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26 de Abril,  Jujuy, Argentina
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Desayunando

Lunes, 16 de noviembre de 2020 01:04

Aquel Pierro, el de la tira televisiva que compartía con el entonces también joven Solón, entró a la cocina de Blanca, que en realidad era la actriz Estefanía Vilte o eso creía, cuando terminábamos de compartir una intimidad grata sobre las tazas de café del desayuno. Ella no parecía estarle siendo infiel. Parecía reconocer que habían pasado demasiados años desde que lo viera por última vez, allá por los años setenta, y sin embargo ella, la actriz que interpretara a la mujer de Pierro, no tenía un año más de los que tenía entonces, cuando la filmaron. Por lo que les escuché hablar, por lo que veían mis ojos, no estábamos en la realidad sino dentro de la serie “Pierro y Solón”, que la televisión jujeña emitiera hace cincuenta años sin demasiado éxito, y entonces, como les dije ayer, se puso de pie pero no para desenfundar el arma, como parecía ser por su gesto, sino para lanzarme un cross que me retumbó en el ojo. La llamaba Blanca y no Estefanía, como si aquella hermosa dama fuera el personaje y no la actriz, y me tomó del cuello de la camisa para zamarrearme. Como pude, me evadí y no sé por qué, o sólo para que no me siguiera golpeando, gané la ventana y empecé a correr por la vereda, medio desnudo como estaba. Si ustedes no me creen una palabra de todo esto que les estoy contando, la verdad es que los entiendo, yo mismo tampoco creía estarlo viviendo. Ni lo bueno, que sucedió en la casa de Estefanía desde que llegué en la víspera, ni lo malo, que empezaba a sucederme cuando entró a su casa el joven Pierro.

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Aquel Pierro, el de la tira televisiva que compartía con el entonces también joven Solón, entró a la cocina de Blanca, que en realidad era la actriz Estefanía Vilte o eso creía, cuando terminábamos de compartir una intimidad grata sobre las tazas de café del desayuno. Ella no parecía estarle siendo infiel. Parecía reconocer que habían pasado demasiados años desde que lo viera por última vez, allá por los años setenta, y sin embargo ella, la actriz que interpretara a la mujer de Pierro, no tenía un año más de los que tenía entonces, cuando la filmaron. Por lo que les escuché hablar, por lo que veían mis ojos, no estábamos en la realidad sino dentro de la serie “Pierro y Solón”, que la televisión jujeña emitiera hace cincuenta años sin demasiado éxito, y entonces, como les dije ayer, se puso de pie pero no para desenfundar el arma, como parecía ser por su gesto, sino para lanzarme un cross que me retumbó en el ojo. La llamaba Blanca y no Estefanía, como si aquella hermosa dama fuera el personaje y no la actriz, y me tomó del cuello de la camisa para zamarrearme. Como pude, me evadí y no sé por qué, o sólo para que no me siguiera golpeando, gané la ventana y empecé a correr por la vereda, medio desnudo como estaba. Si ustedes no me creen una palabra de todo esto que les estoy contando, la verdad es que los entiendo, yo mismo tampoco creía estarlo viviendo. Ni lo bueno, que sucedió en la casa de Estefanía desde que llegué en la víspera, ni lo malo, que empezaba a sucederme cuando entró a su casa el joven Pierro.

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