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Es la política: todo tiene que ver con todo

Domingo, 11 de octubre de 2020 23:41

El mundo sigue su curso, a los tumbos, pero va. Desde la guerra apenas contenida entre Azerbaiyán y Armenia, y las amenazas del líder norcoreano que sigue presentando misiles cada vez más destructivos hasta la locura programa de las elecciones de los Estados Unidos, donde el presidente Trump juega a convencer a todos que es un "héroe invencible" aunque todavía no logró convencer a los electores del 3 de Noviembre (estamos a 23 días de ese supermartes) que su contagio de coronavirus fue real. Y aquí en Jujuy, cerca de 10 mil ciudadanos bolivianos (de los más de 140 mil que viven en nuestra país) se preparan para votar en el consulado de ese país y en varias escuelas que se habilitarán especialmente para ello el próximo domingo.

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El mundo sigue su curso, a los tumbos, pero va. Desde la guerra apenas contenida entre Azerbaiyán y Armenia, y las amenazas del líder norcoreano que sigue presentando misiles cada vez más destructivos hasta la locura programa de las elecciones de los Estados Unidos, donde el presidente Trump juega a convencer a todos que es un "héroe invencible" aunque todavía no logró convencer a los electores del 3 de Noviembre (estamos a 23 días de ese supermartes) que su contagio de coronavirus fue real. Y aquí en Jujuy, cerca de 10 mil ciudadanos bolivianos (de los más de 140 mil que viven en nuestra país) se preparan para votar en el consulado de ese país y en varias escuelas que se habilitarán especialmente para ello el próximo domingo.

Y todos esperamos que esa votación se desarrolle en paz y que los queridos vecinos puedan comenzar a normalizar su camino al futuro. Todo, aunque parezca raro o exagerado, tiene que ver con nosotros. La lejana guerra del cercano oriente involucra a las grandes potencias, porque detrás de Nagorno Karabaj asoman los intereses de los rusos, los norteamericanos y los chinos, con quienes los argentinos siempre tenemos cosas pendientes. Gane quien gane en USA, seguirán siendo los que monitoreen nuestro destino. Tan grande es la deuda externa que tenemos y tan iguales son los republicanos y los demócratas yanquis cuando se trata de dólares y de dominio de la geopolítica, que seguiremos atados al carro triunfal del FMI durante varias generaciones. Venezuela pasó de ser nuestro modelo a seguir a ser el modelo que rechazamos, ambas posibilidades se disputan hoy controlar la voluntad de nuestro presidente. Alberto Fernández logró reacomodar las cargas con las Naciones Unidas (EEUU y asociados), luego de que los sectores que responden a Cristina Elisabet Fernández de Kirchner habían logrado patear el tablero rechazando el "Informe Bachelet" que expuso las gravísimas faltas a los derechos humanos del régimen chavista.

Esas cargas se reacomodaron justo cuando aterrizaba en Ezeiza la misión del FMI, dispuesta a analizar la realidad económica, social y política de Argentina. Hoy esos enviados ya están de vuelta en casa y es obvio que su informe es cruel y realista sobre la situación general y sobre la desconcertante debilidad del poder político. Uruguay, a través de su presidente Luis Lacalle Pou, anunció que analizarán con una lupa si deja entrar vacacionistas e inversionistas argentinos en los próximos meses: no sólo llevaríamos el coronavirus, sino también (especialmente por aquellas que quieren irse a vivir y llevar sus capitales) por el temor a que trasplanten también los malos hábitos de mucha de nuestra clase empresaria.

El expresidente y admirado Pepe Mujica sentenció, como siempre, proverbial y sin filtro: "Lacalle Pou quiere hablar con Alberto Fernández, pero no le da pelota". Jair Bolsonaro, el amigo brasileño fue igualmente lapidario: "Con Cristina Kirchner volvió el "zurdaje" a la Argentina. Bueno, argentinos, lo siento, pero es lo que se merecen". En honor a la autodeterminación y a nuestra soberanía de pensamiento y acción, no deberíamos preocuparnos por todas las señales directas e indirectas que nos llegan del mundo. Pero deberíamos al menos intentar una mínima autocrítica que nos permita explicarnos las razones de nuestra endeblez, que les permiten a algunos hablar de nosotros con sorna y hasta irrespetuosamente. Y hacer algo. Algo coherente.

