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Pandemia y endemia, en el reino del revés

Lunes, 27 de julio de 2020 01:03

La Argentina y la provincia de Jujuy necesitan imperiosamente una pospandemia planificada y acordada entre oficialismo y oposición y muchos más. Pero, paradójicamente, pareciera que entraremos a ese anhelado tiempo, exactamente con otra carga en las mochilas. Precisemos: una endemia (del francés endemie) es una descripción en la salud comunitaria que pasa cuando una enfermedad infecta a un número de individuos superior al esperado en una población durante un tiempo determinado. Una pandemia (del griego pan, "todo", y demos, "pueblo", significa "reunión de todo un pueblo") es la afectación de una enfermedad infecciosa de los humanos a lo largo de un área geográficamente extensa, que puede llegar a ser global. Entre nosotros, la epidemia en términos figurados, parece identificarse con la aguda crisis económica que no cede, y que afecta a argentinos y -obviamente a jujeños- deteriorando el humor social, el estado de ánimo, la salud, la expectativa de vida. La pandemia, huelga decirlo, es el maldito coronavirus y tiene que ver en el sentido lato del término directamente con la muerte. Extenuados por una cuarentena que los mantuvo encerrados desde cuando estaban sanos ciudadanos comunes, empleados, obreros, empresarios, estudiantes, jubilados, etc., etc., etc., ven de qué manera cuando el virus llegó y se instaló, desnudó falencias, volteó pronósticos, arrasó con los optimistas a la violeta y derrumbó figuras de barro a lo largo de toda la comarca.

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La Argentina y la provincia de Jujuy necesitan imperiosamente una pospandemia planificada y acordada entre oficialismo y oposición y muchos más. Pero, paradójicamente, pareciera que entraremos a ese anhelado tiempo, exactamente con otra carga en las mochilas. Precisemos: una endemia (del francés endemie) es una descripción en la salud comunitaria que pasa cuando una enfermedad infecta a un número de individuos superior al esperado en una población durante un tiempo determinado. Una pandemia (del griego pan, "todo", y demos, "pueblo", significa "reunión de todo un pueblo") es la afectación de una enfermedad infecciosa de los humanos a lo largo de un área geográficamente extensa, que puede llegar a ser global. Entre nosotros, la epidemia en términos figurados, parece identificarse con la aguda crisis económica que no cede, y que afecta a argentinos y -obviamente a jujeños- deteriorando el humor social, el estado de ánimo, la salud, la expectativa de vida. La pandemia, huelga decirlo, es el maldito coronavirus y tiene que ver en el sentido lato del término directamente con la muerte. Extenuados por una cuarentena que los mantuvo encerrados desde cuando estaban sanos ciudadanos comunes, empleados, obreros, empresarios, estudiantes, jubilados, etc., etc., etc., ven de qué manera cuando el virus llegó y se instaló, desnudó falencias, volteó pronósticos, arrasó con los optimistas a la violeta y derrumbó figuras de barro a lo largo de toda la comarca.

Se puede -y se debe- comprender que los responsables de enfrentar a la pandemia están trabajando con pruebas y errores, porque el caso es inédito, único y diferente a todo lo conocido, y ello los obliga a encarar desafíos insólitos y altísimos riesgos. Cediendo a la exigencia de la gente, los gobiernos debieron salir de la cuarentena insoportable y comenzar a intentar aperturas que aflojen la tensión, confiados en que el tiempo que tardó en llegar la crisis, había sido suficiente para preparar el terreno de combate. No fue así. El coronavirus gobierna con distinta intensidad en el país, y con una pasión federal desconocida en Argentina, se extendió a las provincias y dentro de ellas a cada rincón habitado.

Dejó en evidencia graves diferencias entre la dirigencia, por ejemplo, entre el Presidente de la Nación y los gobernadores: el gobernador de Buenos Aires Axel Kicillof y el jefe de la Caca, Horacio Rodríguez Larreta (el Amba), donde la pandemia está ensañada y fuera de control. AAF confiando a rajatablas en el fantástico equipo de infectólogos que lo asesora, a veces exagera en la ponderación del trabajo, comparándose con los peores del mundo, olvidando a los mejores que podrían servir de ejemplos a imitar. Hasta ahí la crisis de la pandemia. Pero con la endemia de crisis económica, Alberto Fernández sigue sorprendiendo a los argentinos: primero con el dilatadísimo juego de la negociación de la deuda externa con los bonistas y el FMI.

