TILCARA (Corresponsal) El aire circense de Arte Alerta y el arte de la copla se fueron cruzando en los inicios de este Enero Tilcareño. Cualquier transeúnte, vecino o turista, podía toparse con acrobacias en trapecios, con el monólogo de un romance entre un gitano y un toro o con el batir de la bandera al ritmo del erquencho y de la caja, y a la vez escuchar la tonada francesa de un grupo de turistas en ese que es acaso el color de la temporada.
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TILCARA (Corresponsal) El aire circense de Arte Alerta y el arte de la copla se fueron cruzando en los inicios de este Enero Tilcareño. Cualquier transeúnte, vecino o turista, podía toparse con acrobacias en trapecios, con el monólogo de un romance entre un gitano y un toro o con el batir de la bandera al ritmo del erquencho y de la caja, y a la vez escuchar la tonada francesa de un grupo de turistas en ese que es acaso el color de la temporada.
Tilcara Abraza la Copla, con sus ruedas y contrapuntos, sus cuadrillas y el tramado colorido de los rebozos, con la picardía, la reflexión y el orgullo de sus versos, con tanta tonada como parajes hay entre estos cerros, con copleros que empiezan a irse conociendo verso a verso, con aquellos que los escuchan asombrados de tanta tradición contenida en una cuarteta, es acaso la flor más bella y propia de entre aquello que se le puede ofrecer al paladar capaz de saborear lo rico de una cultura.
El arte callejero de acróbatas y de payasos, que, aunque moderno se enraíza en esa cultura española de la que brota, también, la misma copla, sigue extendiendo sus funciones hasta el sábado, ya sea en la Plaza, en el Mercado o en la Plaza Seca, convocando a niños y a adultos sorprendidos. Y tal vez sea ese cruce de lo trashumante y lo tradicional, lo que define esta edición del Enero, al menos hasta el arranque del folclore, que se espera como a la lluvia.