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Un sampedreño en París (Primera parte)

Lunes, 24 de septiembre de 2018 13:13

De la mano de El Tribuno de Jujuy, en un viaje musical mágico, hoy tendremos la oportunidad de dar un breve paseo por París, la Ciudad Luz.

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De la mano de El Tribuno de Jujuy, en un viaje musical mágico, hoy tendremos la oportunidad de dar un breve paseo por París, la Ciudad Luz.

Siendo una de las ciudades más famosas e ilustres de Europa, ha sido el modelo para muchas ciudades europeas y también de América Latina. No por nada se la llama a Buenos Aires la París de América del Sur por la arquitectura, sus edificios y calles, sus avenidas, parques y arboledas.

En esta ocasión haremos un recorrido no sólo por los lugares turísticos de esta importante capital sino que exploraremos los suburbios, que están al otro lado de la avenida periférica o “Périphérique”. Es el límite de la ciudad, que la rodea como un anillo y que señala el límite de la ciudad y los municipios anexados que son el “Gran París”.

 Nos sorprenderemos al andar por el metro, uno de los más antiguos del mundo, que con una frecuencia de hasta dos minutos, podremos recorrer rápidamente la ciudad y llegar en poco tiempo a ver los monumentos tradicionales.

 Si queremos ver un contraste arquitectónico y ver en poco tiempo los símbolos de Paris nos detendremos en el antiguo barrio del Marais, que era el asiento de la comunidad judía de París, la mayor de Europa. Sin embargo, han ido cediendo territorio a los comerciantes chinos. Es sorprendente una vez más el paralelismo de París con Buenos Aires, pues al pasear por el Marais nos acordaremos de las tiendas judías de Once y de las tiendas chinas de Buenos Aires. Muchas tiendas no abren los sábados en este barrio, como algunas tiendas de Buenos Aires. Admiraremos la moda juvenil y la frescura de los parisinos atrevidos en este barrio. No olvidemos que es el barrio gay por excelencia de París y sus discotecas son legendarias, así como los bares y cafés.

Al hacer unos pasos hacia la isla del Sena, veremos el museo Pompidou. Una de dos, opciones: o lo amaremos o lo odiaremos, pero no podremos ignorarlo. Es un cubo que se levanta, sin atractivo arquitectónico y que hasta choca a nuestra vista porque no se adapta a la arquitectura del barrio. Si nos queda tiempo podemos admirar el arte moderno que alberga este museo, claro, sin que llegue a ser la competencia de la diva de los museos parisinos: el Louvre.

Continuando desde el Marais hacia el río Sena divisaremos las torres de la catedral de Nuestra Señora o “Notre Dame de Paris“. Esta célebre catedral gótica es el emblema del París medieval y ha sido inmortalizada por Vector Hugo con el libro “El jorobado de Notre Dame“. Si la cola no es demasiado larga podremos subir hasta los techos y admirar las gárgolas, que también son obras de arte y fueron graciosamente caracterizadas por Disney en su película sobre “El Jorobado“.

 Como el tiempo es precioso y queremos recorrer en poco tiempo esta maravillosa ciudad, nos dirigiremos a pie al otro extremo de la isla, donde está la Sainte-Chapelle, situada en el palacio de la Cité y que fue mandada a construir por Luis IX para hacer conservar las reliquias de la pasión de Cristo. La más conocida de ellas es la corona de espinas, adquirida en 1239 por una suma que supera con creces el coste de la construcción del propio edificio (!!!).

Al comprar estas reliquias se incremente el poder y prestigio de Paris y de Francia, que se convierte en la Europa  medieval en la “Nueva Jerusalén” y por lo tanto, capital de la cristiandad.

Es digno de admirar la vidriera de la historia de las reliquias de la pasión así como el rosetón occidental, que ilustra el apocalipsis. Como la claridad del sol nos bendice en esta tarde, veremos los colores de los vitrales  (vitraux), sobretodo el azul que es característico de Francia y nos da la exacta impresión de estar en la Nueva Jerusalén.

 Aprovecharemos para caminar por uno de los puentes de París, el Pont Neuf, para ver los candados que los enamorados han puesto con sus nombres en sus hierros como símbolos de unión eterna. Si es eterna lo dirán sólo las estadísticas de divorcios, que por lo menos en algunas partes de Europa daba un promedio de tres años.  Cruzaremos ese puente y llegamos al Louvre, donde nos sentaremos delante de las pirámides de vidrio delante del edificio antiguo. Como la cola nos frena para ver la Mona Lisa y otras obras, tomaremos un café con leche con croissants en una cafetería al frente del museo, la parte más “chic“de París y luego de recobrar fuerzas, continuaremos por esta parte chic, pasando por la rue Cambon, lugar donde Coco Chanel tenía su atelier y la sala de los espejos. Luego de pasar por la a plaza Vendome, con su armonía perfecta y una de mis plazas favoritas, llegaremos a la Madeleine para admirar la rue Royale, que se extiende ante nuestros ojos y veremos el obelisco de Luxor,  traído desde Egipto en tiempos donde traer reliquias de civilizaciones antiguas estaba de moda. Por fin iremos a la torre Eiffel, subiéndonos en una embarcación porque el tiempo apremia. En una pausa nos tomaremos fotos en los Campos de Marte con el fondo de la torre y divisaremos el Panteón, con su cúpula dorada. Como nos apasiona la música clásica, finalizaremos nuestro día en la ópera Garnier, en los Grandes Boulevards muy cerca de las Galerías Lafayette.

 Lector,qué te gustaría visitar en París?

 

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