Los jóvenes protagonistas
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Los jóvenes protagonistas
Blanca se encargó de servir unos escones mientras mirábamos en la televisión la serie de Pierro y Solón en la que, tan jóvenes como debían serlo allá por los años setenta, su marido y el de Aurelia trataban de resolver el caso del robo del tapado, y como el campesino que lo denunciara aseguraba que la luminaria que vio en el suelo delataba que había plata allí, aunque al cavar sólo encontró una vasija vacía, Bautisto Solón dedujo que el robo sucedió poco antes de que lo desenterrara.
Imposible, dijo el hombre sin darse tiempo a dudarlo. Cuando vi la luz en el suelo, clavé un cuchillo para que no se me perdiera, y al meter la pala el cuchillo estaba ahí mismo sobre tierra que nadie había movido. ¿Habrán hecho un túnel?, dijo Solón tanteando los bordes del pozo porque ya se había arrodillado para ver más de cerca la escena del delito.
Aurelia levantó un escón para mojarlo en el café, sin sacar los ojos de la pantalla. Pierro sonrió de lado, echándose hacia el respaldo de la silla en la que estaba sentado, porque seguramente recordaba la resolución del caso que había inspirado ese capítulo al guionista de la serie, y yo empecé a imaginarme que el argumento podría desviarse hacia una trama de misterio.
Lo dije y me rogaron que no me adelantara, que siguiera mirando como el joven Solón, el de la serie, trataba de escuchar algo en ese silencio de la tierra, cuando levantó la vasija enterrada y alzó del fondo un trocito pequeño de papel colorado. El tapado guardaba el resultado de la venta de la cosecha, aseguró.
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