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Artesano de la sal, dibujante y tallador

Hace unos diez años que se dedica a hacer artesanías, actividad que mantendrá "hasta que me vaya de este mundo".
Domingo, 26 de mayo de 2019 01:04

A un costado de la ruta nacional 52, allí dónde los ojos se entrecierran por el brillo de la sal, con asistencia perfecta Julián Quipildor y Josefina Barconte ofrecen sus artesanías en las Salinas Grandes.

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A un costado de la ruta nacional 52, allí dónde los ojos se entrecierran por el brillo de la sal, con asistencia perfecta Julián Quipildor y Josefina Barconte ofrecen sus artesanías en las Salinas Grandes.

Julián dio sus primeros pasos en este camino hace unos diez años de tanto ver a, en aquel entonces compañero de trabajo, don Fernández hacer maravillas con los panes de sal.

Interesado pero sin pedir que se le enseñe el oficio, Julián se dedicó a observar y aprender cada paso.

ADORNOS / FIGURAS TALLADAS EN PANES DE SAL, LAS MÁS REQUERIDAS POR LOS TURISTAS.

"Mientras trabajaba en la extracción de la sal nosotros veíamos como el señor Fernández hacía sus artesanías pero no le pedíamos que nos enseñe pero aprendíamos mirando", contó Julián.

El comienzo de su vida como artesano fue sacrificado debido a que "primero empezamos a hacer todo con serrucho y machete no teníamos máquinas y una vez dada la forma se lijaba con escofina o lija. Así trabajé por lo menos tres años".

Pese al duro comienzo Julián recordó con mucho cariño sus primeros trabajos: llamas, cardones y ceniceros. Ahora talla corazones, pequeñas casas, letras y lechuzas.

Afortunadamente la venta de estas artesanías le permitió hacerse de la máquina necesaria para alivianar el trabajo.

VARIEDADES / CARDONES Y LLAMAS TEJIDAS POR JOSEFINA Y CUADROS TALLADOS A MANO EN PIEDRA LAJA.

Contó que "muchas veces cuando no encontramos las capas duras de sal que son las que necesitamos para hacer las artesanías tenemos que comprarla, porque no se trata de ir y sacar la sal de cualquier lado" y como la inflación también los alcanzó cada vez les cuesta más la materia prima pero sin embargo mantiene accesibles los precios de sus productos.

Julián también realiza tallados en piedra laja que luego se convierten en vistosos cuadros o llaveros con gran variedad de diseños. "Este es un trabajo hecho a pulso y completamente a mano. Nadie me enseñó, en mi pensamiento dibujé y empecé a tallar y cada día iba mejorando mi trabajo", comentó orgulloso.

Pero el trabajo no termina ahí, para conseguir este material Julián debe trasladarse hasta San Antonio de los Cobres y él mismo extraer la piedra y después pagar por ella. "Nosotros tenemos que ir a juntarla y después nos dicen cuánto nos cobran", detalló.

En algunas oportunidades sus hijos lo ayudan a dar los toques finales como el último lijado de las piezas pero no se dedican completamente a la actividad como a Julián le gustaría. "Mis hijos no se dedican a hacer estas artesanías porque estudian, aunque me gustaría que sigan con este trabajo", dijo.

Otro es el caso de su esposa Josefina que con sus tejidos le ofrece un valor agregado a las artesanías de Julián. Además de ofrecer llamas hechas en sal, Josefina se encarga de hacerle pequeñas monturas de lana para embellecerlas y hace figuras tejidas como cardones y llamas. También se dedica a hacer las tulmas.

Y así, como su última palabra, Julián dejó en claro que piensa seguir haciendo sus artesanías "hasta que nos vayamos de este mundo, yo recién tengo 35 años y tengo todavía mucho por delante".