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El desafío de informar desde la ética

Domingo, 07 de junio de 2020 01:02

Hacer periodismo en una sociedad globalizada y altamente informatizada no es nada fácil, implica poner en juego múltiples competencias en lo tecnológico y discursivo para que esa natural pasión por descubrir y mostrar la verdad sostenga los principios fundamentales de la ética, en una vorágine cibernética sin precedentes en estos tiempos.

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Hacer periodismo en una sociedad globalizada y altamente informatizada no es nada fácil, implica poner en juego múltiples competencias en lo tecnológico y discursivo para que esa natural pasión por descubrir y mostrar la verdad sostenga los principios fundamentales de la ética, en una vorágine cibernética sin precedentes en estos tiempos.

Y los periodistas de los medios gráficos, particularmente, los corresponsales, saben de estas aguas turbulentas pero apasionantes en las que hoy se encuentran, y a las que se han sumado mar adentro, más allá del papel.

Así como los escenarios de las noticias cambian constantemente, para llegar a la gente, los medios han abierto un abanico de posibilidades increíbles a través de las redes sociales, impregnando la labor con esa inmediatez que demanda una sociedad cada vez más hiperconectada y sedienta de información.

A partir de este nuevo paradigma, no basta solamente con cubrir una noticia, un hecho relevante y preparar la nota en la computadora para que al día siguiente salga en el papel.

Los corresponsales han debido sumar y resignificar los escasos recursos tecnológicos con que cuentan para cumplir con esta nueva y demandante premisa: llegar con la información desde el mismo lugar de los hechos, con la prontitud que amerita el contexto y la exigencia social, sin horarios de oficina o calendario laboral preestablecido.

Esta nueva faceta en un campo altamente competitivo por mediar la información, potencia la necesidad de defender el estilo periodístico, no solamente del medio sino el propio, frente a la ya sabida invasión de las "fake news" que pone en alto riesgo a la comunidad del ciberespacio. He ahí la misión actualizada de la prensa. En esa pasión por la defensa de la verdad, la inmediatez de la información, la apropiación de los recursos tecnológicos, la sistematización del discurso y lo visual que es consumo insustituible en estos tiempos vertiginosos, subyace el constante desafío de escuchar y proteger a las personas de la competencia desleal frente al hecho esencial periodístico, el que construye desde la crítica y la intervención, el que crea conciencia, el que propende a la formación de valores.

La pasión por informar, en primera persona, desde una transmisión en vivo.

Para nosotros, los periodistas del interior, es imposible no involucrarnos con algunas historias, algunos hechos, por la misma circunstancia y necesidad de humanizar la noticia. Nacimos en un contexto pueblerino que nos lleva a mirar los acontecimientos desde la lupa no sólo de la crónica, sino desde los afectos, porque somos parte de esa geografía, que nos considera los periodistas del pueblo.

Y esta cercanía a la gente crea lazos, vínculos y esa necesidad de los protagonistas de cada crónica, de sentir y hasta demandar esa contención afectiva que esperan de su periodista. He ahí el otro gran desafío: informar, no sólo desde lo que se ve desde afuera, sino desde lo que siente la gente, sus motivaciones, sus angustias, sus temores, sus interrogantes, sus incertidumbres, sus reclamos; y desde allí, la conformación de ese puente invisible para generar acciones que puedan impactar favorablemente y en respuesta a la necesidad de la comunidad, como lo son las campañas solidarias, entre otras que tanto bien le hacen a la gente.

Otro de los desafíos de los corresponsales es el aporte que realizamos a diario para la página web con las transmisiones en vivo, lo que significó pasar desde el espacio íntimo durante la producción de la nota periodística a estar presentes desde el lugar de los hechos, con todo lo que esa labor conlleva: el riesgo constante, las diferentes reacciones de la gente al momento de poner al descubierto algunas situaciones que son noticia.

En reiteradas oportunidades, los corresponsales estamos expuestos constantemente a todo tipo de agresiones y amenazas, lo que no se convierte en una mordaza que detenga la pasión por informar, porque esa misma pasión es la fuerza que moviliza. También debe entenderse que las transmisiones en vivo que realizamos los corresponsales no deben compararse con un programa de televisión donde el presentador cuenta con todo un equipo: camarógrafo, sonidista, iluminación, entre otros detalles propios de un set de tv.

La meta del corresponsal en cada transmisión en vivo es poner en foco el hecho, la noticia, realizando la cobertura de la instancia real y el registro fotográfico como de la crónica. Esto implica que una transmisión en vivo se nutre por sobre todo de la imagen, de lo que sucede en ese momento, siendo apenas un adelanto de lo que la crónica periodística luego desarrollará en base a los datos oficiales que no tienen en esa primera circunstancia.

Pero a pesar de las muchas adversidades, la balanza siempre se inclina por el peso de la pasión que se constituye en el ADN de un periodista comprometido con la misión que abrazó.

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