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Laberintos Humanos: Forzando un amor

Martes, 15 de diciembre de 2020 01:03

Blanca y Aurelia empezaron a tramar un romance para Perla, pese a que dejara bien en claro que no lo quería. Fuera del padrecito, que no les era de mucha utilidad, aquella noche quedábamos Pierre Donadou Quispe, que tenía fama de donjuán, y yo, que al fin de cuentas fui quien dijo que era bella y distante.

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Blanca y Aurelia empezaron a tramar un romance para Perla, pese a que dejara bien en claro que no lo quería. Fuera del padrecito, que no les era de mucha utilidad, aquella noche quedábamos Pierre Donadou Quispe, que tenía fama de donjuán, y yo, que al fin de cuentas fui quien dijo que era bella y distante.

No hay peor situación que forzar una seducción, y el resultado fue una Perla que me esquivaba la mirada y una conversación que se volvía lenta, luego silenciosa y, al fin, aburrida. Promediando la digestión, Perla les sugirió a "las chicas" salir a dar una vuelta, que fue lo que hicieron.

Ya en la vereda, Perla las fulminó con su mirada. Aurelia le dijo que era hermoso estar enamorada, que debería darse la chance, pero Blanca bajó la mirada cuando un zorro salió del jardín de los vecinos, miró nervioso hacia los lados y se le acercó. Miró a Perla como si se conocieran y como si se amaran, pero pronto lo olfatearon los perros del barrio y tuvo que huir.

Perla se lo quedó mirando como quien ve partir parte de sí misma, y la jauría se perdió por el baldío por el que se había escabullido el zorro. Entonces se sentó sobre una piedra, hizo un gesto con la nariz que ya no era humano y las buscó con la vista. Le tomó una mano a Blanca y otra Aurelia y empezó a decir que no era culpa suya.

Yo no lo abandoné, dijo antes de echarse a llorar, pero la vida a veces nos pone en situaciones que no podemos controlar. Ténganme paciencia que se los cuento, ¿sí?, les preguntó y la intriga las obligó a decirle que la tendrían.

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