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"Ya lo vimos y lo vivimos: no sirve el asistencialismo"

Ernesto Sumbaño es un joven no vidente que, pese a su discapacidad logró superarse y lucha por una mayor inclusión.
Martes, 31 de diciembre de 2019 01:04

Ernesto Sumbaño de 38 años, actualmente es no vidente porque nació con una discapacidad visual progresiva pero, como el asegura, se siente un afortunado por todos los logros que alcanzó en su vida.

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Ernesto Sumbaño de 38 años, actualmente es no vidente porque nació con una discapacidad visual progresiva pero, como el asegura, se siente un afortunado por todos los logros que alcanzó en su vida.

 

Ernesto trabaja en la Escuela Especial 11 "Luis Braille", como profesor en educación especial con orientación en la no videncia.

 

Según relató, tuvo una gran madre, Inocenta Garzón, y dos hermanas ciegas de nacimiento, Fidela y Mirta Sumbaño.

Con esa fuerza que tienen las madres, ella llevó tanto a sus hermanas como a Ernesto a estudiar a la Escuela Especial Nº 7 Helen Keller, institución que si bien era para hipoacusicos tenia un grado para ciegos. Así a través de los lápices y la tinta logró alfabetizarse hasta que quedó totalmente ciego a los 13 años.

Ernesto hizo la primaria y a esa edad encontró en su vida a Cirilo Mamaní, también ciego, que fue su guía, su maestro empírico, ya que saliendo de la escuela, transitaba su vida con él. Compartían las tardes leyendo Braille, usando el bastón blanco y fue quien le contagió las ganas de "seguir conquistando el mundo". "Él fue el artífice del espíritu de la curiosidad, el pensamiento crítico, el indagar y cuestionar a los demás, el confrontar una idea" dijo.

Luego, ingresó al secundario en el Colegio Nº 2 "Armada Argentina", por lo tanto su formación la cursó acompañado por profesores que en ese tiempo no estaban formados para la educación especial de ciegos, pero lo ayudaron a soñar un futuro. Así, pudo transitar el nivel superior ingresando a la carrera de abogacía, la cual no culminó. Más adelante ingresó al profesorado de Educación especial en el Populorum Progressio casi a los 30 años donde finalmente pudo finalizar esa formación hace dos años, y desde entonces se desempeña en la educación especial para niños con discapacidad visual con el título de Profesor en educación especial con orientación en la no videncia. Trabaja en la Escuela Especial Nº 11 "Profesor Luis Braille" de Palpalá, pero su residencia es en la ciudad de Perico, desde donde viaja por transporte público a diario para impartir sus clases a los niños que están en la franja del nivel inicial y el nivel primario.

Aparte de ejercer la docencia, desempeña funciones dentro de la ONG Asociación periqueña de apoyo a ciegos y ambliopes (Apaca), y hace tareas de concientización en algunos medios de comunicación de Perico. Es casado y padre de dos niños, uno de siete y otro de cuatro años sin problemas visuales.

"Descubrir nuevos mundos"

Ernesto relató que su condición también es un obstáculo al momento de desarrollar la profesión y la tarea de padre, pero reconoció que si se queda centrado en él probablemente no ejercería y tampoco estaría con la idea de trabajar o compartir los momentos con sus hijos. "Sé que tengo que hacerlo primero por una cuestión personal de disfrutar y sentirme activo en esta vida social, porque la sociedad comienza con la familia y luego se transita en los ámbitos laborales, y en mi caso lo encuentro como una oportunidad, por eso me permito transitar día a día con dificultades actitudinales a veces, pero que las proceso tomándolas como una oportunidad positiva". Aún así, comentó que está muy contento de todo lo que logró porque lo hizo sabiendo que iban a suceder con todos sus escollos, pero siempre descubriendo cosas nuevas. "Descubrir nuevos mundos. Extender mis manos, no solo las físicas sino las de pensar qué pueden hacer mis hijos, y qué puedo hacer por esos niños que también poseen esta discapacidad, es gratificante" contó.

Trabajar por el otro

Ernesto se considera una persona que nunca buscó, a través de su ceguera los seguros sociales, ya que al trabajo, dijo, lo consiguió por su idoneidad y nunca claudicó en sus sueños. Y ese es uno de sus mayores sueños, pensarse todos los días como un posible funcionario. "Nunca quisiera estar sentado en el piso para que me den algo, yo pienso en mis alumnos, pienso más en ellos, en esas otras personas ciegas, que en mí. Yo ya alcancé todo lo que quise alcanzar personalmente, y me construyo. Soy un ser político que no tuve la oportunidad por no estar en algunas cofradías, pero se está cerca y por eso sigo haciendo estas denuncias porque alguien algún día las tendrá que rescatar. Ese es el sueño. Pienso como un político, pero no partidario sino como alguien que hace aportes a la política pública. Nadie me dice qué es lo que tengo que decir, en todo caso podemos consensuar cómo decirlo, pero son pensamientos genuinos porque desde los 14 años milito en asociaciones para ciegos".

"Falta mas inclusión"

Ernesto Sumbaño habla también de escollos y condicionamientos que la misma sociedad tiene para con personas con discapacidad y que se van marcando día a día por lo que remarca que en eso hay mucho que trabajar, pero los beneficios se están comenzando a ver en los diferentes centros urbanos. Por lo tanto, consideró que hay nuevas aperturas, y la primera de ella es desde la escuela de educación especial.

Se mostró molesto ante quienes dicen: "por qué hay que atender a las personas con discapacidad si nunca van a aprender" y aseguró que "tenemos que darles la oportunidad a las personas con discapadidad de que trabajen. Hace poco dejamos de tener una vicepresidente con una discapacidad. Podrán cuestionar su función, pero estaba allí cumpliendo con su mandato. Por eso es tan importante creer y pensar que pueden hacer, más que lo que no pueden hacer" dijo y acotó "este año también tuve la dicha de trabajar seis meses en Salta y la misma situación está pasando allá. Hay funcionarios que trabajan en la problemática discapacidad pero no la conocen en terreno sino en teoría y aparte no hacen lo que deberían que es construir políticas públicas. Ya lo vimos y lo vivimos, no sirve el asistencialismo. Entonces, por eso no hay una nueva ley de transporte, un programa de inserción laboral, porque no trabajan pensando en ellas. Resuelven sólo lo mediático, lo instantáneo pero no pensando en las generaciones que vendrán".

En ese marco, Sumbaño consideró que está faltando más señaléticas en las calles, en los ómnibus, y en el propio pasajero, esa colaboración genuina, espontánea de preguntar qué necesita, como lo orienta, para dónde quiere ir, ayudarlo a cruzar la calle, que ómnibus necesita tomar, cosas que se necesitan mucho más en el interior de la provincia.