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"Hay que tener muy presente a la franja de los trabajadores informales"

En este 2020, transitar la Semana Santa nos encuentra en una situación excepcional, donde un nuevo flagelo azota la humanidad y una de las formas de combatirlo es permanecer aislados en las casas. Desde esta perspectiva, el obispo de la Diócesis se manifestó respecto al tema y refirió una reflexión para esta Semana Santa y el inicio hoy, del Triduo Pascual que culminará con el Domingo de Pascua.
Jueves, 09 de abril de 2020 01:04

-Debido a esta temible pandemia, ¿qué siente al ver como sentimiento generalizado que la gente se manifiesta angustiada y con miedo?

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-Debido a esta temible pandemia, ¿qué siente al ver como sentimiento generalizado que la gente se manifiesta angustiada y con miedo?

Sensible como todos a lo que estamos viviendo, y lo que nos llega sobre todo desde países como Italia, Ecuador, España y Estados Unidos, con situaciones tan dramáticas. Claro, uno realmente siente como que tiembla ante estas situaciones porque muchas veces indefensos, peleando con un enemigo que parece tan invisible y difícil de domar, salen a la luz cosas positivas que vamos viviendo. Por un lado, vamos comprendiendo qué frágiles que somos, de que el ser humano a veces nos creemos omnipotentes e inmunes a todo peligro. Y estas situaciones generalizadas como las que pasan en las vidas personales de cada uno, nos descolocan cuando creemos que nos pasará o le sucede a un ser querido, ahí es donde uno descubre realmente que nuestra vida es frágil.

Así que eso desarrolla de alguna manera resortes que pueden ser muy buenos, porque es cierto que nuestra vida puede ser muy frágil y contra eso no hay vacuna para la inmortalidad. Pero, está el camino de la fe para los que somos creyentes, que es mirar todo esto como Dios lo ve y dejarnos consolar por el Señor que nos quiere bien. Y bueno, que ahora, particularmente en esta Semana Santa, nos muestra como todos los años, el camino doloroso de su hijo, que carga nuestros dolores, nuestras enfermedades, nuestro sufrimiento, y hasta nuestra misma muerte, que no la esquiva, sino que le pone el cuerpo, dando la esperanza de la resurrección, de la vida eterna, para lo cual fuimos creados. Entonces, esto nos ayuda digamos, porque también fortalece ese aspecto de la fe. En otro aspecto, esta solidaridad global que vivimos, nos mueve a los que vivimos un poquito mejor y en condiciones, a ver qué podemos hacer por los demás.

Ese qué podemos hacer, lo han definido muy bien las autoridades cuando nos dicen "cuidate, cuidame, cuidanos", porque ese es el primer acto de amor que todos nosotros debemos realizar. Y después, ver qué servicio podemos prestar, a los que están cerca nuestro, a los que necesitamos. También escuchaba algunas noticias que se pensaba en un voluntariado para ayudar a las personas mayores de 70 años que estén solas o que necesitan que les hagamos algún mandado o les compremos un remedio. Son las cosas buenas que van saliendo en este momento.

También trae como vemos, una hecatombe económica en el mundo entero y las economías domésticas. Ahí también habrá que ver cómo ayudamos por un lado, y por otro lado, qué nos enseña de cómo vivir. Creemos que esto, en un par de meses se irá normalizando en nuestra vida, pero a lo mejor ahora han cambiado nuestras opciones, nos volvemos más austeros, que realmente pensamos en que no está todo en derrochar, sino, vivir una vida más modesta. Y eso creo que le va a hacer bien a la humanidad. Es decir, nos va poniendo de alguna manera, en un estilo de vida menos consumista, que también le hace bien a la madre tierra.

-¿Y qué puede hacer la Iglesia para ayudar?

Lo que estamos haciendo primero en el frente interno, fortalecer la fe y reforzar los lazos de comunión entre los fieles y los pastores que no nos podemos ver la cara en estos momentos tan importante que estamos viviendo. Entonces, hay como un ejercicio al que no estamos acostumbrados, de llegar a los corazones y a la vida de nuestra gente por los medios digitales. En segundo lugar, tiene que ir junto con eso, el empeño de la solidaridad, la comunión y de la cercanía con aquellos que más necesitan. Debemos ser los primeros, los que tenemos fe de salir al encuentro del que sufre y ver qué necesita y qué podemos hacer por él.

