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En qué consiste la prudencia

Jueves, 18 de abril de 2019 01:02

POR DR JOSÉ ARCADIO MENÉNDEZ

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POR DR JOSÉ ARCADIO MENÉNDEZ

Integra junto a la Justicia, Fortaleza y Templanza, las cuatro Virtudes Cardinales, también consideradas bases de la moral cristiana. Ella impone discernir lo que es bueno de lo que es malo. Virtud caracterizada por ser moderado, de buen juicio, cauteloso y precavido. 

¿A qué viene esta aclaración? Simple, hacer notar cuanto de ello falta en la sociedad que nos toca compartir. ¿Usted no se dio cuenta, a pesar de su abrumadora ausencia?; quizá ese detalle sea el más preocupante a destacar en este análisis.

Frente a un país convulsionado, desbordado por una lista interminable de corrupción y maltrato, donde parte del Poder Judicial a mi juicio, gana por lejos la carrera, no son menores comportamientos personales de increíble gravedad. Ya a esta altura se borraron por completo las imágenes de honorabilidad, decencia y respeto que caracterizaron otras generaciones. Sobre ese fondo oscuro que propone la organización social en sus tres poderes, crecen todo tipo de alimañas y sanguijuelas; tanto, que recuerdan a la cueva de Alí Baba y sus cuarenta ladrones. En ese escenario no es de extrañar nada, y cuando digo nada obviamente me refiero a los que delinquen, pero los honestos también tiene su parte en el rostro de la indiferencia cuidando solo su quintita. Aunque justo es decir, les acarrea serios problemas de salud al ver en TV, o prensa escrita, sucesos horrendos ocurridos a la vuelta de sus casas. Con frecuencia en algún miembro de la propia familia. Por otra parte, cuando se toma conciencia del alto índice de homicidios, atracos y violaciones (sobre todo de menores), es importante responder de alguna forma, “como diciendo estamos vivos y presentes”, ¿de qué manera? En principio “Siendo prudentes”, actitud que nos lleva a tomar indispensables precauciones.Esta es nuestra realidad; el obviarla nos encamina a convertirnos en indefensos mortales.

El mal cunde incorporando a todos los sectores, desciende y llega a quienes debieran cuidarnos en las calles: “La Policía”. Y ahí si la cosa se complica más. Queremos su presencia tranquilizadora,¡cómo no!, pero el número no alcanza, su preparación también puede cuestionarse, a veces el presupuesto; entonces quedamos expuestos, en manos de nadie;… ¡o no!

En el análisis surge que el problema social existe, ¿qué hacemos? La cabeza se hizo para pensar, desde allí buscaremos una salida.       Recordar entonces llenos de confianza cuanto puede “La Familia” en las apremiantes cuestiones que hoy nos ocupan, entonces veremos con claridad el bosque.

Detallo este marco para entrar a hilar fino. Si la situación social es crítica por donde se la mire, (la delincuencia ganó la calle y algo más), permitir a nuestros hijos adolescentes salidas nocturnas hasta la madrugada, conociendo el alto riesgo que encierra, no me parece atinente ni prudente.¡Allí viene la dura tarea de mamá y papá! Convencer a los chicos los riesgos que acarrean estas salidas no es misión fácil. Me apresuro a aclarar que no estoy sugiriendo vivir en un encierro o clausura permanente, sí, que hoy la cosa no está como para dormir tranquilo cuando enfrente tengo una existencia que muestra todo tipo de salvajismo.

Aquí viene la entera y profunda definición de “Prudencia”. ¿Acaso no podemos corregir el rumbo de nuestros pasos en función de la realidad? O debemos caer temerarios al abismo. Tomar nota es prevenir males mayores. Cuando la salud y seguridad de nuestros hijos está en juego, todo cuanto se haga será poco. En medicina usamos vacunas para evitar enfermedades que antes no tenían solución, ¿será posible una vacuna de amor y sensatez a nuestra forma de vivir en tiempos difíciles? No creo sea una mala opción. Mientras, exijamos a quienes deben cuidarnos recomponer el tejido social para que todos tengan un lugar en la mesa. Bien sabemos cuánto espacio ganó la droga por estos lugares, ¡combatámosla!; primerísima fuente de gran parte de los males.