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"Ponernos de rodillas ante Jesús Sacramentado"

Sabado, 13 de junio de 2020 01:00

Por MIGUEL DAVID ACIAR DIAZ, párroco de San Pedro y San Pablo

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Por MIGUEL DAVID ACIAR DIAZ, párroco de San Pedro y San Pablo

"Glorifica al Señor, Jerusalén"

Salmo 147

Querida Comunidad:

La solemnidad del Corpus Christi nos recuerda la singular y particular importancia que Jesús daba al comer juntos en torno a una misma mesa. Las comidas de Jesús fueron gestos y acciones proféticas. Quien se aproxima al Misterio de Jesús no puede eludir el profundo significado religioso y el valor transcendente que el mismo Jesús quiso imprimir a la comensalidad.

Significado éste que en los últimos meses no hemos podido renovar ni perfeccionar desde nuestra práctica cristiana debido al aislamiento social obligatorio que ha sido necesario sostener para cuidarnos unos a otros.

De todos modos, la desescalada va aligerando el confinamiento y nos encaminamos a ir recobrando paulatinamente la vida ordinaria particular, social y también eclesial. Esta nueva situación que va surgiendo demanda sentido común, sabiduría y creatividad. Porque no todo volverá a ser igual, se nos impone una "nueva normalidad", muy distinta a la que disfrutábamos antes de la pandemia.

Pero a pesar de esto, desde una lectura cristiana hemos de afirmar con el Papa Francisco: "Este es el tiempo favorable del Señor, que nos pide no conformarnos ni contentarnos y menos justificarnos con lógicas sustitutivas o paliativas que impidan asumir el impacto y las graves consecuencias de las que estamos siendo testigos... Es el tiempo de animarnos a una nueva imaginación de lo posible con el realismo que solo el Evangelio nos puede proporcionar...En Cristo, con él y en él, podemos hacer nuevas todas las cosas".

Entre los "novedosos" gestos y acciones que deberemos resignificar está el uso del tapaboca. Ya sé que no es agradable. A la incomodidad que implica de por sí su uso, se le une la pesadilla que supone que se empañen los anteojos, o que se multiplica la dificultad para respirar, pero es un complemento que deberá ir tornándose habitual en esta nueva normalidad.

La cara

Sé que es conveniente para cuidarnos entre todos, pero no podemos desatender nuestras relaciones humanas. Dice la sabiduría popular que la cara es el espejo del alma. Y es verdad, porque se trata de algo más que una simple parte del cuerpo.

Desde el lenguaje bíblico se sugiere que la cara evidencia si el encuentro con Dios ha sido real, como le sucede, por ejemplo, a Moisés. El resplandece al salir de la Tienda del Encuentro, porque irradia la luz que desprende la faz del Señor.

Las mascarillas no nos harán fácil el desafío, pero si sabemos mirar a quienes nos rodean podremos hacer nuestras las palabras de Jacob a su hermano Esaú: "He visto tu rostro, como quien ve el rostro de Dios" (Gn 33,10).

En esta Solemnidad no tendremos la posibilidad de caminar procesionalmente tras Jesús Sacramentado, pero sí de ponernos de rodillas ante Él. Este es otro de los gestos que deberemos resignificar en nuestra práctica piadosa.

Arrodillarse es un acto de plegaria: quien se arrodilla se dispone a sí mismo para entrar en comunión con la trascendencia. Es un acto de humildad, porque expresa disposición al otro, querer servir al prójimo.

Cuando uno se arrodilla se muestra manso y pacífico, expone su cuerpo, es el puesto del servidor.

La genuflexión es el más radical acto de transformación. Que en este nuevo Corpus Christi el Señor nos encuentre de rodillas, y mirándonos a los ojos, para renovar agradecidos la comunión con Él y con el prójimo.

Con mi bendición, y fortalecidos en la oración.

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