace 25 años por intentar alejar del consumo de drogas a los jóvenes de un barrio pobre.

Antes de su llegada a la capital de Sicilia para celebrar una misa gigante en honor del cura asesinado Giuseppe Puglisi, el papa hizo un primer alto el sábado por la mañana en una ciudad desfavorecida de 20.000 habitantes del centro de la isla siciliana, Piazza Armerina.

"Las heridas que os apenan son muchas, tienen un nombre: subdesarrollo social y cultural, explotación de los trabajadores y falta de trabajo digno para los jóvenes", describió entre un ensordecedor aplauso. Sin pronunciar la palabra crimen organizado, también habló de "usura" y "juegos de azar". El día estará dedicado al cura de los pobres Giuseppe Puglisi, apodado "el primer mártir de la Cosa Nostra", que fue asesinado de un disparo en la nuca por orden de la mafia siciliana, el 15 de septiembre de 1993, el día de sus 56 años. Llevaba dos años al frente de la parroquia del barrio de Brancaccio, en las afueras de Palermo, donde luchaba por que los jóvenes superaran su adicción a las drogas, levantando ampollas entre los padrinos de la zona. "Os esperaba", dijo al parecer con una sonrisa, antes de ser ejecutado en la puerta de su humilde casa. En 2012, Benedicto XVI lo reconoció como "mártir‘, asesinado por "odio a la fe"; y en mayo de 2013, "Don Pino" fue beatificado en Palermo en presencia de 40 obispos y 750 curas, así como de los entonces ministros italianos del Interior y de Justicia. Su asesinato ocurrió cuando el país seguía conmocionado por los atentados que acababan de matar a los jueces antimafia Giovanni Falcone y Paolo Borsellino. Desde su elección, Francisco ha denunciado sin tapujos a los mafiosos, que suelen ser practicantes y ayudan económicamente a parroquias. Antes de condenar este sábado en Palermo los actos de la Cosa Nostra, el papa argentino ya visitó otras dos regiones del sur controladas históricamente por importantes clanes mafiosos.

“Los que eligieron el camino del mal están excomulgados
En Calabria, 10 meses antes, había llamado a los católicos a “combatir” a la ultrapoderosa Ndrangheta.
 “Quienes eligieron en su vida ese camino del mal, como los mafiosos, no están en comunión con Dios, están excomulgados”, dijo entonces, provocando los aplausos de unas 100.000 personas.
La excomunión es la pena más dura que puede infligir la Iglesia católica a sus miembros.
Obispos locales ya excomulgaron a mafiosos en el pasado, pero el Vaticano se plantea elaborar un documento jurídico de valor universal para excomulgar a los miembros de organizaciones criminales, sea cual sea su país de origen. El papa ha denunciado varias veces el “poder y el dinero ensangrentados” de los mafiosos y los ha instado a “cambiar de vida, a dejar de hacer el mal y a convertirse”.
Francisco retomaba así el mensaje de Juan Pablo II que, durante una visita a la ciudad siciliana de Agrigento en mayo de 1993, pidió a los mafiosos de la Cosa Nostra que se convirtieran. Los padrinos sicilianos respondieron dos meses después con atentados contra dos iglesias romanas. Las relaciones entre la Iglesia y el crimen organizado en Italia han sido a menudo ambiguas, con procesiones patrocinadas por mafiosos, intentos de influenciar a ciertos prelados, desvíos de fondos de instituciones y obras caritativas. En el sur de Italia, las procesiones religiosas aún se detienen a veces ante la casa de los jefes de clanes locales, pero esas prácticas se denuncian cada vez más. A primeros de 2017, el obispo de Monreale, cerca de Palermo, se indignó al enterarse de que el hijo de Totò Riina, el capo más sanguinario de la Cosa Nostra, fallecido en noviembre de 2017, pudo aprovechar su libertad condicional para participar en un bautizo católico como padrino.
 

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