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Dificultades para trabajar y una vida marcada por el dolor

Ana Villagra es profesora de Química y atravesó situaciones de hostigamiento y rechazo en el ámbito laboral.

Martes, 15 de enero de 2019 01:04

Ana Victoria Villagra tiene 40 años y vive en la ciudad de Palpalá, es una mujer transexual que se recibió de profesora de Química y Merceología. En diálogo con El Tribuno de Jujuy contó lo difícil que fue para ella ingresar al ámbito laboral y las dificultades por las que tuvo que atravesar por su condición sexual a lo largo de su vida.

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Ana Victoria Villagra tiene 40 años y vive en la ciudad de Palpalá, es una mujer transexual que se recibió de profesora de Química y Merceología. En diálogo con El Tribuno de Jujuy contó lo difícil que fue para ella ingresar al ámbito laboral y las dificultades por las que tuvo que atravesar por su condición sexual a lo largo de su vida.

Actualmente vive en el barrio 18 de Noviembre de la ciudad siderúrgica y trabaja en dos establecimientos educativos que se encuentran en la localidad de El Aguilar.

Vivió una vida signada por la discriminación de sus pares en el ámbito homosexual, por seguir un camino distinto pero supo afrontar todas esas situaciones. Dentro de su niñez y adolescencia, al principio no tuvo mucho apoyo de sus padres pero con el tiempo lograron entenderla.

Terminó su secundario en la Escuela de Educación Técnica Nº 1 de Palpalá y se recibió de profesora de Química y Merceología en el Instituto de Educación Superior Nº 5 "José Eugenio Tello" a los 23 años.

Tras recibirse, inició la búsqueda para conseguir trabajo. Pero en su caso, la situación era distinta, porque ella sentía temor a que la rechacen o discriminen por ser transexual y eso no tardó en ocurrir.

Por recomendación de un compañero, dejó su legajo en una escuela privada que había abierto sus puertas recientemente. Se presentó y al entrevistarse con la directora notó algo raro, "me presenté y ella me anotó, pero cuando vio mi nombre se puso nerviosa. Ahí sentí el primer obstáculo, me dio a entender que la había engañado, que yo no reflejaba lo que decían mis papeles".

Para asegurarse de que era ella, le pidió con urgencia su certificado analítico, "me fui mal tras hablar con ella pero no bajé los brazos. Fui al Profesorado y solicité el analítico que me pedían para ese día. Ese trámite dura más pero muy gentilmente en el "Tello" me lo dieron al instante y al contarles la situación me dijeron que esa directora me estaba discriminando".

También "me dieron fuerzas para que no me ponga mal. A la directora no le quedó otra que creerme y me integró al plantel. Meses después me confesó que pensaba que no iba a resultar y me pidió disculpas", afirmó.

Sobre su estadía en la institución comentó que todos la llamaban por su apellido porque su imagen no daba una representación masculina que sí llevaba en su nombre.

Hostigamiento y persecución

Mientras trabajaba allí consiguió un puesto dentro de una fundación donde brindaba clases de apoyo a estudiantes. Al poco tiempo se abrió un concurso para tomar docentes en una escuela pública de Mina El Aguilar, allí atravesó las situaciones más complicadas.

El director que se había comunicado con ella por teléfono cuando la vio empezó a hostigarla y a discriminarla por su apariencia. "Él pensaba que era una mujer y fue muy gentil. Pero cuando me vio, todo cambió. A los dos días me hizo un cuestionamiento muy feo, hasta me preguntó por cuestiones íntimas, me sentí mal e incómoda", añadió.

Asimismo, remarcó que "tenía miedo que los demás se den cuenta, se avergonzaba, pero yo sabía quién era y ya había aprendido a tratar con los demás. También me dijo que si él sabía sobre mi situación de antemano, no me hubiese dejado dar clases, sentí que no valía lo que estudié".

Se sintió perseguida con esta persona que todo el tiempo la hostigaba e inventaba excusas para complicarla, comentó Villagra.

Lo peor fue "que tuve que hacer el cambio de identidad porque él me lo pidió y yo accedí. Yo no quería hacerlo, porque me parecía algo muy de moda. Es más, me trajo problemas por los trámites que tuve que hacer. Yo quería seguir con el nombre que me pusieron mis padres", indicó.

En ese sentido explicó que "había persecución y me acusaba de cualquier cosa. Cuando hizo un descargo habló de mi apariencia, no de mi condición".

Una difícil niñez y adolescencia

Ana Villagra vivió hasta los 9 años con su abuela, lleva el apellido de su tío abuelo ya que sus padres la tuvieron de jóvenes y decidieron dejarla bajo los cuidados de sus abuelos.

Cuando falleció su abuela, se fue a vivir con sus padres, tuvo que adaptarse y lograr que la acepten, “trataba de escaparme de la casa de ellos y volverme con mi abuela que ya no estaba. Tenía problemas para incluirme en una familia que nunca estuve. Me decían que no hable de esa manera y me hacían notar que la forma en la que me comportaba no estaba bien”.

En su adolescencia confesó que poseía conflictos con ella misma, “los problemas que tenía eran internos, míos. Yo quería ser una persona normal pero iba más allá de todo eso. No tengo el concepto de que soy una mujer encerrada en el cuerpo equivocado, eso me parece totalmente ridículo”. 

Tras salir del secundario tuvo un accidente, se quemó de la cintura para arriba. Considera que fue una etapa muy difícil en su vida, “me veía horrible por las quemaduras y cicatrices que tenía en la cara. Me bajó muchísimo el autoestima”.

Cuando empezó a recuperarse del mismo, inició una etapa de cambios en su cuerpo. “Tuve que hacer muchos tratamientos para reestructurar mi piel”.

Al respecto manifestó que “hice un cambio pequeño en mi cuerpo, pero lo hice por una cuestión de comodidad porque al pasar desaparecida todo me resultaba más fácil. Antes tenía una apariencia masculina y al hablar como mujer llamaba mucho la atención, todos me miraban y era muy incómodo”. 

“De grande le conté a mis padres y me dijeron que confiaban en mis criterios”, dijo.

“Intenté acercarme a mis pares pero se me burlaron”

Ana Villagra contó que cuando salió del secundario e ingresó al Profesorado iniciaron algunos cambios en su vida, o se concretaron los que ya se venían anunciando años atrás.

Por eso, decidió acercarse a personas gays, travestis y transexuales, pero no se sintió bien. 

“Intenté acercarme a mis pares pero se me burlaron. Me trataban mal, me decían que yo fingía mi voz y que estaba mal que estudie. También se burlaban mucho de mí porque tenía cicatrices que me habían quedado del accidente. Creí que ellos eran mis amigos, intenté refugiarme ahí y que era lo correcto. Pero me di cuenta que no era así”, mencionó Villagra.

En ese sentido contó que “no me gustaba que todo el tiempo hablen de una forma vulgar. Yo creía que me iba a sentir cómoda con ellas, pero empecé a tener los primeros choques”, agregó. 

Siguió diciendo que “me sirvió para aprender a no ser así, no todos eran de la misma forma, pero muchas fueron malas conmigo”, indicó.

Aseguró también que sintió un rechazo en el lugar que “supuestamente me tenía que sentir bien, pensé que me iban a apoyar en mis estudios. Pero me decían que con mi aspecto no iba a poder hacer una residencia o avanzar más en ese sentido”. 

Con respecto a su familia, sostuvo que durante esos años, después de cumplir los 18 años, ya se habían acostumbrado a ella, a su condición sexual. 

“Se acostumbraron a que esa persona era yo, no sé si me aceptaron”, dijo.