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Crisis del dólar y de credibilidad

Martes, 03 de septiembre de 2019 01:00

En día inusual, domingo, el Gobierno avanzó con una medida intentando evitar que se profundice la crisis del dólar, la novedad fue imponer por decreto  un “cepo” a la compra de dólares para las personas físicas por arriba de 10 mil dólares por mes, con lo cual reavivó la incertidumbre e instaló con más fuerza el fantasma de diciembre del 2001, con lo cual se agudiza la crisis política  y de credibilidad que afecta al Gobierno como expresión de la crisis económica y social del “modelo”. Hasta el viernes se trataba del “default selectivo” sobre  bonos del Tesoro que provocó airadas reacciones de sectores empresariales, la más patética fue la declaración a la prensa del titular de la empresa Swiss Medical, Claudio Belocopitt, quien aseguró que “si no están los dólares es porque se los chorearon”.

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En día inusual, domingo, el Gobierno avanzó con una medida intentando evitar que se profundice la crisis del dólar, la novedad fue imponer por decreto  un “cepo” a la compra de dólares para las personas físicas por arriba de 10 mil dólares por mes, con lo cual reavivó la incertidumbre e instaló con más fuerza el fantasma de diciembre del 2001, con lo cual se agudiza la crisis política  y de credibilidad que afecta al Gobierno como expresión de la crisis económica y social del “modelo”. Hasta el viernes se trataba del “default selectivo” sobre  bonos del Tesoro que provocó airadas reacciones de sectores empresariales, la más patética fue la declaración a la prensa del titular de la empresa Swiss Medical, Claudio Belocopitt, quien aseguró que “si no están los dólares es porque se los chorearon”.

Sin hacerse cargo de la responsabilidad de su política en el resultado electoral, le atribuye al voto de la mayoría el descalabro producido con la devaluación. El nuevo cepo se hace después que facilitaron ganancias extraordinarias a los que ganaron y ganan con la devaluación: los grandes terratenientes, monopolios exportadores y demás sectores que manejan los dólares y siguen especulando con la devaluación del peso. El gobierno sigue liquidando las reservas –“para eso están”, se ufanó el ministro Lacunza y aumentan aún más las tasas de interés que paga el Banco Central, lo que vienen repitiendo desde la crisis de marzo-abril de 2018, con lo cual profundizan la recesión con inflación que sufre el país y el pueblo desde entonces.

Así la “tranquilidad del dólar” no podía durar más de una semana como sucedió y la realidad volvió a instalar el debate en el seno del propio gobierno. Como la suba de la tasa de interés para los pesos y liquidación de reservas no alcanzan para controlar el dólar se recurrió al control parcial de compra y venta de divisas, como existe en todo el mundo y siempre existieron en la Argentina, hasta que la política de Macri los anuló completamente, al extremo que se eliminaron los plazos para que las empresas exportadoras liquiden las divisas al Banco Central, cuestión que de hecho ha tenido que reconocer ahora al condicionar sus créditos a esa liquidación, esperando lograr una mayor oferta de dólares de la que hubo pese a la pregonada esperanza en la súper cosecha “salvadora”.

Lacunza al anunciar la reprogramación forzada de vencimientos inmediatos de la deuda y sus intereses – un “incumplimiento selectivo”–, y poder disponer así de 7 mil millones de dólares,  pretende mantener “quieto” al dólar supuestamente hasta fin de año, con lo que piensan revertir la opinión de muchos votantes para octubre e ir al ballotage. Esto acompañado de una propuesta de renegociar la extensión de los plazos de vencimiento con el FMI e incluso el canje de bonos a los bancos extranjeros e inversores sin quita de capital ni rebaja de los intereses, que se enviará al Congreso.

En su afán de recuperar votos, el macrismo definió esta mezcla de cepo y default, no pagando por tres y seis meses los vencimientos de los bonos del Tesoro para disponer de los dólares necesarios para “tranquilizar al mercado”, pero profundiza la incertidumbre política. Por eso no conforma a todos los sectores del bloque dominante, expresado no sólo en las discusiones en el propio Gobierno sino también en el malestar de empresarios importantes. El sector financiero consideraba sin solidez al llamado “reperfilamiento de deuda sin quita” y  hasta el radical Julio Cobos que integra Cambiemos se pronunciaba por mínimos controles en el mercado de cambios.

Ante un mercado que continuaba drenando las reservas, el Banco Central subió nuevamente la tasa de interés de referencia representada en las Leliq (Letras de Liquidez del BCRA) y marcó un nuevo récord al ubicarse en 78,2% en promedio. En tanto el gobierno busca comprometer a la oposición con el anuncio de que mandará al Congreso el proyecto de renegociación, lo que buscan es dar validez legal al endeudamiento fenomenal que trajo a esta crisis y que los mismos requieren para “reperfilar” los plazos de esa deuda, cuestionada no sólo por los intereses usurarios sino por haber sido hecha sin el aval parlamentario que exige la Constitución Argentina.

En tanto el riesgo país volvió a elevarse: la escala del JP Morgan volvió a subir el viernes hasta los 2.471, cuando el martes ya había llegado a los 2.001 y había seguido aumentando todos los días de la semana. Es que aún con la propuesta de “reperfilamiento”, el peso de la deuda no se achica: al no realizar quita alguna la deuda seguirá representando más del 100% del PBI, pero además al no plantearse rebaja en los intereses de los bonos, el año próximo, sea quien sea gobierno, necesitará al menos 3,5% del PBI sólo para el pago de intereses. El problema persiste y el dólar no se “aquieta”, ahondándose la crisis política y económica con la liquidación de las ya escasas reservas y la acumulación de deuda por el Banco Central a tasas de interés que siguen hundiendo al trabajo, la producción de bienes y profundizando el drama social, que se despliega de inhumana  e inmoralmente en  la crisis alimentaria, reflejo del fracaso histórico de las clases que detentaron el poder político de espaldas al pueblo y a la grandeza nacional necesaria y posible.