Ojalá pudiéramos, pero desde la economía, el desconcierto y la ineficacia de las medidas que se toman no dan tregua. Tras varios intentos de correcciones, el dólar blue cerró el viernes en $169 y la brecha con el oficial superó el 100%. Muchos economistas piden que no esperen que llegue a más sin tener las riendas cortas, pero los funcionarios de economía y el Bcra aún no parecen encontrarlas. La historia se repite: o liberar el dólar o cerrar el cepo del todo. Y por encima, flotando, el fantasma de los corralitos que siempre reaparece. ¿Llevar al dólar oficial a $100, y limpiar de un plumazo los 18 (18) tipos de dólar que conviven en nuestro mercado? Se debe recordar, al menos para eso están las experiencias ya vividas, que la situación es delicadamente parecida a los días previos al "rodrigazo". Corría junio de 1975 con el gobierno de la señora Isabel Martínez de Perón, y una feroz devaluación del 61% para el cambio comercial y del 50% para el financiero, realizada por el ministro Celestino Rodrigo, dispararon la inflación al 777% anualizada y los precios se dispararon más del 180%. Ocurrió inmediatamente el desabastecimiento de gran cantidad de productos esenciales, entre ellos, combustibles, alimentos y otros.

Como si esto no alcanzara para romper las cabezas de todos los argentinos, la política sigue jugando al tira y afloje. Las disputas internas del poder en el Gobierno son evidentes. Y tan fuertes, que la jugada de entregar este sábado 17 de Octubre la presidencia del Partido Justicialista al presidente Alberto Ángel Fernández, con el propósito loable de empoderarlo y dar solidez a su liderazgo, puede quedar licuada si no se frenan antes y después los cruzamientos en la coalición gobernante. Y también, si los voceros del Gobierno no aflojan en su ninguneo a la oposición que, a pesar de todo se muestra bastante condescendiente o tolerante. Santiago Cafiero le pidió a la oposición que "baje los decibeles y que se aleje del camino del odio, porque va con destino a convertirse en una ultraderecha antidemocrática y minoritaria". El jefe de Gabinete los acusó de buscar "generar un terraplanismo político que están tratando de agitar y que no lleva a ningún lado".

Curioso, porque el mismo Cafiero presidió un escuálido encuentro de empresarios y sindicalistas en la Casa Rosada, que tuvo el destino que era de imaginar: hablar de un pacto social sin interlocutores importantes. El propio Presidente, en la búsqueda de mejores horizontes, utilizó el último mensaje acerca de la enésima extensión de la cuarentana, para volver a mostrarse como un mandatario que genera aperturas y que despierta consensos: logró la presencia del radical jujeño Gerardo Morales, el santafesino Omar Perotti y Omar Gutiérrez, de Neuquén. Ni Kicillof, impedido por seguridad sanitaria, ni Rodríguez Larreta, cuya ausencia marcó el tono devaluado del esfuerzo presidencial, concurrieron al llamado. "Voy a arremangarme junto a los gobernadores para atacar este virus maldito en cada lugar del país".

Aunque es mejor nunca tarde, más vale tarde que nunca, porque la gestión no sólo es para el Amba, sino para los 45 millones de argentinos distribuidos desde La Quiaca a la Antártida. Ahora es repartir la responsabilidad y desviarla a los mandatarios provinciales, los que acompañaron en su totalidad un mensaje del Gobierno conocido el sábado. También cada uno de los gobernadores ya comienza a buscar con toda lógica, treparse a sus propios aciertos, disimular -y hasta desconocer- sus errores, y en todos los casos, armar su propio relato en búsqueda de generar aprobación y consenso popular, porque todos han comenzado a mirar fijamente al 2021, como año electoral que colocará puntos de inflexión en todos los lugares sensibles de la vida pública.

El gobernador de Jujuy le obsequió un plus al presidente Fernández luego de la reunión en el Salón de las Mujeres de la Casa Rosada. Le dijo a la prensa de Buenos Aires que no está de acuerdo con la movilización y banderazo que se está convocando para hoy en todo el país. Aclaró el GM que aunque no quiere pelearse "con los amigos de Juntos por el Cambio", explicó que no hay que generar aglomeraciones porque después surgen los contagios. Dijo que él no convoca en la provincia, y argumentó (sin decir cuáles ni detallar su efectividad), que hay otras formas de protesta.

Las expresiones no cayeron del todo bien en Juntos por el Cambio, que si bien no convoca con sello y firma, sí participa de esta forma de "ganar las calles" y en todo caso, acompaña la expresión generalizada que recorre las redes sociales, más allá de adhesiones de los dirigentes de la coalición opositora. Esa es precisamente una de las preocupaciones de los peronistas jujeños que esta semana trabajarán para entregar el mando del PJ al presidente Fernández. "Los peronistas debemos copar las redes sociales, porque hoy lo han hecho los opositores y es un espacio que tenemos que utilizar nosotros", ordenó por Zoom a todo al país.