Llegó el 30 de agosto, un día en que los purmamarqueños copaban las calles del pueblo para honrar a su santa patrona, pero ayer fue un día muy diferente por la pandemia. En las primeras horas de la mañana las calles lucían solitarias, sólo aparecía el sol que se abría paso entre las nubes grises y los cerros de colores.
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Llegó el 30 de agosto, un día en que los purmamarqueños copaban las calles del pueblo para honrar a su santa patrona, pero ayer fue un día muy diferente por la pandemia. En las primeras horas de la mañana las calles lucían solitarias, sólo aparecía el sol que se abría paso entre las nubes grises y los cerros de colores.
Mientras se acercaban las 10, los vecinos salieron con alegría a adornar sus casas con globos y carteles, hechos con mucho cariño, es que la patrona Santa Rosa de Lima no tardaba en pasar por allí para saludarlos casa por casa.
Antes de visitarlos, la santa patrona estuvo en una misa muy distinta a todos los años, la iglesia estaba semivacía pero a la vez estaba más colmada de amor que nunca, porque la gran mayoría del pueblo y de otros lugares pudo estar ahí presente viendo la celebración por las redes sociales o escuchando con toda la familia a través de la radio.
La misa duró alrededor de una hora y cerca de las 11 llegó el momento de la procesión, fue cuando la imagen fue cargada por la guardia de honor del Ejército y salió de la iglesia al son del repique de las campanas. Esta vez al salir Santa Rosa no se encontró con las bandas de sikuris y solo los viejos algarrobos, los que siempre estuvieron allí, fueron los testigos de esta fiesta singular.
A lo lejos se escuchaba el eco de los sikus, los bombos y los redoblantes que aguardaban tocar a sus pies.
Los samilantes sí pudieron estar presentes, tras haber recibido la noche del sábado la grata noticia de que podían danzar para la santa patrona, pero sólo con 4 personas cumpliendo con la distancia y las medidas que se debían tomar.
Frente a la plaza, una plaza que este año estuvo sin gente, esperaba un jeep del Ejército con la guardia de honor a cargo del oficial principal Federico Ortiz del RIM 20 y con la ayuda de los servidores de la capilla que estuvieron organizando y acompañando los festejos desde la novena, en apenas unos minutos estuvo lista para ir hacia el encuentro de sus devotos y creyentes, escoltada también por algunos gauchos y paisanas montados a caballo.
La fe intacta
Con gran alegría los purmamarqueños esperaron a Santa Rosa en las puertas y ventanas de sus hogares. Cuando la imagen se acercaba la emoción era cada vez más profunda demostrando que la fe se mantiene intacta y que a pesar de no poder asistir a misa o caminar con ella en la procesión, la devoción no cambia. Fue un encuentro muy especial, donde las oraciones, los pañuelos al aire o simplemente las miradas se unieron en un solo pedido, que "todo esto pase muy pronto" y que la patrona proteja a todo el pueblo.
Bandas de sikuris
Este año no pudieron acompañar los pasos de Santa Rosa, pero estuvieron allí, firmes, con sus instrumentos tocando sólo con 5 integrantes afuera de sus casas con las esperanzas de que para el 2021 estarán caminando con ella.
La bendición para todos
El padre Abraham Pereyra también escoltó a Santa Rosa siguiéndola con un vehículo junto a los servidores de la capilla. En todo momento fue impartiendo la bendición de Dios a todo el pueblo.
"Le pedimos a Santa Rosa que interceda ante el dolor de la humanidad y que proteja a Purmamarca, fue una experiencia distinta y estamos aprendiendo nuevas cosas, agradezco a todos los que trabajaron para esta fiesta patronal. Impartimos la bendición desde la distancia y desde el vehículo pero con un profundo sentir, algunos estaban muy emocionados, los rostros fueron de tristeza pero de esperanza y en algunos se vieron algunas lágrimas. Fue una fiesta histórica", manifestó.
Sentir de los feligreses
Ana María Patagua de Cruz, es una de las personas que viste a Santa Rosa el día en que se la pone en andas en el primer día de la novena y nos contó que "es la primera vez que vivimos la fiesta así pero seguimos teniendo por dentro el cariño y el afecto a nuestra patrona. Desde que tenía 10 años acompaño a vestir a la imagen, para mí no hay palabras para decir lo que Santa Rosa es para nosotros".
Verónica Mamaní es de Chalala y fue una de las personas que realizó la danza de los samilantes "para todas mis compañeras es una alegría inmensa poder estar acompañando hoy a la patrona, nos confirmaron anoche que sí podíamos venir".