Cerrando un 2020 atravesado por una pandemia global, seguramente lo recordaremos como el año donde la humanidad perdió parte de la libertad. Esa libertad de caminar por las calles sin el uso de tapabocas, barbijos y máscaras, juntarse con familiares y amigos para compartir un mate, una comida o simplemente para charlar de la vida.
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Cerrando un 2020 atravesado por una pandemia global, seguramente lo recordaremos como el año donde la humanidad perdió parte de la libertad. Esa libertad de caminar por las calles sin el uso de tapabocas, barbijos y máscaras, juntarse con familiares y amigos para compartir un mate, una comida o simplemente para charlar de la vida.
Jujuy no fue la excepción de esta nueva normalidad de la que hoy somos parte, solo basta con escuchar los miles de ejemplos de eventos que se perdieron debido al aislamiento social, preventivo y obligatorio.
Desde los primeros días de marzo con la suspensión de las clases presenciales en toda la provincia, comenzó un efecto dominó que desencadenó en la cancelación de todas las celebraciones más arraigadas al sentir de los jujeños.
Si nos centramos en las celebraciones religiosas, tanto las peregrinaciones a la Virgen de Punta Corral, en abril, y Río Blanco, en octubre, fueron canceladas debido a la gran cantidad de feligreses que año a año se congregan en los santuarios para agradecer a las santas patronas. Está de más decir que todas las fiestas patronales de cada pueblo o ciudad también fueron postergadas.
El mismo destino tuvo la tradicional ceremonia de la Pachamama, donde se agradece a la madre tierra por todo lo brindado durante el año. Este ritual milenario debió realizarse bajo estrictos protocolos y solo se autorizaron pequeñas reuniones familiares.
Otro de los eventos tradicionales que sufrió la misma suerte es la conmemoración del Éxodo Jujeño. Cada 23 de agosto la provincia recuerda una de las gestas heroicas más importantes y para ello se realiza la tradicional marcha evocativa, evento que congrega a miles de personas, el cual también quedó suspendido.
Septiembre marca la llegada de la primavera, y en Jujuy la Fiesta Nacional de los Estudiantes es sin duda uno de los eventos más distintivos. Desfiles de carrozas, elecciones de reinas y ese aroma a lapachos florecidos que anda suelto por el aire marcan a fuego a cada estudiante que lo vive, algo que lamentablemente este año no pudieron disfrutar. Lo mismo sucedió con la tradicional Cena Blanca, evento que representa el fin de un ciclo y el inicio de otro, para los egresados.
La vorágine de este año nos enseñó a vivir el día a día y a no hacer planes a largo plazo, a valorar a los afectos y sobre todo la libertad. Empecemos este 2021 sabiendo que nosotros mismos somos los encargados de evitar la propagación de este virus que tanto nos quitó.