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"A veces una necesidad hace nacer un talento"

Hace más de 20 años ejerce el oficio que le permite regalar un momento de felicidad a niños y adultos.
Domingo, 11 de agosto de 2019 01:00

Hacer reir a alguien no es tarea fácil y mucho menos si se trata de niños. Es por eso que el oficio de animador infantil o los tradicionales payasos es una tarea que a diario enfrenta el reto de capturar la atención de su público haciendo uso de todo tipo de recursos como la ropa de colores estridentes, pinturas en el rostro, un tono de voz fuera de lo común, globos, burbujas, luces y sonidos. Es que se trata de crear un ambiente de diversión y un pedacito de magia en medio de cada festejo.

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Hacer reir a alguien no es tarea fácil y mucho menos si se trata de niños. Es por eso que el oficio de animador infantil o los tradicionales payasos es una tarea que a diario enfrenta el reto de capturar la atención de su público haciendo uso de todo tipo de recursos como la ropa de colores estridentes, pinturas en el rostro, un tono de voz fuera de lo común, globos, burbujas, luces y sonidos. Es que se trata de crear un ambiente de diversión y un pedacito de magia en medio de cada festejo.

Hugo Daniel Quiroga se dedica al oficio de payaso hace más de 20 años, además de realizar a animaciones con el seudónimo de "Pepino" en fiestas de cumpleaños, días del niño, fiestas familiares y comunitarias, se gana la vida vendiendo globos y burbujeros en la peatonal Belgrano todos los días en los que el clima favorece al paseo de las familias.

Al entrevistar a Hugo en plena tarea, le propusimos recordar cómo fue el momento en el que decidió dedicarse a este oficio y él lo resumió en una frase tan contundente como "a veces una necesidad hace nacer en uno nuevo talento".

Hugo tiene hoy 57 años, desde los 24 que es payaso, ha dedicado toda una vida al trabajo de hacer reir los niños, este oficio le permitió criar a sus hijos y brindarles la posibilidad de estudiar.

Hugo recordó que cuando tenía 24 años era vendedor ambulante en la zona de la exterminal de ómnibus, no tenía un oficio, ni un trabajo fijo, por lo que dependía de la venta de productos de temporada en la calle y en los colectivos. Por ese entonces vivía en cercanías del estadio "23 de Agosto", un domingo decidió ir a la cancha y en las puertas del estadio se encontró con un vendedor de burbujeros realizados artesanalmente. Compró dos y al mirarlos comprendió que esa podía ser una salida laboral. Paso varios días dándole forma a su idea y decidió no sólo fabricar los burbujeros sino también ser un payaso que anime a los niños mientras vendía el producto, buscó ropa de colores vivos en las tiendas. Un saco con corbata de colores fueron las prendas elegidas y salió por primera vez a la calle como payaso. Dos meses después de aquella primera salida, recibió el pedido para animar una fiesta de cumpleaños. Recuerda que pasó toda la semana preparándose y pensando cómo iba animara los niños, al término de esa primera fiesta otra madre que estaba allí lo contrató para el fin de semana siguiente "y así no paré hasta el día de hoy", acotó.

El lugar que lo vio nacer en su oficio fue la calesita ubicada en Belgrano y Necochea, más de 20 años después trabaja sólo a unos pocos metros de ese sitio, sobre la peatonal Belgrano donde realiza animales de globos a los niños que circulan por la zona.

Siente a ese espacio como suyo, "la peatonal es mi lugar de trabajo y contribuyó en todo lo que puedo para cuidarlo".

Ante nuestra consulta si cambiaría su oficio por cualquier otro, Hugo responde con mucha seguridad que "de ninguna manera".

"Soy una persona muy dúctil, soy plomero, soy electricista y tengo conocimiento para arreglar artefactos del hogar. Lo hago en mi casa y también para mis vecinos cuando me lo solicitan, pero ser payaso es mi oficio. Disfruto mucho cuando le puedo brindar un momento de diversión a los chicos. He disfrutado muchas presentaciones, sobre todo en el interior donde las animaciones son más escasas. Creo que los payasos podemos hacer olvidar muchas veces el sufrimiento de chicos y grandes.