¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

18°
25 de Abril,  Jujuy, Argentina
PUBLICIDAD

Jujeños honraron ayer a la Virgen del Valle

Se convocó al rezo del Rosario en su fiesta litúrgica, a 400 años de su aparición.

Domingo, 26 de abril de 2020 01:03

Los fieles jujeños se unieron anoche en el rezo del Rosario por la patria y la Vida en el marco de la fiesta litúrgica de la Virgen del Valle. La convocatoria nacional, en el Año Mariano, se pudo seguir por Radio María y las redes sociales.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Los fieles jujeños se unieron anoche en el rezo del Rosario por la patria y la Vida en el marco de la fiesta litúrgica de la Virgen del Valle. La convocatoria nacional, en el Año Mariano, se pudo seguir por Radio María y las redes sociales.

"En este sábado se celebra la memoria litúrgica de Nuestra Señora del Valle, Patrona del Noroeste Argentino. Muchos de nosotros nos imaginábamos estar estos días en Catamarca para celebrar con todo el pueblo argentino los 400 años de la aparición de la imagen de nuestra Señora en la gruta de Choya. Las circunstancias actuales nos han impedido esta celebración masiva, sin embargo buscaremos de celebrar su fiesta a través de los medios de comunicación para que llegue a todos nuestros hogares, verdaderas iglesias domésticas, la alegría de este acontecimiento", dijo en su mensaje el obispo Daniel Fernández.

La localidad de Palma Sola es una de las que celebró su patronal aunque en situación de cuarentena.

“Instancia para continuar madurando en la fe”

PADRE MIGUEL DAVID ACIAR, párroco de San Pedro y San Pablo

Querida Comunidad:

Caminando este tiempo de Vida en el Señor Resucitado hace un par de meses nos imaginábamos este momento celebrando multitudinariamente, en el Valle de Catamarca, a nuestra Madre la Virgen María. Pero en los designios de Dios nos encontramos, lejos de aquella imagen que hubiéremos recreado en nuestros pensamientos y deseos, confinados en nuestros hogares y ante la noticia de la prolongación de esta cuarentena. Sin embargo, la oportunidad de dar gracias y rezar juntos no conoce de distancias. Y eso es posible por la fe, porque hemos recibido este don precioso que nos ayuda a creer en Aquél, que por amor, nos ha salvado de todo mal. No deja, sin embargo, de ser esta realidad inesperada una instancia para continuar madurando en la fe. Para quienes nos acercamos a Dios esperando la respuesta inmediata y clara a lo que está pasando, el desconcierto es grande. Seguimos celebrando un “aleluya entrecortado” mientras el ritmo de los días evidencia experiencias de personas cercanas envueltas en la tiniebla de la pasión. Son tiempos en los que cuesta encontrar la luz serena de la Pascua. Es cierto que este tiempo no deja de interpelarnos desde el dolor y la pérdida. Pero cuál es la verdadera dificultad u obstáculo para nosotros los creyentes que estamos celebrando la Pascua. Quizás nos hemos acostumbrado a “creer” en estado de bienestar y no de providencia.

Queridos hermanos, les propongo continuar esta lectura animándonos a hacerlo desde la mirada y el corazón de la Virgen María, Ella ha sido la primera entre todos en transitar esta prueba, de la que hoy también somos nosotros los protagonistas y testigos del amor providencial de Dios. La verdadera fe se profesa sólo desde la confianza, y esto nos pone en estado de espera. Creer no es poseer, sino esperar. Creer es incertidumbre. Creer es un proceso, no una conclusión. Es entender la vida como un camino que se va haciendo e iluminando en medio de sombras, vueltas, giros inesperados... Creer es la serenidad para integrar los elementos adversos de la vida, porque en ellos también está la voz de Dios. La vida no es un trayecto lineal donde todo está claro. Todos hemos experimentado en alguna ocasión que los momentos de claridad, en ocasiones, no son tan claros; y las tinieblas, no son tan oscuras.

Creer es una gracia de la pobreza. Solo el pobre cree. El rico tiende a fabricarse la seguridad que lo sostiene. El pobre, por el contrario, se abre a la vida con el entusiasmo propio de lo novedoso. Creer no es, por supuesto, un acto intelectual. Es vaciarse, hundirse en la propia debilidad, porque solo desde esa realidad la fe conduce a la comunión y al compromiso de transformación. Creer es escuchar más que hablar. Oír su Palabra, sentirla en el corazón, dejar que se encuentre con nuestra fragilidad y nuestras dudas, para poder animarnos a decirle, confiadamente: “Hágase en mi según tu Palabra” (Lc 1,26) Porque creer, queridos hermanos, siempre es donación, vaciamiento, libertad y vida. Pidamos a Nuestra Señora del Valle, Madre del pueblo y esperanza nuestra, nos alcance la gracia de la verdadera fe, para creer siempre, y frente a las pruebas de cada día, confiar en la divina providencia de Dios que nunca nos abandona.

Con mi bendición, y fortalecidos en la oración. P. Miguel David