¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

19°
26 de Abril,  Jujuy, Argentina
PUBLICIDAD

Una decisión correcta, pero que profundiza la debacle económica

Domingo, 12 de abril de 2020 01:03

Pese al derrumbe generalizado de la economía que continuará agravándose peligrosamente con el paso de los días, la decisión de extender la cuarentena no tiene discusión. Argentina no llegó a su pico de contagios, acumula menos casos de los previstos y la cifra de víctimas fatales está muy por debajo de la mayoría de los países de la región. ¿Con qué argumento se flexibilizaría mucho la cuarentena si el 19 de marzo habían 97 casos y tres muertos y tres semanas después la cifra escaló a más de dos mil infectados y más de ochenta fallecidos? Eso, sin tener en cuenta que el país sigue testeando mucho menos de lo que debería para tener una real magnitud del impacto de la pandemia.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Pese al derrumbe generalizado de la economía que continuará agravándose peligrosamente con el paso de los días, la decisión de extender la cuarentena no tiene discusión. Argentina no llegó a su pico de contagios, acumula menos casos de los previstos y la cifra de víctimas fatales está muy por debajo de la mayoría de los países de la región. ¿Con qué argumento se flexibilizaría mucho la cuarentena si el 19 de marzo habían 97 casos y tres muertos y tres semanas después la cifra escaló a más de dos mil infectados y más de ochenta fallecidos? Eso, sin tener en cuenta que el país sigue testeando mucho menos de lo que debería para tener una real magnitud del impacto de la pandemia.

Evidentemente, en materia sanitaria, el aislamiento social obligatorio evidenció importantes resultados que el presidente Alberto Fernández no está dispuesto a tirar por la borda de un día para el otro. En idioma futbolístico, el dicho afirma que "equipo que gana no se toca", y eso es exactamente lo que decidió hacer el jefe de Estado, más allá de las fuertes presiones de los empresarios y algunos gobernadores para reabrir muchas de las actividades en todo el país.

"El Presidente observó con mucha preocupación el relajamiento de la cuarentena que se dio durante toda la semana y por eso aclaró rápidamente que no habrá un aislamiento light. Los controles se van a intensificar para que la gente entienda que esto no es un juego", señaló ayer a El Tribuno una alta fuente de la Casa Rosada que pidió reserva de su identidad.

En el Gobierno consideran que la utilización del transporte público de pasajeros es el mayor riesgo de propagación del virus, y eso habría sido determinante a la hora de no abrir más la situación de los comercios minoristas ni de las oficinas estatales, que seguirán manejándose con trabajadores cumpliendo funciones desde sus casas.

El agobio financiero que están atravesando las provincias, los municipios y el sector privado es una encrucijada que Alberto todavía no pudo resolver. Hasta ahora la emisión monetaria fue la única fórmula para inyectar plata en el mercado, pero eso comienza también a tambalear al ritmo de la pandemia. Ocurre que en Argentina ya empezó a escasear el papel moneda, el insumo básico para fabricar billetes, y que todos los países del mundo están utilizando la misma herramienta para ayudar a los sectores más afectados por la crisis, por lo que la maquinita de hacer dinero podría ralentizar su ritmo si no se encuentra una solución rápida al problema.

En off the record, un prestigioso economista argentino graficaba la situación de esta manera: "Por más que el Banco Central emita pesos las 24 horas del día, la cantidad de circulante que se necesita para aplacar esta catástrofe financiera que no lo tolera la capacidad de máquina".

Ante ese escenario, hay municipios bonaerenses que ya decidieron reducir un treinta por ciento los salarios de sus empleados públicos porque no tienen los recursos. La medida aún no se dio a conocer porque los jefes comunales esperan un giro especial de Nación que, por ahora, no llegará.

¿Volverán las cuasi monedas? Hay muchas provincias que ya le plantearon esa necesidad al Presidente, entre ellas La Rioja y Salta. Alberto quno ve con buenos ojos la opción pero tampoco nadie se anima a descartarla de plano como un recurso de último momento. Si la alternativa es pagar los salarios de abril con bonos o no pagarlos, el debate sobre el tema se pondrá sobre el tapete antes de lo que muchos piensan.

La recaudación fiscal en los primeros diez días de abril ya cayó más del cincuenta por ciento en varios municipios de Buenos Aires y el número sería mayor en el interior del país. Si el Estado es la única salvación para aminorar los efectos económicos del coronavirus y sus arcas están totalmente en rojo como ahora, las cuasi monedas comenzarían a circular como un salvavidas de plomo rápidamente entre la sociedad.

Todos los economistas consideran que ese derrumbe continuará acentuándose hacia fin de mes, cuando la cuarentena ya supere los cuarenta y cinco días de duración y se profundice la morosidad en las empresas de servicios y los consumidores. Un dato a tener en cuenta: más de la mitad de las personas no pagó las facturas de luz en marzo, lo que podría derivar en un desastre energético en el corto plazo. Otra vez, los subsidios aparecerían como la única solución posible. Es Guatemala o Guatepeor.

En diálogo con El Tribuno, el analista político Jorge Giacobbe sostuvo que "es muy importante que el Presidente sea creíble" al destacar que "no es común que un líder suba treinta puntos de imagen positiva en medio de una debacle como esta". Según el sociólogo, "si Alberto Fernández llega a junio con un cincuenta por ciento de aprobación -en marzo terminó con sesenta y ocho- esa confianza podría reducirse rápidamente cuando pase un poco la pandemia y se intensifique el problema de la economía".

Argentina, acostumbrada a pasar de una crisis a otra, se encamina a uno de los momentos más difíciles de su historia moderna en materia económica, ya que el crédito está cortado y las pequeñas y medianas empresas del país -que son las grandes generadoras de empleo- están literalmente quebradas y vacilando entre cuatro alternativas dramáticas: reducción de salarios a los trabajadores, suspensión de personal hasta que termine la crisis, despidos masivos o directamente el cierre de la compañía.