Noviembre es el mes donde confluyen dos ejes vertebrales en la vida de Sergio Díaz Fernández: el orgullo Lgtbiq+ y el Teatro Nacional, que justamente hoy celebra su día. A los 44 años se asume como parte tangible de la diversidad en Jujuy y sigue ayudando a construirla desde el arte escénico "pero sin necesidad del grito o el panfleto".
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Noviembre es el mes donde confluyen dos ejes vertebrales en la vida de Sergio Díaz Fernández: el orgullo Lgtbiq+ y el Teatro Nacional, que justamente hoy celebra su día. A los 44 años se asume como parte tangible de la diversidad en Jujuy y sigue ayudando a construirla desde el arte escénico "pero sin necesidad del grito o el panfleto".
"Toda mi vida viví muy tranquilo mi sexualidad", define él mismo al dialogar con El Tribuno de Jujuy aunque es muy claro al decir "tiene que pasar por aceptar al otro y en la cotidianeidad que vivimos no se debe indagar en la cama de nadie".
El actor, director, autor y docente siempre reflejó su personalidad fuerte y activa -"soy de Leo y Dragón de Fuego", rúbrica- ya en la Primaria y la Secundaria en el Colegio Santa Teresita se constituyó en un alumno líder, uno de los mejores promedios, el delegado del curso, carrocero y "casi abanderado". No tenía muy claro el tema de la sexualidad pero "no me molestaba ni afectaba, pero si se notaba algo no me molestaba a mí, ni a los otros. En esa época el que hacía bullying era yo, pero por otras cosas".
Su pasión por el teatro se encendió, como no podía ser de otra manera, de una situación vinculada con el primo de su padre -su tío- Tito Guerra. "Lo conocí un verano en Tilcara cuando tenía 14 o 15 años, mi abuela me dijo "vamos a saludar a mi sobrino" y fuimos al Salón Municipal donde se presentaba "Pajaritos en el balero" de Jorge Accame bajo su dirección. Me enamoré de la obra, fue fantástica la magia que se produjo en mí como espectador, me había iluminado y puesto a soñar".
Volvió a reencontrar al referente teatral jujeño cuando falleció su abuelo y nada menos que en el velatorio, cuando las charlas ya se distienden, fue invitado a participar de los talleres de teatro que Guerra daba en la Unju. Asistió "un tiempito" y luego siguió con Edmundo Asfora.
La llama ya ardía por lo que Sergio si bien inició Ingeniería en la Unju, con miras a estudiar en el Balseiro, ya averiguaba sobre la carrera de teatro. Por mandato familiar al plantear la ida a Tucumán tuvo que matizar su preferencia con Abogacía y hasta Psicología.
Tras lograr desprenderse de esos lastres regresó a Jujuy en el 2000 donde empezó una febril rutina de enseñar, cursar en el "Jardín de la República" y ensayar para las obras del Cetic.
Y no sólo eso se definió, "en la adolescencia me descubrí y empecé a tener historias pero siempre creí que pasaban meramente por lo sexual, hasta que en Tucumán conocí a un compañero de teatro", confiesa
Pasaron algunos años y en el 2005 conoció a Charlee Espinosa y surgió el grupo ADN al año siguiente. "Porque yo termino sintiendo que hay un gen teatral metido en mi ADN y el de los otros integrantes. Es un grupo que nace del amor, de una pareja de dos homosexuales, gays, hombres, o la etiqueta que le quieran poner hoy pero nace desde ese lugar. Y de un Charlee Espinosa con muchas ganas de gritar y de decir y un Sergio Díaz Fernández más recatado, más controlado y ese equilibrio hizo como fuerte al grupo en lo teatral, primero; y paralelamente en el discurso social en relación a lo Lgtbiq+ y la diversidad".
Aunque nunca sintió obstáculos ni como estudiante, ni en lo laboral ni social, algo especial ocurrió con su familia. María Eugenia Montero, periodista de este matutino, cronicó el ciclo "Sólo Hazlo" en la temática "Salte del closet" y fue al leer el diario que su padre se enteró de su elección, se trató de un fuerte impacto pero primó el apoyo incondicional.
Su producción teatral siempre estuvo vinculada con la diversidad y la cuestión de género, aún después de una separación intensa de la pareja, ya que "Charlee siguió su línea mucho más de lucha, de grito y yo me fui por otro camino".
Actualmente Sergio es coordinador de la Tecnicatura Superior en Teatro en la escuela "Tito Guerra" y dicta talleres en el teatro Mitre, además fue docente en escuelas públicas y privadas. Asimismo, trabajó en Cultura de la Municipalidad de San Salvador de Jujuy y en la Secretaría de Cultura de la Provincia, no obstante esta última labor se vio trunca por un ACV que sufrió en el 2016 y lo obligó a un impasse.
Pero "siento que el teatro salva" -dice- y así volvió con "Marcha" y finalmente con "La Marilyn" ratificó que el teatro es una herramienta para la visibilidad de la diversidad.
"Trato de llevar el discurso, de sostener la bandera que quizás otros levantan, la mueven", sintetiza.
"Cuando entro en crisis reafirmo que quiero esto, seguir esta línea, siento que la enfermedad me hizo ver que algo había sembrado y que hay mucha gente que valora cosas que hemos hecho desde ADN. Quiero trabajar para aportar al teatro y a la sociedad", finaliza.
Con público presente
“La Marilyn”, la obra de ADN que se estuvo presentando hasta diciembre de 2019, el 20 de este mes marcó el regreso del teatro con público presencial en Jujuy. Fue en adhesión al Mes del Orgullo Lgtbiq+. Con los protocolos por el coronavirus fueron 180 personas -en la sala del Mitre con capacidad para 540- que apreciaron el trabajo de Rodrigo Quiroga con la dirección y autoría de Sergio Díaz Fernández. “Fue muy emocionante, tenía muchísima adrenalina. A las dos horas que publiqué la función en el Facebook dijeron que las entradas estaban agotadas”, resaltó. “Fue lindo hacer La Marilyn, tenemos el compromiso de colaborar con Damas de Hierro, capaz haya otra función”, dijo. Y trajo a colación reflexionar sobre las dificultades que está teniendo el teatro independiente para regresar a las tablas tras el pico de la pandemia.