Y ahí tenemos que poner todo lo que podamos. En Cáritas por ejemplo, se ha evaluado las posibilidades que tenemos como Iglesia, de tener lugares para albergar gente, para dar un espacio de contención. Digamos, todo lo que realmente podíamos hacer antes, de ofrecer nuestros espacios para actividades recreativas, para retiros o lo que fuere, a lo mejor ahora hay que pensarlos y ponerlos a disposición para gente que necesite vivir una cuarentena o necesite estar un poquito más aislado hasta que se sepa que está sano.

Y por otro lado, sabemos que en eso ya estamos trabajando, Cáritas nacional va a recibir del Gobierno nacional una importante cantidad de insumos para poder llegar a los lugares más carenciados. Y en eso, nosotros veremos con nuestra red de Cáritas y los comedores que tienen las parroquias, no abriendo ahora para recibir gente sino para preparar algo para que la gente pueda llevarse a su casa. Así que ahí también hay que empezar a trabajar mucho desde lo solidario.

-Entonces, ¿se están abriendo los salones de las parroquias para atender a la gente en situación de calle?

Sí, se está haciendo digamos, a nivel nacional nosotros estamos recibiendo requerimientos y a nivel de la provincia también, qué espacio tenemos, qué podemos brindar, así que hemos comunicado lo que tenemos para que si hace falta se pueda contar con ello. Y lo de los comedores es un poquito más, porque desde algún lado se ha podido, la gente pudo disponer de tiempo, de salir de la casa para cocinar algo y donde se dieron las condiciones donde se puede hacer algo sin crear ningún peligro, porque se trata de no hacerlo como se hacía antes. Acá hay que tomar más condiciones de salubridad, de distancia. Y bueno, con este marco general, poner el hombro desde lo que se pueda.

-¿Cómo ve que la gente está respondiendo al aislamiento desde el punto de vista de la solidaridad?

Yo creo que a todos se nos va cayendo la ficha de cómo tenemos que cuidarnos, y habrá que seguir insistiendo porque estamos todos como enjaulados, y una vez que se abre una puerta todos quieren escapar. Hay mucha gente haciendo colas para comprar telas para hacer barbijos. Realmente a uno le aflige porque he visto días pasados a gente vendiendo barbijos en la calle, la misma gente que antes vendía sus empanadas, tamales o sándwiches. Y eso a uno le aflige porque se da cuenta que se la está rebuscando, y quiere decir que eso es el alimento de su familia.

Entonces, hay que tener muy presente a toda esta franja de gente informal que no sabemos cómo está sobreviviendo, porque el que tiene un sueldo fijo, sabe que cobra a fin de mes, pero cuántos tenemos nosotros en la informalidad, que viven de changas. Hay que estar muy, muy atentos.

-Hablábamos de los pernoctes de la gente que vive en situación de calle, y el papa Francisco habló de los hoteles que están vacíos y la gente sin techo no los está pudiendo usar. ¿Usted cree que será viable, se dará en algún momento o no se llegará a eso?

Y yo creo que sí en algún momento. Como todo momento crítico, saca lo mejor y lo peor de las personas, y bueno, junto con lo peor que es aumentarte un producto diez veces más para hacer plata con el alcohol, los barbijos o lo que fuere, está el otro que abre las puertas, pone lo que tiene que poner, y hace el gasto de cooperar, porque eso le trae más rédito, paz espiritual, fortaleza y satisfacción que el otro, que especula con la crisis, que es un terrorista de la epidemia.

-Y en lo espiritual obispo, un mensaje para este Jueves, Viernes y Sábado Santo...

Bueno. Tengamos cerca a Jesús. Cuando en estos momentos está ciertamente padeciendo de una manera o de otra, restricciones, angustias, tristeza, depresión, lejanía de los seres queridos, limitaciones de todo tipo; mirar allí el padecer de Jesús que no nos mira de arriba, sino que se hizo solidario y cargó sobre sus hombros nuestras debilidades, nuestras miserias, nuestros dolores y hasta nuestra muerte, para darnos la esperanza de la vida eterna.

Así que sintamos a Jesús muy cerca, y mirémoslo a Él en ese ejemplo de paciencia, de confianza y abandono en las manos de Dios.