Cada vencimiento servía para patear la pelota hacia adelante y correr el arco a todos los jugadores. Y hoy, que no podrá haber más dilaciones, AAF confesó -nada menos que en un reportaje en el Financial Times -la biblia del mundo económico mundial- que descree de los planes económicos. Y en cambio, lanzará sesenta medidas para ingresar en la pospandemia. El mundo se retrajo, los argentinos quedaron alelados, el dólar oficial rebasó los $ 75,5, el blue saltó a $140. Y todos esperan que las medidas no sean un compendio de parches ya conocidos y probados (o desaprobados). Y rogando que el Presidente tenga razón con su actitud. Se supone que necesitará apoyo de la oposición y de los gobernadores para instrumentar con éxito ese conglomerado de propuestas sueltas. Ni unos ni otros manifestaron haber sido consultados.

En Jujuy, la pandemia replicó lo de la Nación. Las primeras medidas preventivas alentaron el ánimo de los jujeños: fuimos un modelo a los ojos de todos. Pero bastó la llegada del virus para que ningún esfuerzo, vaticinio o inversión sea suficiente. Es tal la virulencia de la enfermedad que obligó a volver a la fase uno, esta vez, con enfermos, contagios y circulación local comunitaria. Los trabajadores de los sistemas de salud y seguridad, por ser los primeros en el cuerpo a cuerpo con el coronavirus, sufren las bajas más sensibles. Y los jujeños debemos acatar las rigurosas instrucciones de los especialistas, la única forma de colaborar en tan desigual combate. La pandemia nos incluyó sin piedad debajo de su paso aplastante. El otro mal, la endemia de la crisis económica también hace lo suyo: no hay sector de la producción, la industria, el comercio, las empresas más poderosas o los modestos cuentapropistas que no estén afectados, cuando no al borde del quebranto y muchos no podrán recuperarse jamás. El Gobierno de la Provincia, seguramente con la intención de recuperar la iniciativa y de insuflar ánimo a los jujeños, en una extensísima conferencia presentó un "plan pospandemia" que asegure una recuperación de la producción y el consumo.

La larga exposición de proyectos se asemejó al informe del inicio de los períodos legislativos, o la presentación de una plataforma electoral. Las loables iniciativas y buenos deseos, presentadas prolijamente con placas y "filmines", dieron paso a las preguntas de la prensa jujeña, totalmente orientadas al aquí y ahora que exige la pandemia. A las pocas horas, el plan pospandemia pasaba a un segundo o tercer plano de la actualidad, mostrando la inoportunidad del esfuerzo que seguramente deberá ser reflotado inmediatamente cuando las quiebras, los contagios y la muerte dejen de rondar las calles de ciudades y pueblos de Jujuy. Todo indica que las sesenta medidas de AAF podrían sufrir el mismo destino con un agravante: como elemento distractivo, quizás logre algún objetivo interno, pero en el exterior, es difícil que algún inversor se sienta atraído a poner dólares en un país en crisis regido por "medidas" y sin plan económico.

Simultáneamente, no cesan los cruces políticos entre el jefe del Poder Ejecutivo Nacional y el Instituto Patria, sede del cristinismo. Las desmentidas sólo aumentan las sospechas. Los avances que se conocen del esperado plan de reforma de la Justicia parecen hechos a medida de los intereses de la vicepresidenta, y la forma hasta cruel con que algunos esmerilan la figura del Presidente parece no tener fin. AAF respondió habilitando nuevamente el IFE a los más necesitados, las ATP a las empresas en riesgo y los ATN a las provincias. Jujuy espera -y desespera- por la llegada de los 2.500 millones de pesos que le prestará la Nación y que deberá comenzar a devolver dentro de cinco meses (cómo y con qué, aún no se sabe). Educación logró calmar los ánimos de los docentes: el ministro Nicolás Trotta acordó una paritaria con CEA, UDA, Amet, Ctera y Sadop, que repartirá cuatro cuotas de $ 1.210 a cada trabajador de la educación como premio por haber trabajado durante la pandemia. El ministro de Hacienda de Jujuy, Carlos Sadir, malabarista entre recursos y carencias, aguarda que aquellos y estos fondos lleguen rápidamente. Los gremios locales ya dijeron que es insuficiente, pero que no están en condiciones de despreciarlos.

Entrando al pleno pico de la pandemia, y con la endemia (económica) a cuestas, sería oportuno que todos los sectores se convocasen al diálogo, para escuchar en todas direcciones, para reconocer errores o impericias (que todos aceptarán de buen grado) y trabajar con humildad y en conjunto -y no al revés como hasta ahora, hostigándose de desencuentros, denuncias penales y búsqueda de culpables- por la posibilidad de ingresar a una pospandemia y posendemia con la dignidad y las certezas indispensables.