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A 37 años del fallecimiento del padre misionero Tarcisio Rubín

"Gracias a Dios vamos avanzando, estamos en buenos tiempos, la causa no se estanca, sigue", dijo fray Juan José Núñez.

Domingo, 04 de octubre de 2020 01:00

Comunidades de distintas parroquias y congregaciones del país recuerdan la vida y la obra del misionero Tarcisio Rubín, al conmemorarse el 37º aniversario de su fallecimiento. La Diócesis de Jujuy, por un lado, y otras como la de la provincia de Mendoza continúan trabajando en el proceso de la causa de canonización del misionero. Cabe acotar que, tras hacer entrega de la documentación correspondiente en Roma, aguardan novedades de la Santa Sede, donde los científicos prosiguen estudiando la vida del misionero para declararlo beato.

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Comunidades de distintas parroquias y congregaciones del país recuerdan la vida y la obra del misionero Tarcisio Rubín, al conmemorarse el 37º aniversario de su fallecimiento. La Diócesis de Jujuy, por un lado, y otras como la de la provincia de Mendoza continúan trabajando en el proceso de la causa de canonización del misionero. Cabe acotar que, tras hacer entrega de la documentación correspondiente en Roma, aguardan novedades de la Santa Sede, donde los científicos prosiguen estudiando la vida del misionero para declararlo beato.

 

Por los caminos del mundo, jamás llevó ni valija ni dinero, solo la ropa puesta encima. Lavaba la única camisa a la noche y la usaba.

 

De acuerdo a lo informado ayer, por el vicepostulador de la causa padre Juan José Núñez, quien sigue las indicaciones del Postulador General que está en Roma padre Fabio Baggio en conjunto con la Congregación para la causa de los Santos, se supo que se evalúan los cinco tomos que reflejan la documentación enviada desde Jujuy a Roma, sobre la cual están trabajando los peritos en el Vaticano.

"Determinaron que es necesario profundizar más los archivos, no sólo de Argentina, sino además de Alemania y de Suiza, donde el padre Tarcisio estuvo trabajando antes de venir a la Argentina. En este momento estamos en esa recopilación de datos, que está en manos de los oficiales que trabajan en Roma. Todo eso aumenta la información sobre la vida del padre Tarcisio. Gracias a Dios vamos avanzando, estamos en buenos tiempos, la causa no se estanca, sino que sigue adelante y eso es lo que nos entusiasma a todos", sostuvo el fraile.

ALTAR DONDE MURIÓ / REZANDO AL SANTÍSIMO EN LA CAPILLITA DE ALTO CALILEGUA.

Hablar del padre Tarcisio Rubín, es hablar de un alma predestinada a hacer grandes cosas. Fue breve pero intensa su vida terrenal, dejó huellas profundas en el corazón de toda una comunidad que fue testigo de su siembra, de su apostolado en bien de los pobres. No en vano es considerado como uno de los sacerdotes más carismáticos y que más acercó su experiencia evangelizadora a los principios y enseñanzas de Jesús. Todos recuerdan al misionero de las sandalias gastadas de tanto peregrinar por lugares inconcebibles para la mente humana y de la sotana raída, por el intenso servicio realizado en favor de los trabajadores golondrinas, a los que solía atender en épocas de zafra, no sólo predicando, sino preparando el almuerzo para los niños que aguardaban sentados debajo de los árboles,

Su vida

El padre Tarcisio nació en un pueblo de Loreggia, provincia de Padua (Italia), el 6 de mayo de 1929, fue el menor de diez hermanos. Sus padres Ermenegildo Rubín y Emilia Píccolo eran sencillos y modestos campesinos. Al terminar la escuela primaria Tarcisio entró en el seminario Scalabriniano. Fue ordenado sacerdote el 21 de marzo de 1953 y en el mismo año fue destinado a la misión para los migrantes de Berna (Suiza). En 1969 fue destinado a trabajar con los migrantes italianos en la misión de Wuppertal (Alemania) hasta el año 1973. Luego de una experiencia de vida contemplativa en Palestina fue destinado a la Argentina. Antes de partir de su tierra natal, celebró con la comunidad y predicó en todas las misas con su estilo de absoluta pobreza. Lavaba la única camisa a la noche y la usaba a la mañana siguiente. Su riqueza fue hasta sus últimos días, el crucifijo y la biblia.

Llegó a Buenos Aires el 9 de abril de 1974. Apenas llegado, Tarcisio se constituyó como un centro de debates, de admiración, de dudas y de críticas. Su estilo de vida llamaba la atención. Fue destinado para los migrantes más marginados, especialmente bolivianos y chilenos de la zona mendocina. Estando en Mendoza, se daba cuenta de que muchos bolivianos llegaban del Noroeste Argentino. Eran los migrantes "golondrinas" que, al interrumpir la cosecha de caña de azúcar, durante los meses estivales, bajaban a Mendoza para la vendimia. Ellos lo cautivaron y lo trajeron a Jujuy, donde su trabajo apostólico fue intenso. Para el sostén pastoral, pasaba horas y horas en adoración frente al Santísimo.

El 27 de septiembre de 1983, salió de Córdoba y el 28 llegó a San Pedro de Jujuy. El 1 de octubre celebró y predicó por la fiesta de Santa Teresita en Libertador General San Martín y partió para San Francisco de Valle Grande. Al llegar, avisó que prepararan toda la fiesta patronal y partió para Alto Calilegua arribando al atardecer del 2 de octubre, donde celebró la misa con los niños y con la gente del pequeño poblado. En la mañana del 3 de octubre, los niños que tanto amaba, lo encontraron sin vida en la capillita de Alto Calilegua, falleció rezando frente al Santísimo. Sus restos fueron trasladados a San Pedro de Jujuy y descansan en la capilla del cementerio municipal Cristo Rey. Por las gracias concedidas mediante su intercesión, por testimonios de la gente, se supo que obró numerosos milagros, prueba de ello son las placas de agradecimiento que fueron colocadas cerca de su tumba.